El pasado abril les escribía un artículo sobre estos dos personajes que comenzaba de la siguiente forma:
En política, como en la vida, hay encuentros inevitables… y desencuentros todavía más inevitables. Algunos, como el que nos ocupa, se enquistan. Y aunque el calendario avance, hay miradas que no se olvidan, palabras que no se perdonan y diplomacias que, más que frías, son de hielo industrial.
Dicha política, en ocasiones, puede ser variable o desigual, pero al final suele situarse siempre del lado del poderoso, a quien le tocará decidir, con la autoridad que se le ha conferido, sobre el lugar que cada uno ocupará en la Mesa.
Al final, así ha resultado, y lo peor han sido los daños colaterales. En este caso, una posición en la foto final, como si se tratase de una despedida discreta pero culposa de nuestro presidente, con un aislamiento extremo —probablemente elegido, quizás fruto de una decisión algo infantil— situado a un metro de distancia del que le precede en la fila. Dura y triste foto en la cual existía un condenado ante Europa. ¡Pero es nuestro presidente todavía, y no debía haberse excluido!
Me cuentan cosas difíciles de confirmar, y solo el transcurso del tiempo o un giro abrupto de los acontecimientos las aclararía……
Al parecer el Gobierno habría optado por “salvar los restos del naufragio que tienen en España conocido”, complaciendo con ello a sus socios, y, posteriormente esperar a subir inevitablemente los impuestos.
Se confiaba, a priori, en que el tipo de redacción del documento pudiera interpretarse de distinta manera y forzar así una excepción para España, confiando en nuestra picaresca habitual, y con la esperanza de atraer a otros Miembros a nuestra causa. ¡Craso error! Más o menos se nos manifestó que aquello era un Contrato de Adhesión al considerado amo del mundo, que ostenta el control sobre los que le rodean y que, además, posee la ventaja de disponer de los entresijos de la situación, es decir, la industria armamentística occidental.
A mayor abundamiento, recordarán la visita a Madrid del secretario general de la OTAN, dentro de su gira programada por países miembros. Surgieron, como es habitual, discrepancias de interpretación entre los principales actores, en las que el autor no va a entrar, ya que, según los expertos, estas controversias siempre responden a intereses económicos y estratégicos ocultos, predominando casi siempre los de la industria armamentística occidental, la cual se beneficia de las ambigüedades calculadas en estos documentos, redactados por auténticos especialistas.
Finalmente, las bravuconadas de Trump amenazando a España no merecen ni una pizca de atención. Ya conocemos, dicho coloquialmente, sus estilos fenicios de negociación. Hubo, algún momento refiriéndose a España en el que estuvo cerca de tratarnos como a Zalensky en la Casa Blanca, si hubiera tenido más tiempo y “jugara en casa”-
Otra cosa fue el “almibarado” Mark Rutte, al que le ha debido salir algo costosa, cara a la opinión pública europea, la misiva cursada a Trump en el Air force One, y su posterior filtración realizada a los Medios. Reverencias de aquél dirigidas a su nuevo amo (meester eerbiedigen), en holandés, combinando la expresión “de meester”, que significa “el amo” o “el señor”, con “eerbiedigen”, que implica reverenciar o mostrar respeto —o más bien, servilismo extremo— ridiculiza en cierta firma a los Miembros de la OTAN, pero persiste en el autor en el deseo, de que al estar escrito en holandés alguien se lo haga llegar.
La filtración puede servirle de lección en adelante, y más aun siendo político, se vuelve a comprobar, que ni entre ellos mismos se respetan mínimamente.