Testimonios de los empleados del Banco Popular

27 de Octubre de 2017
Actualizado el 02 de julio de 2024
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A lo largo de los últimos meses el grupo editorial Diario16 ha publicado datos sobre la operación destinada a la descapitalización del Banco Popular. Hemos hablado de en qué consistían dichos movimientos y las estrategias a corto para rebajar el valor de la acción para dejarla en un precio atractivo para que la sexta entidad financiera del país fuera comprada por otro banco; de cómo grupos de accionistas diseñaron dicha operación bajista; de cómo se contrató a Emilio Saracho con el único objetivo de liquidar al Popular; hemos hablado de cómo las entidades supervisoras, Banco de España y Comisión del Mercado de Valores, miraron para otro lado mientras que en el caso de Liberbank actuaron casi de inmediato prohibiendo las operaciones en corto; de cómo no había sólo intereses económicos, sino también políticos; de cómo se malvendió al Santander por un euro tras la intervención del Banco Central Europeo dejando a cientos de miles de pequeños accionistas con acciones sin valor.Sin embargo, hay un colectivo enormemente perjudicado y que vive en la incertidumbre que no es otro que el de los empleados, muchos de ellos también accionistas. Los trabajadores del Popular han vivido la destrucción de una entidad en primera línea de batalla, han llorado junto a los clientes, muchos tenían que trabajar medicados porque la tensión era enorme. Según fuentes consultadas por Diario16, además, a muchos empleados que invirtieron en la última ampliación se les está reclamando el pago de los anticipos concedidos para la compra de acciones.Este artículo hoy no lo protagonizará nadie más que ellos. A nuestra redacción han llegado decenas de testimonios. Hoy publicaremos dos de ellos, respetando la petición de anonimato de sus protagonistas. No sabrán si es un hombre o una mujer quien les cuenta cómo están viviendo su situación. Son dos casos que reflejan a miles de los empleados de un banco que ha sido expropiado para satisfacer las necesidades de unos pocos.«Después de ya algunos días de la sorprendente noticia de la compra del Banco Popular por el Santander, la sensación de incredulidad y rabia todavía está presente en mi ánimo.» Desde luego, todavía no me siento trabajador/a del Banco Santander, más al contrario, visualizo dicha empresa como aquella que está llamada a ocasionar un montón de dramas humanos y familiares entre la plantilla del Popular. Nuestra compra por ellos provocará irremediablemente una reducción drástica de los puestos de trabajo y, como consecuencia, mayor número de empleados a la calle, al paro.» Lo más triste es que l@s emplead@s, como los/as ganadores. Que si éramos la plantilla más preparada, la más cercana al cliente, la más sufrida y esforzada e, incluso, la peor pagada y tratada. Todo esto era un mantra que circulaba públicamente por todo el sector y los medios de comunicación especializados. La realidad es que esta tan meritoria plantilla es, en primer término, quien va a sufrir las consecuencias de un acto más político que económico y de una penosa gestión de las cúpulas dirigentes sin ser culpables de ninguno de los supuestos males que han atribuido a la ya extinta entidad.» En los meses precedentes a este hecho se llegó a echar mano de una manida sentencia por la cual "Los del Popu teníamos un ADN especial y diferenciado del resto de compañeros del sector". Siempre me pareció una mamarrachada e incluso hoy me lo parece en algún sentido, pero, es indiscutible, que tenemos nuestros rasgos diferenciales y que, figuradamente, bien se podría aseverar que tenemos un ADN propio y particular. Desde luego, ese ADN no nos sirvió para evitar lo acontecido... porque en dicho ADN también nos imprentaron de forma sutil el miedo y la sumisión más indigna.» De aquellos barros estos lodos... pero aún siento la pena de haber perdido una de mis referencias vitales: ser emplead@ del Popular.» Sólo queda fluir». 
 «Miércoles 7 de junio de 2017. Acudo a mi puesto de trabajo como cada día. Entro en la oficina y recibo la peor de las noticias: el Banco Popular ha sido vendido por 1 euro a Banco Santander. Una extraña sensación recorre mi cuerpo una mezcla de incredulidad y aturdimiento. De hecho, durante unos minutos anduve por la sucursal de un lado a otro como desorientad@ tratando de asimilar lo que estaba ocurriendo.» Seguro que no soy el/la únic@ que se ha sentido así. Los acontecimientos se han sucedido tan rápido que se hace muy complicado hacerse a la idea de lo que está sucediendo. Y la rutina diaria no facilita las cosas ya que la plantilla viene soportando esta situación desde hace meses y con el añadido de la presión, malas formas y amenazas que siguen fustigándonos día a día.» “¡Vamos, un esfuerzo más!” “¡Sois el mejor activo que tiene Banco!”. Cuántas veces hemos escuchado estas frases. Cuántas veces estos remeros de galeras han llevado al César a hacer esquí acuático remando al límite de sus fuerzas; cuántos remeros se han quedado por el camino dándolo todo por su empresa.» Años y años haciendo ganar cientos de millones de euros al Popular, para, al final, morir en la orilla.» El Popular, ese banco insumergible, buque insignia de la banca española, el banco más eficiente del mundo, el más rentable. ¡Imposible de hundir! Pues sí, el barco se ha hundido… o lo han hundido.» El Popular ha tenido una muerte titánica. Pero en este caso no ha chocado con un iceberg sino con varios. Pero sólo lo sabían los jefes… los pasajeros no tenían ni idea de lo que estaba ocurriendo. Hasta que se dan cuenta, pero ya es demasiado tarde. Los máximos responsables tratan de escapar como ratas de una muerte segura mientras que el barco se hunde… y la orquesta sigue tocando como si no pasara nada. Sigue sonando la música mientras que esa inmensa mole se va a pique de la forma más cruel… y desaparece.» Obviamente en esta comparación, la orquesta son los empleados del Banco, los pasajeros los clientes y de los jefes…mejor no hablamos. ¿O sí?» Prefiero no sumar los importes que se han llevado nuestros máximos dirigentes porque el resultado puede herir la sensibilidad de más de uno, pero, sin hacerlo, ya resulta inmoral el saqueo al que han sometido las maltrechas arcas de la entidad. Dinero procedente en parte de miles y miles de horas de prolongaciones de jornada, de presiones para “vender” ciertos productos no aptos para muchos clientes y recientemente de una ampliación de capital de 2.000 millones de euros en donde se ha condenado a más del 75% de los empleados y cientos de miles de clientes a perder muchísimo dinero y en muchos casos a seguir pagando préstamos y anticipos para adquirir dichas acciones… ¡maldita la hora!» ¿Y ahora qué? ¿Qué va a pasar? Nadie lo sabe…o nadie lo quiere decir.» Me quiero resistir a pensar que mi empresa ya no existe. Pero es la realidad. Es una mezcla de rabia, impotencia, indignación y pena.» Rabia por el desenlace de todo lo que ha venido acaeciendo en los últimos meses. Impotencia porque no vamos a poder hacer nada ante la que se nos viene encima. Estamos a merced de nuestro nuevo dueño. Indignación por el trato al que se ha visto sometida la plantilla a lo largo del tiempo exprimiéndonos cual limones de temporada y tirando las cáscaras. Pena por ver cómo la empresa en la que much@s llevamos trabajando años y años entregándoles los mejores años de nuestras vidas, renunciando a actos familiares, perdiendo horas de estar con nuestros hijos que sólo crecen una vez y nos lo hemos perdido, simplemente se ha evaporado.» Señoras señores, se acabó la función. Esta obra ha terminado, pero no se vayan porque comienza otra».
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