En un mundo global donde un tuit puede tener más impacto que una política pública, las redes sociales se convierten en el escaparate ideal para cualquier agente económico, ya sea individuo, empresa o país. Andalucía no es la excepción a esta regla. En este contexto digital, los hashtags sirven como alertas sobre las noticias del momento, y quien se vuelve viral, se convierte en la tendencia dominante.
Si hablamos de tuit, debemos de incluir los hashtag (#) que son aquellas palabras claves, precedida con una almohadilla, que nos avisan de las noticias del momento e, incluso si se hace viral, ya formas parte de la galaxia “trending topic”, convirtiéndote en la tendencia del momento.
Pues bien, si hablamos de tendencias andaluzas estas son las siguientes: #desempleo, #andalufobia, #subdesarrollo, #colonización, #pobreza, #exclusiónsocial, #migración, #turificación, #sequía, #doñanacontaminada, #sanidadchungo, #educaciónpeor, #serviciossocialesnitecuento, #juanmaloharía, #cadizparoeterno, #huelvafukushima, #sevillatieneuncentralismoespecial, #malagacapitaldelaturitificacion, #cordobasinagua, #granadasinluz, #jaenolvidada, #almeriabolasdeloeste, y #andalucíadesigual, entre otros hashtag. No obstante, si existe un hashtag que resume todo lo anterior hablamos del #1d3andaluz.
Para ponernos en órbita andaluza, según Red Andaluza de Lucha contra la Pobreza y Exclusión Social (EAPN-A) el 38,7% de la población andaluza está en riesgo de pobreza y/o exclusión social. Esto pone de manifiesto, nada más y nada menos, que “uno de cada tres familias andaluzas (1d3)”, aproximadamente, son desiguales con todo lo negativo que esto implica socioeconómicamente, y ya no sólo Andalucía sino para cualquier nación que posea tal desastroso dato.
El #1d3andaluz es más que un dato; representa un sistema injusto que desequilibra la distribución de ingresos y riqueza, afectando otras esferas de la vida en Andalucía como la edad, género, origen geográfico, cultura, religión, etnia y capacidades diferentes.
Este sistema fomenta el acceso inequitativo a recursos vitales como la sanidad, la educación y el mercado laboral, exacerbando la discriminación y contribuyendo a la destrucción del medio ambiente. Por tanto, nuestro gran desafío como nación es denunciar que el #1d3andaluz va más allá que una simple cifra y que representa todo un sistema injusto que nos sepulta, una y otra vez, a obtener siempre los peores datos socioeconómicos.
En esta línea, el #1d3andaluz propicia un malestar general que potencia la desconfianza en las instituciones. Esto último acentúa brechas y descontento social que, unido a una crispación política, está vislumbrando graves conflictos sociales. Ya no podemos soportar más un #1d3andaluz ya que como queda claro deslegitima un sistema socioeconómico que apenas genera oportunidades para todos y todas.
Por otro lado, hay que cambiar el relato y ser claro, conciso y contundente: “Andalucía no es pobre sino desigual”. Poseemos abundantes recursos socioeconómicos, pero la gestión de estos recursos por las élites políticas y económicas no ha hecho más que perpetuar la desigualdad, como lo demuestra el persistente #1d3andaluz
Existen determinadas fuerzas socioeconómicas que explican la desigualdad en Andalucía como: #privatizaciónserviciospublicos, #concentraciónsectoreseconómicosclaves, #competitividadnefasta, #sinvozandalucistaenlasinstituciones, #financiaciónautonómicacaduco, #cambioclimatico, #dependenciasocioeconómica y #universidaddesconectada, entre otros.
Además, la #productividad es un indicador clave que nos enseña porque nuestro sistema es inequitativo y porque nuestra gente resulta ser desigual; es decir, este indicador nos explica adecuadamente casi todo nuestro #1d3andaluz.
Poseemos el penúltimo peor dato del territorio español con respecto al índice de competitividad regional (2020), según Economistas Consejo General. Este dato pone en notoriedad que vestimos las peores cifras de productividad. Dicho de otra manera, apenas tenemos industrias, las empresas que generamos no son innovadoras, y los productos que exportamos no ofrecen gran valor tecnológico. En este caso, al no ofrecer productos de alta tecnología, el mercado laboral que ofrecemos, generalmente, es de subalternidad y la relación real de intercambio, cociente entre el precio de las exportaciones y el precio de las importaciones, es ridícula.
Paralelo a lo anterior, la globalización nos lleva a un laberinto sin salida y, de seguir así, sin retorno, ya que no producimos productos de alto contenido tecnológico provocados, entre otros motivos, por la continua deslocalización. Esto proyecta que nuestras relaciones con el comercio internacional son las que son; es decir, las de producir tomates, llevar bandejas y especular con cualquier activo inmobiliario mientras que otras naciones fabrican coches, ordenadores e inteligencia artificial. A partir de aquí, podemos intuir qué balance comercial tiene Andalucía con respecto al mundo.
Desde la Unión Europea, apoyado por el centralismo estatal, se manifestó, en nombre del progreso, la siguiente consigna desarrollista: “si nos especializamos en sectores económicos como el sector servicio (mayoritariamente, construcción, turismo, agricultura y rentismo) llegaremos a un crecimiento económico que provocará un efecto goteo a toda la población”. Sin embargo, después de más de cuarenta años de Constitución Española, más de treinta año de UE y más de veinte años de la emisión de la moneda única (Euro) Andalucía se sigue mostrando al mundo con un gran #1d3andaluz.
Por ello, y a pesar de décadas de desarrollo y asistencia de la Unión Europea y el estado central, seguimos sin competir en sectores económicos que producen bienes de alto contenido tecnológico. Esto nos ha llevado a un laberinto de dependencia económica y a una falta de bienes y servicios de calidad, impidiendo la construcción de un Estado del Bienestar adecuado. Asimismo, al ser dependientes no tenemos poder de negociación con respecto a otros países lo que implica, la pérdida en absoluto del control de todo elemento que tenga que ver con la cesta de la compra. Por tanto, el sueño andaluz de que todos y todas podamos llegar a fin de mes se desvanece por completo.
Es crucial que desde el andalucismo busquemos compañeros y medios de comunicación que promuevan esta visión, que Andalucía no es pobre sino desigual. El #1d3andaluz, es tanto una causa como una consecuencia de un sistema socioeconómico que perpetúa unas reglas del juego que genera disparidades significativas ante entre nuestros ciudadanos. De hecho, puede llegar al punto, incluso, de vislumbrarse casos de extrema exclusión y marginalidad social.
A ver si empezamos a tener claro que la palabra #pobre es “indigno” y la odio. Cuando la gente habla de pobres lo hace con una superioridad moral como si ellos o ellas les satisficieran pedir limosnas; y, por si fuera poco, pretenden naturalizar su situación como personas que están en ese conclave porque se lo merecen o no han trabajado lo suficiente. Pocos hablan sobre la verdad de la falta de oportunidades para todos y todas, y casi nadie habla de que no somos pobres sino desiguales. No preguntes más porque eres pobre sino lucha por los mecanismos que construyen a los países en desiguales. Y con más inri en Andalucía para que de una vez destruyamos nuestro #1d3andaluz.
Seamos conscientes, vivimos bajo la trampa del #1d3andaluz, y nuestros y nuestras jóvenes se van de nuestra nación con una cara más triste que una barriga vacía de un niño o una niña. En este sentido, si no nos ponemos manos a la obra nosotros mismos será imposible huir del atolladero del #1d3.
Y, a estas alturas con tantos “dolores” vividos, sabemos lo que ocurre con las políticas socioeconómicas actuales y con la gaviota anidando entre nuestras cabezas; es decir, más #1d3andaluz.
El día que miremos Andalucía como nación y el andalucismo sea nuestra inquietud, todo cambiará en la tierra del sur…
#vivaandalucialibre
#1d3andaluz
#noal1d3andaluz
#xlarevoluciondelosdesiguales