Si no se da cuenta que así no se puede gobernar...

20 de Diciembre de 2024
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Si no se da cuenta que así no se puede gobernar...

Veinte votaciones perdidas en un solo día. A cualquier gobierno que le sucediese eso estaría pensando esa misma noche si convocar elecciones o cambiar la coalición de gobierno. En España el partido sanchista parece no inmutarse por ello. Se pierden, pues ya se ganarán deben pensar en Moncloa y Ferraz y, si no, a aguantar todo lo que se pueda.

Más allá de la posible corrupción del sanchismo, porque los presuntos casos de corrupción son todos derivados del núcleo duro del sanchismo, la realidad es que hasta sus socios de gobierno, Sumar, se pasan al bando contrario en las votaciones. Lo paradójico es que eso se haga en leyes que han sido debatidas y aprobadas —porque todo lo que se aprueba en el consejo de ministros es un mandato colectivo— por todos los ministros del gobierno. Si no les gustan ¿por qué no dimiten? Porque ni por asombro dejan el cargo y la cantidad de paniaguados que tienen colocados.

PP no tiene escrúpulos en pactar con PNV y Junts —¿No eran estos últimos unos traidores a España, unos golpistas y demás apelativos que utilizan comúnmente? ¿Dirá algo la prensa de derechas sobre el juntarse de PP y Vox con los separatistas traidores?—, o con el mismísimo diablo si fuese necesario, para impedir que el gobierno pueda ejercer de eso, de gobierno. Más allá del cuestionamiento ético de los pactos ¿contra natura?, lo que debe hacer la oposición es intentar que el presidente del gobierno no ejerza el poder con total comodidad. Si además tuviese algún tipo de alternativa real para España, ya sería una locura, pero es pedir demasiado a tan pequeñas personas.

El jueves por la noche, cuando Pedro Sánchez haya llegado a Moncloa, seguramente no haya podido dormir —bueno sí, porque pactar con Podemos le iba a quitar el sueño y los tuvo junto a él y no se le notaba carencia de descanso— pensando que esta no es forma de ejecutar la acción de gobierno. Si las leyes no van a poder salir adelante, si las enmiendas van a ser rechazadas, si para poder tener unos presupuestos acordes a las exigencias reales de España ha de tragar con todo lo que le pida Carles Puigdemont, seguro que ha pensado en dimitir o convocar elecciones. Es algo que cualquier español de a pie tiene claro. ¿O no?

Parece que no.

El problema que conlleva el aferrarse al poder cuando las cuentas parlamentarias no cuadran, cuando se van prorrogando los presupuestos, cuando las necesidades económicas de los españoles no pueden ser solucionadas, cuando se habla de seguir siete años más en Moncloa, es que la democracia —realmente poliarquía— acaba dañada y se menoscaban los principios y valores fundamentales. Sobre principios y valores no cabe hablar con Sánchez pues ha demostrado de sobra tenerlos; tampoco sus socios de gobierno son unos dechados de virtudes —como no lo son los de la oposición—, pero la prensa progre, por muy paniaguada que sea, algo debería decir. Los sanchistas no piensan y entienden que todo lo que haga su amo y señor está bien, pero ¿no hay ningún grupo en el PSOE que se preocupe por la extensión de la pobreza entre los españoles?

Si no se da cuenta de que así no se puede gobernar, que a sus trucos de magia se le notan todos los engaños, que hay algo por encima de su persona y su grupo de sanchistas, como es el bien común, ¿qué queda hacer entonces? Porque para soluciones malas vale cualquiera, pero para las buenas, las que realmente engrandecen a un país, parece que no hay nadie. Al final, sean los hunos o los hotros, están a sus cosas y no al interés general del país. Ni de la prensa, de los hunos y los hotros, emergen figuras o grupos que antepongan los intereses generales a los particulares. Al final ese medio que parece que dice algo que podría ser que sí, no hace más que pisar el freno en cuanto ve que puede perder su subvención (de los hunos y los hotros). Y hoy lo importante es que se den cuenta, el primero Sánchez, que hay cosas más importantes que sus posaderas.

Post Scriptum. Había una vez un tal Alfonso que puso a su hermano Juan a utilizar su despacho. Pese a todo lo que se dijo a Juan no le condenaron y salió absuelto, pero Alfonso dimitió por una cuestión ética. ¿Imaginan que un familiar utilizase para sus negocios la Moncloa o que tuviese un presidente de Comunidad donde hacer negocios en contratos a dedo? Aquí no tienen ética, ni los hunos, ni los hotros.

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