El informe Los beneficios empresariales crecen a costa de los salarios, elaborado por el Servicio de Estudios de UGT, revela que el hundimiento del poder adquisitivo de las rentas salariales contrasta con la evolución positiva que registran los beneficios empresariales. Así, con la coartada del repunte de precios de las materias primas, especialmente energéticas, las empresas han aprovechado la coyuntura actual para elevar los márgenes sobre beneficio y los niveles de rentabilidad.
No obstante, se trata de un fenómeno con distintas particularidades, puesto que se expresa con mayor intensidad en determinadas ramas económicas y, sobre todo, en grandes empresas, contabilizándose beneficios récords en aquellas que operan en el IBEX-35. Todo ello conlleva que el beneficio empresarial agregado sea el componente que explica la mayor parte del aumento del IPC, mientras que la masa salarial presenta un impacto muy limitado.
Los márgenes de beneficios superan los niveles prepandemia. La estadística de Ventas, Empleo y Salarios en las Grandes Empresas y Pymes (VESGEP), publicada por la Agencia Tributaria, permite estudiar la evolución de las principales variables empresariales a partir de una muestra relevante, en tanto aglutina información de grandes empresas, cuyo peso en la facturación supera el 60% de las empresas declarantes de IVA, y de más de un millón de pymes con forma de sociedad anónima y responsabilidad limitada.
Con la estadística sobre el valor total de ventas y compras empresariales, junto al coste salarial, se puede conocer el margen de beneficios con el que están operando las empresas en cada sector y rama económica. Así, se constata cómo el tejido empresarial mejora en 2 puntos porcentuales el margen de beneficio alcanzado el año pasado, superando a su vez (en 1,9 puntos) los niveles prepandemia (2019). Por sectores, destacan los incrementos en “servicios” y “construcción y actividades inmobiliarias”, que rebasan con holgura los márgenes de beneficios de 2019 (en 2 y 3,9 puntos porcentuales, respectivamente).
Por su parte, cabe recalcar también la caída de los márgenes de beneficios en el sector primario (4,7 puntos menos respecto a 2021) o su moderación en la industria (bajada anual de 0,2 décimas menos), si bien en este último caso se sitúan por encima de los niveles prepandemia (1,3 puntos más).
Respecto al análisis específico por sector, destaca el repunte de la “industria extractiva” desde el inicio de la pandemia, llegando a superar en 14,7 puntos el margen de beneficios que atesoraba en 2014 (es decir, en el inicio del ciclo expansivo posterior la crisis económica de 2008). Además, más allá del notable incremento experimentado se trata de la segunda rama económica con mayor margen beneficio, lo que confirma cómo las multinacionales energéticas están llevando una estrategia empresarial agresiva cimentada en la captación de beneficios extraordinarios a costa de los consumidores.
Las “actividades inmobiliarias” constituyen la rama con el margen de beneficios más elevado (28,8%), 7,8 puntos más que en el año prepandemia (2019), ampliando así la cuenta de beneficios de buena parte del capital especulativo y rentista. La rama de la “construcción”, pese a aumentar también los márgenes en 2,7 puntos respecto a 2019, presenta unos niveles más moderados (6,3%).
Por último, en el sector servicios destaca la ampliación de los márgenes de beneficio en la “hostelería” (crecen 3,5 puntos respecto a 2021) y en la rama de “transporte y almacenamiento” que, tras un incremento de 7,6 puntos en el último año, alcanza unos márgenes totales del 24,6% (el tercer dato más elevado). Esto pone de relieve cómo una parte importante de las empresas que operan en este tipo de ramas están consiguiendo trasladar el alza de los precios de las materias primas al precio final de los productos que ofertan, lucrándose así de la espiral inflacionista que tanto daño está ejerciendo sobre el poder adquisitivo de las familias.
Se disparan los beneficios y la rentabilidad empresarial
Aparte del notable crecimiento del volumen de ventas, la recuperación de la actividad del tejido empresarial también se certifica con los resultados de la Central de Balances Trimestral, la base de datos de información económica-financiera del Banco de España. En este sentido, se recoge un incremento interanual del Valor Añadido Bruto (VAB) de las empresas no financieras de un 21,1% durante los primeros 9 meses del año, registrando el crecimiento más elevado de toda la serie trimestral. Sin embargo, lo que más destaca es, nuevamente, el contraste entre la evolución de los beneficios y las retribuciones medias. Así, hasta septiembre de 2022, el resultado ordinario neto (RON) de las empresas creció, en acumulado, un 94,7% (95,9% en las empresas grandes y 22% en las medianas), mientras que los salarios medios apenas aumentaron un 3,2%. En consecuencia, los niveles de rentabilidad empresarial también aumentaron: la rentabilidad ordinaria del activo alcanzó una tasa interanual del 4,2% en lo que llevamos de 2022, con valores muy cercanos a los niveles prepandemia (2019). Destaca la evolución favorable en el sector del comercio y la hostelería (11,2%) y la industria (10,8%).
Los bancos y las energéticas registran beneficios récord
El intenso crecimiento de los beneficios se observa de forma muy visible en la cuenta de resultados de las empresas que operan en el IBEX-35 y, especialmente, en aquellas que desarrollan su actividad en los sectores energético y bancario. Durante los 9 primeros meses, el beneficio neto acumulado por las seis grandes empresas energéticas registró un crecimiento del 31% respecto al mismo periodo de 2021, 12 veces más que la variación salarial media pactada hasta octubre (2,6%). Así, el encarecimiento de la electricidad y los combustibles y lubricantes para vehículos –cuyo precio a lo largo de 2022 registra subidas del 41 y 29%, respectivamente– permitió que las grandes multinacionales ensancharan su cuenta de beneficios a costa de los consumidores, una situación que previsiblemente continuará en los próximos meses.
Por su parte, las entidades bancarias también están aprovechando la coyuntura actual para acumular beneficios desproporcionados, con un incremento global del beneficio neto de hasta un 20% entre los cuatro grandes bancos. Además, las recientes subidas del tipo de interés por parte del Banco Central Europeo (BCE) posibilitarán que el tejido bancario aumente, aún más, los márgenes sobre beneficios. En contraste, los hogares con deudas hipotecarias, afectados de por sí por la pérdida de poder de compra de los salarios, tendrán que enfrentar un aumento del coste de la cuota hipotecaria.
Estos datos no hacen sino avalar la necesidad de adoptar medidas extraordinarias que hagan que los cuantiosos resultados de las empresas de estos sectores, que operan con grandes restricciones a la competencia y cuya operatividad depende enormemente de consensos públicos y legislaciones muy favorables, reviertan mucho más sobre el bienestar colectivo. Por eso, con todas sus limitaciones y necesidades de mejora, los nuevos impuestos a la banca y a las eléctricas están plenamente justificados.
Para aliviar el reciente incremento de la presión financiera sobre hogares con hipoteca a cargo, UGT ha propuesto la creación de un fondo de protección frente al aumento excesivo del coste hipotecario.
Los beneficios explican la mayor parte de la subida de los precios
En sintonía con lo expuesto hasta ahora, la descomposición del deflactor del PIB, el indicador de precios de la producción interna del país obtenido con los datos de la Contabilidad Nacional, permite constatar cómo los beneficios empresariales son el principal componente explicativo del incremento de los precios, de forma que el único efecto de segunda ronda que se ha producido en nuestra economía tiene que ver, exclusivamente, con unos crecientes márgenes de las empresas. Así, el siguiente durante los dos primeros trimestres del año, los beneficios empresariales fueron responsables, en promedio, del 83,7% del aumento de precios, mientras que la partida de remuneración de asalariados apenas explica un 14,7% en lo que va de año, casi 6 veces menos. En definitiva, el alza sostenida de precios nada tiene que ver con unos salarios que pierden poder de compra mes a mes, sino con la estrategia de un sector empresarial que aprovecha la falta de competencia en algunos sectores o la expansión de su demanda tras la pandemia para inflar desorbitadamente los precios de sus productos.