Los datos oficiales son concluyentes. Las vacunas funcionaron como forma de frenar la expansión de la pandemia. En aquellos días en que la enfermedad arreciaba y llegaban las primeras dosis, los epidemiólogos ya reconocieron que un ínfimo porcentaje de la población sufriría efectos adversos, como ocurre con todos los medicamentos, basta con leer el prospecto de cualquier fármaco para entender que el riesgo siempre existe. La aspirina, por ejemplo, causa cientos de hospitalizaciones y varias muertes cada año, principalmente debido a hemorragias gastrointestinales, y no por ello se retiran del mercado. El bien que causan es muy superior a los efectos contraproducentes.
A fecha de abril de 2022, las comunidades autónomas habían administrado un total de 94.295.766 dosis de las diferentes vacunas contra el coronavirus en España, según los registros de las diferentes administraciones. Es decir, el 96,92% del total de las entregadas. Extremadura administró el 100%. Ceuta, el 88,85%. Actualmente hay algo más de 40,3 millones de personas inmunizadas con la pauta completa, lo que representa el 85,27% de la población residente en el país. Es decir, se ha logrado la famosa inmunidad de rebaño que ha permitido, entre otras cosas, que el covid haya atenuado su virulencia hasta convertirse en un virus más similar a la gripe. Actualmente, el coronavirus ya no es aquel agente patógeno de 2020 que mataba a casi mil personas al día, colapsando la Sanidad pública y poniendo el país entero al borde del caos. La vacunación ha sido una historia de éxito.
Las campañas de vacunación funcionaron. Pese a todo, los pocos casos de trombosis y otros efectos adversos relacionados con las diferentes vacunas contra el covid en España han sido contabilizados y sometidos a estudio por la medicina. Así, se notificaron 61 casos de trombosis tras la administración de vacunas basadas en adenovirus (como AstraZeneca y Janssen) entre febrero y septiembre de 2021. La tasa total de incidencia de trombosis varía entre los 4 y los 15 casos por millón de dosis administradas, según los diferentes estudios. Es decir, un porcentaje ínfimo de la población que no por ello debe llevarnos a ignorar el padecimiento que estas personas sufrieron por la reacción adversa. Tienen derecho a una compensación y para eso está la Justicia.
En las últimas horas se ha conocido un fallo histórico sobre las consecuencias de la vacuna de AstraZeneca contra la covid y sobre la responsabilidad última en la vacunación. La Justicia ha reconocido que las trombosis sufridas por un profesor de Física y Química de una escuela pública de Barcelona fueron debidas a la vacunación y, por tanto, el Estado debe reconocerle la contingencia laboral. Se trata de una sentencia histórica del Juzgado de lo Social Número 31 de Barcelona que abre una puerta al resarcimiento a ese pequeñísimo porcentaje de personas que hayan sufrido efectos adversos. Además,, la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura ha confirmado la sentencia que estimaba el recurso de una mujer que sufrió una trombosis a consecuencia de inocularse contra la covid 19 con la vacuna Janssen. La Sala, que confirma la sentencia del Juzgado de lo Contencioso Número 1 de Cáceres, condena al Servicio Extremeño de Salud a indemnizar a la recurrente con 40.000 euros.
Pese a la eficacia de las vacunas como forma de frenar pandemias, siguen propagándose los bulos en las redes sociales. Por ejemplo, no es cierto que el Tribunal Superior de Justicia de la Unión Europea haya considerado que “los médicos serán los únicos responsables” de los posibles efectos secundarios de las vacunas contra la covid-19, a pesar de lo que afirman algunos mensajes en redes sociales que tergiversan una reciente sentencia del organismo judicial, informa Efe Verifica, el servicio de la agencia de noticias contra la desinformación. “Impresionante, su médico debe saberlo”, asegura uno de esos mensajes que trata de infundir el pánico entre la población.
La sentencia a la que se refieren estos tuits fue dictada por el Tribunal de Justicia de la UE el 30 de enero de 2025, como respuesta a un recurso de casación presentado por un médico italiano que ha difundido un cúmulo de falsedades sobre la pandemia. El recurso responde a la decisión del Tribunal General de la UE de no estimar la petición del denunciante de anular la comercialización de las vacunas contra la covid 19 de los laboratorios Moderna (Spikevax) y de Pfizer (Comirnaty) que dio la Comisión Europea.
Los mensajes tergiversan una parte de la sentencia que establece que la administración de este fármaco requiere de una prescripción médica previa y que su autorización comercial no impone ninguna obligación a los médicos de prescribirla o administrarla, ya que son los profesionales sanitarios quienes, en la libertad de su ejercicio profesional, pueden recomendar o no la vacuna en el caso concreto de cada paciente. Así mismo, el Tribunal Europeo sentencia que no existen “efectos jurídicos obligatorios para los médicos vacunadores”, al tiempo que reconoce que “ninguna disposición de las decisiones (de la Comisión) ni de sus anexos confiere a los vacunadores la responsabilidad de verificar su seguridad y eficacia”.
El control de calidad, según la sentencia, queda en manos de la EMA (Agencia Europea del Medicamento): “La verificación de la seguridad y la eficacia de los medicamentos es tarea de la EMA, en cuyo dictamen se basan las decisiones en el presente asunto”.
Por tanto, la sentencia del Tribunal de Justicia de la UE no supone que los médicos que administraron la vacuna contra el covid se enfrenten a responsabilidades penales por los posibles efectos secundarios de estas vacunas, el fallo judicial expresa claramente que no existen efectos jurídicos obligatorios para los que la administraron.
Dos conclusiones deben extraerse de este artículo: una, que las vacunas son seguras en un porcentaje superior al 99,9 por ciento y solo en un ínfimo porcentaje se registran efectos adversos (tal como nos dijeron los médicos desde un principio); y dos, que los bulos siguen provocando un grave daño a la sociedad.