Sánchez, más palmeros que Peret

17 de Julio de 2024
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Sánchez, más palmeros que Peret

Casi tan conocidos, cuando menos visualmente, que Peret eran sus palmeros. El tío Toni (el de las gafas), el tío Joanet y el tío Huesos acompañaban al maestro de la rumba en saraos, galas, conciertos y películas. Si Peret hacía de obrero, eran obreros de la construcción. Si taxista, allí que estaban dando palmas con su uniforme. Sin venir a cuento en muchas películas aparecían de la nada a dar palmas y hacer los coros a Peret —cuando no les tocaba a José Luis López Vázquez o Antonio Ozores—. Los más grandes palmeros, sin duda.

Hoy en día son menos conocidos, son más variados, son diversos quienes hacen de palmeros del gran cantante de la política española: Pedro Sánchez. Nada puede hacer sin palmeros. Pareciera que sin ellos no puede decir una cosa y la contraria al mismo tiempo. O acudir a cualquier inauguración sin que aparezcan por allí. Unos dirán que es para que el pueblo no le grite cosas feas y acallar las voces críticas. Cierto que en España hay tontos a paladas, más aquellos que no tienen otra cosa que hacer que ir a insultar al presidente del gobierno —¿no trabajan? ¿viven de paguitas? ¿son vagos por ser de Vox o son de Vox por ser vagos?—, pero hay ocasiones en las que el pueblo le ignora y allí están los palmeros.

Algunos son parte de los sugus —sobrenombre que pusieron dentro del grupo sanchista en primarias a todas esas personas que, sin utilizar el cerebro, repiten lo que les pongan por delante y defienden lo que haya que defender aunque sea contrario a los principios socialistas (hasta en Izquierda Socialista los hay, que tiene mandangas)—, otros acuden porque se juegan los puestos de trabajo. El caso es que su sanchidad logre caminar entre vítores y proclamas de alegría a su gran persona. Cubrirle el ego, vamos. Lo hacen en la calle, en el seno del partido y hasta en Moncloa.

Si hay algo que ha provocado más vergüenza que los posibles saludos con pocas ganas de jugadores como Carvajal o Yamal, son los gritos de “¡Presidente, presidente!” de los hijos e hijas de los empleados de Moncloa antes de recibir a los jugadores. Súmenle el marrón que les dejó a los jugadores al obligarles a firmar o hacerse fotos con los retoños y los enchufados del complejo monclovita. ¿Necesita Sánchez que le hagan la pelota hasta ese extremo? ¿No se dan cuenta los de Comunicación que es peor esa imagen que algo más aséptico y normal? ¿No se dan cuenta que llevan desde el primer día haciendo el ridículo porque —esto lo sabe cualquiera que haya estudiado un poco de Ciencia Política (la de verdad, no la de los politólogos de la tele)— los entornos culturales son distintos y lo que funciona en Francia puede no funcionar en Israel?

Que el presidente del Gobierno no es muy inteligente, más con el jaleo que tiene con los apaños de su señora esposa —si no es ilegal es muy feo y asqueroso, aunque a él eso le de igual si suben los ceros de su cuenta corriente—, es obvio para cualquiera que no haya sido sanchezirado, pero que sus asesores no le indiquen que cae mal por todas estas cosas, es para premio a la inutilidad a cambio de un buen sueldo.

Además, Sánchez es un explotador laboral importante. Para él las jornadas de trabajo de los asesores y demás enchufados de Moncloa pueden ser de hasta 20 horas diarias (debería la menestra de Trabajo mandar alguna inspección). ¿No son capaces en todas esas horas de decirle que por ese camino van mal? Utilizar a los hijos e hijas de los empleados monclovitas ya es política de baja estofa y de una completa carencia de un mínimo ético. Curiosamente una ética que luego él va exigiendo a los demás.

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