Yolanda Díaz se asfixia en el ambiente militarista del Gobierno

Sánchez da el paso y adjudica un 2 por ciento a gasto en Defensa, lo que arruina la imagen de Sumar y de la izquierda real

22 de Abril de 2025
Actualizado a las 12:20h
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Pedro Sánchez y Yolanda Díaz en una imagen de archivo.
Pedro Sánchez y Yolanda Díaz en una imagen de archivo.

Pedro Sánchez ha zanjado la cuestión del aumento del gasto en Defensa por la vía rápida: sin apenas debate en el Consejo de Ministros, ninguneando a los socios de coalición y por decreto. Asunto concluido, a otra cosa. El Gobierno ya trabaja con planos concretos, sobre el terreno y en los cuarteles, para aumentar hasta un 2 por ciento del PIB el gasto en Defensa de España comprometido con la OTAN y la UE en el marco del proyecto de rearme.

El objetivo está en marcha y nada ni nadie puede pararlo. Sánchez ha impuesto la praxis del ordeno y mando y no habrá mucho más que decir ni que hacer. Ante esta tesitura, ¿en qué posición queda Yolanda Díaz? Sin duda, en una situación complicada. Y no solo ante el presidente del Gobierno, que ya apenas cuenta con ella en un tema espinoso como es Defensa y en el que ambos mantienen posturas ideológicas encontradas, sino ante su propia parroquia, ante las bases, ante la militancia. Díaz no atraviesa por su mejor momento político. La ruptura con Podemos y el desgaste lógico del Gobierno han hecho embarrancar el proyecto Sumar. Desde Izquierda Unida, ya hay quien reclama un cambio de capitana y un golpe de timón, en definitiva, replantear la estrategia de cara al futuro porque, por este camino, el proyecto camina hacia el despeñadero. De celebrarse hoy las elecciones generales, la coalición podría dejarse en la gatera cientos de miles de votos y quizá un buen puñado de escaños. Un descalabro, por mucho que Díaz consiga contener el ascenso de Podemos. La formación morada la tiene sentenciada y Pablo Iglesias ya solo vive para ver el momento de que la mujer a la que él mismo eligió, a dedazo, caiga en desgracia.

Mucho de este bache demoscópico de Sumar tiene que ver con el aumento del gasto en Defensa propuesto por Sánchez. Para el presidente del Gobierno esta inversión es innegociable, algo ya decidido y adjudicado. No hay marcha atrás. La UE (y la OTAN) obligan. Y en esa encrucijada, Díaz está vendida, con las manos atadas, sin apenas margen de maniobra. La vicepresidenta y ministra de Trabajo ha mostrado públicamente y ante la prensa su total disconformidad con este plan –“más tanques y menos mantequilla”–, pero ese brindis al sol no cuela entre los votantes de la izquierda real. Un comunista de toda la vida jamás entenderá que esté votando a un partido que acepta sin rechistar las órdenes del alto mando otanista. Y, desencantado, ya piensa en la abstención o algo peor: en la deserción.

De momento, el Gobierno ya ha aprobado, vía Consejo de Ministros, diferentes partidas presupuestarias para mejorar el material y la infraestructura de nuestros ejércitos. Se habla de un préstamo inmediato de Industria de 1.000 millones para el programa espacial PAZ 2, una apuesta de Margarita Robles que permitirá a los militares obtener imágenes de objetivos reales desde el espacio. Pero hay más. Ingentes cantidades de dinero para la Armada y asignaciones para renovar nuestra anticuada flota de cazas y aviones. Robles ha diseñado un plan para que España alcance cuanto antes los objetivos comprometidos con Europa. Los cinco ministros de Sumar ya han mostrado su no más rotundo y han presentado alegaciones por escrito. Eso es tanto como declararse en rebeldía tras una agria discusión en el Consejo de Ministros. Hasta en diez ocasiones han dejado por escrito que no están de acuerdo con el aumento del 2 por ciento decidido por Sánchez.

“España no debe aceptar que más gasto equivale a más seguridad”, aseguran fuentes de Sumar. Para el partido, una seguridad exclusivamente militarizada no solo resulta “ineficaz” ante amenazas tan complejas como las que afronta Europa, sino que “erosiona” las bases democráticas del proyecto europeo, y cree que el debate sobre la seguridad europea “no se trata de cambiar una palabra, sino de cambiar todo un proyecto”.

“No se trata solo de cuánto invertimos, sino de cómo lo hacemos y con qué objetivos estratégicos. Europa ya gasta más que Rusia en defensa, pero esa inversión no se traduce en una mayor capacidad operativa ni en una capacidad disuasoria efectiva”, afirman las citadas fuentes.

Sumar reconoce que el contexto internacional ha cambiado y considera que “Europa no puede permanecer impasible ante esta realidad”, pero ha incidido en que “reducir la autonomía estratégica de Europa a una carrera de gasto armamentístico sería un error histórico”. Nos encontramos, sin duda, ante una nueva contradicción en la izquierda real. Gobernar supone aparcar principios utópicos irrenunciables y tomar decisiones ingratas sobre lo que más conviene en cada momento al país. No se puede estar en el Gobierno y en la disidencia, en el poder y en la oposición, en Moncloa y protestando en las calles. En misa y repicando. Si Yolanda Díaz quiere seguir ocupando un puesto de referencia en la izquierda española tendrá que salir del Gobierno por coherencia personal y política. Si se queda, ya sabe a lo que atenerse. El aumento de gasto militar es inevitable. Son los nuevos vientos de la historia. En la mano de Díaz está: o ser coherente (como diría Julio Anguita) o quedar en evidencia como alguien que no predica con el ejemplo. En ambos casos pierde: bien el poder o bien la integridad. Tendrá que elegir antes de que se hunda definitivamente en el barro de la incongruencia.

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