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62 muertos no son suficiente

11 de Enero de 2017
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Hemos tenido que esperar más de 13 años para que un informe del Consejo de Estado responsabilice a Federico Trillo del accidente del Yak-42, de la muerte de 62 militares españoles, siendo en aquel momento, 26 de mayo de 2003, Ministro de Defensa. Algo que todos los militares y personas cercanas a este estamento ya sabíamos.

Era un hecho conocido por los militares, tanto los que viajaban en esos aviones, como del resto, y sus familiares, que corrían más riesgo de perder la vida montados en esas aeronaves, llenas de parches, que en el destino de su misión.

En aquel momento Trillo no fue destituido, todo lo contrario, por ésta y otras grandes acciones se le recompensó, cuando el PP volvió al Gobierno, con el puesto de embajador en Londres. Algo que a Margallo, en su momento, le supuso una de sus primeras rectificaciones "los embajadores serán personal del cuerpo diplomático, no políticos".

Los familiares de las víctimas del Yak-42 han tenido que esperar y soportar, que el responsable de la muerte de sus padres, maridos, hijos siguiese representando al pueblo español como embajador, para que ahora se le destituya de forma silenciosa.

Federico Trillo no se responsabilizó en ese momento de la muerte de 62 militares que trabajaban a su servicio en nombre de España, y ahora se pretende que tampoco dé la cara por su falta de criterio e integridad, cuando permitió que un destacamento de militares españoles volviesen a su hogar, después de haber cumplido su misión en un avión de esas características.

Pero esto es algo que los familiares y los que recordamos esa tragedia no estamos dispuestos a permitir.

No creo equivocarme en que será recordado como el peor Ministro de Defensa de la democracia. Porque aún siendo esta su más trágica gestión, no debemos olvidar actuaciones gloriosas como las vividas tras el asalto al Peñón de Perejil, y frases que quedarán en el tímpano de todos los españoles, como "Las playas están esplendorosas", pasado un mes del vertido en Galicia del Prestige.

Pero esto es lo que pasa en España, donde no es conocido un Ministro que dimita por una mala gestión o una vergonzosa actuación.

Aquí lo que se lleva es que el resto de compañeros del Gobierno de turno, incluído el Presidente, y el partido político que sustenta al mismo, cubran y busquen un sitio en donde colocar las posaderas del errado, para que así pueda seguir cobrando del conjunto del país.

Pero ya que la falta de ética en algunos de nuestros representantes es un hecho, por desgracia, más que probado, y no reconocido por quien debe de hacerlo, debemos ser desde la ciudadanía quien recordemos que quien se equivoca debe asumir las consecuencias de sus acciones, obligando a que se tomen las medidas necesarias.

En la España que yo quiero la humildad, honestidad, responsabilidad, sensibilidad serían valores intrínsecos de todo aquel representante público, junto con la valentía de asumir los errores cometidos. Siendo este uno de mis deseos para el recién estrenado 2017.

 
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