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A la greña

04 de Febrero de 2017
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Pablo Iglesias
Pablo Iglesias tiene verborrea, grave, posiblemente incurable. Tratamiento no hay. Crónica va a ser. Habla y habla a velocidad de vértigo. Tanto que se fija poco en si construye bien o mal las frases. El determinante va por un lado, el sustantivo por otro. Nada de concordancias. Ni el femenino con el femenino ni el masculino con el masculino. El singular se va con el plural y viceversa. A veces usa el artículo en masculino y se acuerda de las mujeres y añade el femenino, pero deja el artículo sólo para ellos. Una cosa lamentable desde el punto de vista de la lengua. Pero no hay que parar en estas minucias me dirían él o sus adláteres: hay que avanzar en las conquistas sociales, no es tiempo de detenerse en esto o ésta.

Que no le acusen falsamente. A feminista no le gana nadie. Ahora dice que nombra a Errejón y a Tania Sánchez a la vez por eso, porque es feminista y las mujeres en su partido tienen que estar en la línea de salida. La meta es otra cosa, se podría deducir, pero porque la gente es muy mal pensada.

Apabulla. Coloca las frases a tal velocidad que se le escurren hacia el suelo o se van por el aire rápidas mientras el oyente o el interlocutor intenta cazarlas y se desasosiega porque no hay forma de agarrarlas. Unas se chocan con las otras, se dan codazos, se contradicen, pero siguen adelante, hay que salir de su boca como sea.

Su subconsciente lo traiciona una y otra vez. Se da ya como vencedor. Habla como vencedor. Pero, de momento, andan a degüello, entre ellos. Una cosa de locos. Corrientes, dice, pero fluyen como torrentes desbocados. Es buena la confrontación de ideas, pero las buenas son las suyas, que no se despiste el oyente y se crea las patrañas de los demás.

Y él en primera persona: masculino singular. Hablará, él claro, se da ya por seguro vencedor de esa contienda interna, con el Partido Socialista, dice, con Madina, en concreto. Porque ése le gusta y se puede entender, asegura. Y si tiene que hablar con los otros, esto es, con los que se presentan y pueden llegar a cortar el bacalao, pues también tendrá que hablar, masculino singular otra vez. Él y sólo él. Se lo guisa y se lo come todo.

El Partido Socialista, quién te ha visto y quién te ve, parece decir, y puede ser que ya se vea el dueño y señor de la izquierda. Tampoco es tan raro. Cinco millones de votos, presume. Y los socialistas bajando. Y despedazándose también entre ellos, que en esto no se quedan atrás. Sánchez ha vuelto. Y nadie se va. Susana se deja querer, calcula cuándo será buen momento para dar el paso final. Cálculos. Todo son cálculos. Menuda tropa. Andan deshojando la rosa roja. Sin pétalos la tienen ya. Ajada. Ni roja parece de tan sobada como está.

Que dan algo de miedo, se ha atrevido a decirle una periodista. Por eso no les votaron más en las generales. De qué. Son el pueblo. Ellos. Él. Como Luis el francés, en realidad. Dueño y Señor del Estado. Pero el glamour se lo quedaron en la France.

Y predica y predica. Habla y habla. Un sacamuelas parece. O un feriante. Ofrece de todo, pero no sé por qué, tras oírle y oírle, se saca la conclusión de que, por no dar, no dará ni la hora.

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