El Partido Popular quiere plantear las elecciones europeas como un nuevo plebiscito contra Pedro Sánchez. El PSOE acepta este reto, de modo que estamos ante un cara a cara Sánchez/Feijóo. “Quieren convertir estas elecciones en un plebiscito sobre dos hombres. Feijóo está empeñado en convertir estas elecciones en un plebiscito”, asegura Yolanda Díaz. Y tiene razón la líder de Sumar y vicepresidenta segunda del Gobierno.
Las espadas están en todo lo alto. Los socialistas creen que la dinámica actual es buena y les beneficia. Los buenos resultados en las elecciones vascas y catalanas permiten ser optimistas; la jugada del presidente del Gobierno con aquel amago de renuncia y posterior resurrección ha insuflado un plus de moral a la militancia; y el último conflicto diplomático con Javier Milei, líder argentino, que ha permitido ver la amenaza real a la que se enfrenta la democracia, son sin duda vientos que soplan a favor de Ferraz. Como también es una gran noticia que la economía vaya a velocidad de crucero, con el mayor nivel de contratación y empleo de las últimas décadas.
A este respecto, la portavoz del PSOE, Esther Peña, ha asegurado que su formación enfoca las elecciones europeas del próximo 9 de junio como un “plebiscito” contra el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo dentro del PP porque, según ha dicho, “su silla vuelve a tambalearse”, aunque cree que crecerán porque recogerán votos de partidos que “están en descomposición”.
Durante una rueda de prensa desde la sede del PSOE, Esther Peña afirma que su formación “sale” a ganar en estas elecciones europeas en España “más allá de las encuestas”. “Feijóo es el presidente demoscópico, pero en nuestro país está el presidente democrático, al que las encuestas no creían, y ahí está”, sostiene. “Es que Feijóo tiene una situación muy difícil políticamente, de discurso, y cada vez más complicada a nivel orgánico”. Al hilo, ha recordado que los populares han quedado en el cuarto puesto en las dos anteriores elecciones, las del País Vasco y Cataluña.
En el otro lado, las encuestas de la caverna mediática tratan de subir la moral de las derechas. Según un sondeo de La Razón, Feijóo ganaría a Sánchez el plebiscito de las elecciones europeas. El PP sacaría hasta doce escaños más y una distancia de seis frente a un PSOE que cedería tres europarlamentarios, según la encuesta de NC Report. No es lo mismo que dice el CIS de Tezanos, para quien el PSOE, en estos momentos, sacaría entre cuatro y cinco puntos de ventaja al PP.
Todas estas prácticas del bipartidismo degradan la democracia. Unos comicios europeos son importantes y trascendentales y deberían servir para explicar a los ciudadanos los respectivos programas electorales sobre asuntos tan acuciantes y perentorios como la crisis en el sector primario y el campo, el cambio climático, la crisis energética o la amenaza de Rusia y los populismos. Se debería hablar, en definitiva, de Europa. Pero no se hace. Los dos partidos van a enfrascarse en un cruento cuerpo a cuerpo con acusaciones mutuas, barriobajeras, personificadas en sus dos líderes.
Más allá de sondeos, el PSOE cree partir con ventaja, y también el PP. Ahora bien, ¿está Feijóo calibrando de forma acertada la estrategia política? Génova cree que estas serán las elecciones que pongan la puntilla definitiva al sanchismo cuando quizá esté vendiendo la piel del oso antes de tiempo una vez más. Sánchez ha salido fortalecido tras su carta abierta a la ciudadanía, que ha logrado movilizar a las bases contra el auge de la extrema derecha, contra la máquina del fango promovida desde la prensa derechista y las redes sociales y el lawfare judicial o golpe blando.
La experiencia de anteriores elecciones viene a enseñarnos que los españoles siguen sintiendo pánico y horror ante el retorno del franquismo en la forma de un partido como Vox que pretende derogar las conquistas sociales de los últimos años. Con esa baza, la incertidumbre ante el futuro de millones de ciudadanos, juega el presidente del Gobierno, que encara un nuevo plebiscito (y ya van unos cuantos). Hay una mayoría silenciosa, un voto oculto, que se moviliza a última hora movida por ese factor. Sánchez le está diciendo al votante: o yo o el nuevo fascismo posmoderno. ¿Surtirá efecto el cuento del que viene el lobo otra vez? Las respuesta el próximo 6 de junio.