Los fantasmas siempre vuelven y nunca dejan de estar presentes en nuestras vidas. Es su sino, y nuestra condena. Los fantasmas del pasado del gran ausente del ‘debate a cuatro’ de este miércoles están ahí junto a él, otro fantasma más en el plató de la RTVE, más que nunca en esta campaña electoral que elige al próximo presidente del Gobierno. Nadie más que él, nombrado un total de 22 veces por sus tres adversarios presentes en el plató de TVE, se ha encargado de sacarlos del armario sin ayuda exógena, sus “inexactitudes” admitidas sobre verdades contrastadas por las evidencias más aplastantes de los hechos no son más que la punta de un iceberg que comenzó a crecer hace ya muchos años, décadas incluso, en la proa de un yate junto a amigos tóxicos de singladura que nunca ocultaron su historial, aunque no hubiera Google ni internet. En su ausencia está su condena, de ahí que de ese simbólico cuarto atril vacío colgaran esta noche unas pesadas cadenas monstruosas que ataban al fantasma del candidato del PP a sus no pocos fantasmas del pasado. Nada ocurre así porque sí.
Puede incluso que el golpe definitivo se lo haya dado en el pie apenas unas horas antes de celebrarse el debate a tres en TVE. Durante una entrevista en La Sexta, Alberto Núñez Feijóo ha vuelto a decir que “todas las explicaciones de esas fotos de hace 30 años” con el conocido narcotraficante gallego ya las dio en el Parlamento autonómico. “Esto es muy cansino”, ha añadido visiblemente molesto el candidato del PP. Pregunta el periodista: Cuando tenía usted esa relación con Marcial Dorado, ¿sabía que era narco o no? “Evidentemente no”, responde inmediatamente Feijóo. “Ahora es más fácil saber cosas, porque hay internet, hay Google. En aquel momento no”, añade el líder del PP, quien excusa aquel encuentro sobre la cubierta del barco asegurando que “en aquel momento [Marcial Dorado] no tenía ninguna acusación por ello”.
En 1900, Dorado fue detenido y encausado en la Operación Nécora por supuestos vínculos entre los narcos gallegos y el cartel de Medellín colombiano. Además, la prensa de los años 80 ya recoge con profusión las andanzas delictivas del compañero de yate de Feijóo en el año 1995. En un alarde de sinceridad, Feijóo añade: “Llevo toda mi vida política con esto”, para recordar a continuación que después de esas fotos ha ganado cuatro elecciones consecutivas en Galicia por mayoría absoluta.
Abascal habla de “Venezuela” cuando la candidata de Sumar le pregunta al líder ultraderechista por la amistad de Feijóo con el narco gallego
En el debate en el que sólo ha estado presente su fantasma y los fantasmas de su pasado, el tema de la amistad de Feijóo con el narco la sacó solo la candidata de Sumar, que le preguntó qué le parecía al líder ultraderechista, Santiago Abascal. La respuesta fue de libro: “Venezuela”.
Feijóo no ha necesitado a nadie para llegar a esa deriva, él solito se ha ido escorando hacia esa catarata, hasta evidenciar que ni el galope de Gish más depurado puede ocultar qué hay verdaderamente detrás de esa concatenación de supuestas verdades absolutas lanzadas sin desmayo desde variopintos púlpitos, como si éstos fueran escudos antibalas que protegen de los golpes inapelables de la verdad. Tarde o temprano, a todos se nos ve el cartón, y al candidato del PP hace tiempo que ya le clarea por la trasera de sus entendederas. Probablemente por eso ha decidido no subirse al atril de la televisión pública de este país, porque ya no guarda tan siquiera la mítica bala de plata en su cartuchera, exhausta del cara a cara del que salió airoso por lo inapelable de su método, nada novedoso, inspirado en las estrategias trumpistasclásicas procedentes del otro lado del Atlántico. Miguel Ángel Rodríguez, un valor seguro para sus huestes. Dispara antes y no esperes a que desenfunde. No falla.
Mensajes subliminales del atril vacío
Los mensajes subliminales que un atril vacío, aunque sea simbólico, transmiten a tirios y troyanos en esta batalla descarnada por el poder no se atienen a razones. Ni mil excusas dadas, por muy ahormadas que intenten estar, superan la imagen de ausencia, de desprecio a los ciudadanos, que sin duda merecen conocer de viva voz sus proyectos para este país que dice pretender construir. La última de ellas, ciertamente estrambótica, ha sido que sufrió este pasado martes un doloroso tirón en la espalda por el que está recibiendo medicación y tratamiento de fisioterapia. En contra de lo que a priori podría parecer, el desgarro muscular no lo sufrió en TVE tras la ya histórica entrevista de Silvia Intxaurrondo, sino durante la más amable de Antena 3 con Susanna Griso.
Esta sonada ausencia de Feijóo del debate electoral de TVE recuerda a su colega de partido Javier Arenas. Aunque este era más de lustrarse los zapatos con limpiabotas y arrodillarse y reclamar milagros ante la Macarena, también decidió no acudir a un debate. La espantada la dio en la televisión de todos los andaluces durante las elecciones autonómicas de 2012. Los electores andaluces se quedaron sin conocer in situ sus propuestas. La jugada no le pudo salir peor. Ganó las elecciones andaluzas pocos días después de celebrarse aquel ya histórico debate a dos (José Antonio Griñán por el PSOE y Diego Valderas por IU) tras ausentarse él, pero nunca se sentó donde ahora lo está su sucesor, Juan Manuel Moreno Bonilla. La izquierda gobernó en coalición y Arenas pasó a engrosar así la historia del PP andaluz y a arrastrar ya para siempre sus propias cadenas en el seno de su partido en Andalucía.
El ejemplo andaluz sería más que suficiente argumento de peso para que Feijóo no tentara por segunda vez la suerte, pero ha preferido jugársela al todo por el todo en esta recta final de una campaña electoral que se le ha puesto muy cuesta arriba, aún más teniendo que arrastrar estas pesadas cadenas del pasado. El fantasma de Feijóo en este debate a tres ha sido engullido por sus fantasmas del pasado, con cadenas y atril incluidos.