En septiembre de 2022, Isabel Díaz Ayuso afirmó en el Debate sobre el estado de la Región que «vamos a reducir a la mitad los tiempos máximos de espera, a lo que dedicaremos 215 millones de euros. Garantizaremos un tiempo de espera inferior, de media, a los 45 días para cirugías, primeras consultas y pruebas diagnósticas; un máximo de 60 días para intervenciones sin riesgo vital y de 90 días para los procedimientos más comunes de las listas de espera».
Hoy es el Día de la Comunidad de Madrid y, a menos de cuatro semanas para las elecciones autonómicas, Ayuso ha demostrado que es la reina de la propaganda y una mendiga cuando se trata de gestionar una comunidad autónoma para todos los ciudadanos, independientemente de su situación social.
Decenas de miles de personas están sufriendo torturas físicas y psicológicas en la Comunidad de Madrid de Isabel Díaz Ayuso, un territorio en el que se violan sistemáticamente los derechos fundamentales de las clases medias y trabajadoras mientras se beneficia a los poderosos, a los que tienen pasta y están «montados en el taco». Esas clases privilegiadas son las protegidas, aunque su fortuna venga de la corrupción o del blanqueo de capitales.
Hoy vamos a contar un caso concreto, el de un hombre que está sufriendo las consecuencias del incumplimiento de la Constitución por parte del gobierno de Ayuso. La crueldad de la situación es que el testimonio que vamos a publicar le está sucediendo a decenas de miles de personas en la Comunidad de Madrid.
Cuando se habla de protección de la sanidad pública, no se puede olvidar jamás que la Carta Magna afirma en su artículo 43 que «se reconoce el derecho a la protección de la salud. Compete a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios. La ley establecerá los derechos y deberes de todos al respecto».
Isabel Díaz Ayuso está, día sí y día también, defendiendo la vigencia de la Constitución de 1978. Sin embargo, en lo que se refiere a los derechos reconocidos en la misma en materia social, la actuación de su gobierno no difiere mucho de lo sucedido el 1 de octubre de 2017 en Cataluña.
Maltrato, violencia y tortura
Diario16 ha conversado con Javier [nombre ficticio por petición de nuestra fuente], un hombre que sufriendo el maltrato, la violencia y la tortura por parte de la sanidad pública madrileña. Javier es consciente de que hay listas de espera pero también está sufriendo por el hecho de que su caso es el mismo que están sufriendo decenas de miles de ciudadanos. «Cuando escucho a Ayuso decir que Madrid tiene la mejor sanidad del mundo, me tengo que rebelar porque eso es mentira», afirma Javier.
La tortura comenzó cuando, en abril de 2022, durante una revisión rutinaria, se descubrió que en los ojos de Javier había algo que no era normal. La cita con oftalmología no se la dieron hasta el mes de octubre y le detectaron una catarata en el ojo derecho. La operación fue el 23 de enero de 2023 y todo salió bien…, en principio. El 1 de marzo, en la consulta en la que, en teoría, deberían haberle dado el alta, la oftalmóloga que le había operado le da otro diagnóstico: debido a la descompensación que se había generado, en parte por la catarata, era necesario realizar otra operación.
«Lo primero que le pregunto es cuánto tiempo transcurrirá hasta que sea esa operación, puesto que el postoperatorio ha sido de un mes en el caso del ojo derecho. Entonces la doctora me dice que, más o menos, podrían tardar unos 21 días en operarme porque va a ordenar que la operación tenga carácter preferente. Así nos lo dejó claro en la consulta y así lo reflejó en el documento que luego tuve que llevar a lista quirúrgica para que pidieran la cita para esa intervención. A la semana de concluir el preoperatorio para el ojo izquierdo me puse en contacto con lista quirúrgica. Les explico, después de un montón de llamadas, e incluso de días en los de no pude contactar con nadie en el hospital Severo Ochoa de Leganés consigo hablar con ellos, les explico cuál es la situación y me dicen que si iban a ser 21 días, pues que estaría ya al caer la comunicación pero que debía esperar porque aún no había sido programado por los oftalmólogos. Allí constaba que mi operación era preferente, que se trataba del ojo izquierdo y que en este caso no había sido programada por oftalmología», explica Javier.
A la semana siguiente volvió a llamar y un administrativo, tras escuchar nuevamente la historia, le dijo que le devolvería la llamada, cosa que, a la fecha en que se produjo esta entrevista, Javier aún no ha recibido.
Después de esperar y esperar, el 5 de abril acudió al hospital y puso una reclamación verbal. El resultado fue que tomaron nota y le dijeron que ese mismo día lo comunicarían a oftalmología. Tras la Semana Santa, y no haber recibido respuesta, Javier vuelve al Severo Ochoa, a la oficina de Atención al Paciente, para preguntar su reclamación. La respuesta fue surrealista: como han estado de vacaciones, no lo han podido resolver.
Javier nos cuenta que «les volví a recordar que era una operación preferente y que ya se estaba yendo de plazo porque estaban a punto de superarse los 21 días. En esa conversación que mantengo con la administrativa que estaba atendiéndome les dije qué es lo que pienso y les digo que si acaso están haciendo una huelga encubierta o es una descoordinación muy bien orquestada porque no había por dónde cogerlo porque, de alguna forma, se tenía que haber resuelto el tema. Hay palabras mayores en esa visita a atención al paciente y cuando les pregunto que cuál es la fecha de de la operación, la respuesta que me dan es que no lo saben y que ni siquiera ha llegado la comunicación a oftalmología. Regresé a casa y volví a llamar a atención al paciente con el fin de poner otra queja verbal puesto que la conversación había derivado en que se sentían amenazados por decirles las cuatro verdades del barquero de lo que pensaba que podía estar ocurriendo habida cuenta de que yo tenía una información que me llegaba por fuentes sanitarias, según la cual se había producido una descoordinación puntual dentro de la lista de espera quirúrgica de la Comunidad de Madrid y estaba afectando a este hospital. Esto no les gustó mucho. Total que cuando yo llamo desde mi casa para hacer esa reclamación, se me llega a decir que no existen las operaciones preferentes».
Javier se quedó perplejo porque en la documentación preparada por la cirujana decía claramente que la operación tenía carácter preferente. Entonces es cuando decide preparar dos reclamaciones escritas, a las que Diario16 ha tenido acceso. La primera la entrega de manera presencial en el Severo Ochoa, donde se produjo otro encontronazo verbal que, según Javier, terminó con aplausos de las personas que allí estaban esperando.
«Esta situación está teniendo consecuencias para mi estado de salud física y mental, con un tratamiento para la ansiedad. Antes de la operación yo estaba trabajando normal, pero a raíz de todo esto y de esta espera desesperante tuve que ir al médico de cabecera y explicarle qué estaba sucediendo. Me dijo que, puntualmente, podía subir la medicación, pero que, desde luego esto es algo que sea de recibo porque al final yo no sé si esto puede ser una negligencia, es decir, que se esté empeorando mi estado de salud precisamente por estar a la espera de una operación y, aparte, porque hay una baja de por medio que perfectamente podría ser muchísimo más corta tratándose de una operación que, para empezar, son ordinarias. Las operaciones de cataratas se hacen de 20 en 20 todos los días en todos los hospitales de España», afirma Javier.
Entonces, ¿qué está sucediendo en el Severo Ochoa de Leganés? ¿Así funcionan los hospitales de la pretendida mejor sanidad del mundo? Este es el desastre sanitario de Isabel Díaz Ayuso.
Javier está pasando una verdadera tortura porque «después de la operación que se me realizó, mi visión no está en condiciones ni siquiera mirar un móvil o ponerme a escribir en un ordenador. Los mareos y los dolores de cabeza son continuos y cuando salgo a la calle y no puedo caminar mucho el cacao visual que tengo es muy grande. No puedo hacer una vida normal. Ya veremos si eso puede ser un motivo de negligencia. Yo no lo sé, no soy abogado, pero podría serlo. La situación es que, a día de hoy, todo sigue igual. No ha habido ningún tipo de comunicación ni por escrito, ni por correo electrónico, ni por teléfono, y sigo esperando a que se me opere el ojo izquierdo. No creo que sea bueno el estar mucho tiempo con esta situación. Estoy maniatado, o sea, me siento maniatado por la Administración de Ayuso que es la máxima responsable de lo que está sucediendo. Al fin y al cabo, si no tienen personal, como a mí se me hizo saber el día que estuve en atención al paciente, desde luego no es mi problema, eso lo tendría que resolver la Administración junto con el hospital, pero la situación no la tenemos que pagar los ciudadanos».
Además, el alargamiento de la baja laboral también está teniendo consecuencias económicas para Javier. «Yo tengo que estar trabajando y, aparte de por razones de salud, necesito estar activo. Hago el llamamiento, a quien le corresponda, para que pongan ya orden en esta situación porque algo debe estar pasando porque se ha producido una descoordinación puntual en las listas de espera. Entonces, alguien tendrá que explicar cómo está afectando esto a los ciudadanos, alguien lo tendrá que explicar. Conozco mi caso y otros casos que me llegan de rebote por otras personas que han sido intervenidas y desde luego hay hospitales donde se interviene un ojo en una semana y el ojo siguiente a los 15 días. Hay otros hospitales donde se intervienen los dos ojos a la vez. Esta información me la facilitó el médico de cabecera porque lo primero que me preguntó fue en qué hospital tienen que operarte y al decirle el Severo Ochoa me dijo que ahí operan primero un ojo y luego el otro. Pero la diferencia pueda ser de un mes, mes y medio, 21 días, pero no mucho más».
La tortura, la violencia y el maltrato de la sanidad de Isabel Díaz Ayuso es evidente. Hoy es 2 de mayo. La presidenta tiene su día de gloria y de protagonismo, pero muchos ciudadanos sufren las consecuencias de sus gravísimas carencias de gestión y de la ausencia absoluta de empatía.