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Acabar con la humanidad

20 de Diciembre de 2024
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Acabar con la humanidad

Tiene su aquel que consideremos moderno y hasta posmoderno este continuo renegar de la naturaleza humana. Eso que llaman transhumanismo y hasta posthumanismo consiste en alabar y confiar en la ciencia, la tecnología, los conocimientos inmensos, pero sin confiar en absoluto en las personas, en la humanidad.

El ser humano, la persona, ya no es el centro. El dinero, el poder, son los que se encuentran en el centro. No hay otro dios que el dinero que procede del control absoluto del conocimiento. El hijo de este nuevo dios, el nuevo salvador, nos librará de nosotros mismos, nos despojará de nuestra humanidad. Nos liberará del tiempo. Puede que hasta nos libere de la muerte.

Ya nadie quiere transformar la sociedad. Nadie quiere poner en marcha una política que haga más felices a los seres humanos. Se trata más bien de transformar al ser humano a base de biotecnología y hacer realidad cualquiera de nuestros deseos. Nada nos será negado. Seremos como dioses, prometen los profetas del transhumanismo y la biotecnología. Ya no seremos personas, sino extensiones de la máquina. La máquina total, la máquina totalitaria. Para qué ser humanos, si la naturaleza humana es limitada, imperfecta, perecedera. El nuevo ser debe dejar de ser humano. Eliminar lo humano nos permitirá vivir en un mundo feliz, sin horrores como la guerra.

Comenzaremos eliminando los géneros. Seguiremos convirtiéndonos, como los modernos automóviles, en híbridos de humanos y máquinas, tal vez acabemos convertidos en ciborg. Pero eso no basta. El objetivo es que constituyamos, creemos, fundemos, una nueva especie, una transespecie.

La transespecie nos permitirá ser cuanto queramos, con habilidades, capacidades, nuevos órganos, nuevas posibilidades sensoriales. Cambios que nos hacen más iguales. Cambios que nos permiten concebir el mundo de nuevas maneras.

El gran debate es hasta dónde llegaremos en estas transformaciones. Cuántos implantes sensoriales, orgánico, inorgánicos, podremos soportar. Cuánto mejoraremos, hasta dejar de ser especie humana y ser transespecie. Hasta dónde llevaremos el derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo.

Eso que denominan el mejoramiento humano debe tener su regulación y sus límites: La biotecnología debe tener su punto de equilibrio en el ejercicio de la bioética. Es cierto que debemos ser independientes y autónomos, pero no podemos justificar con ello la indecencia, la injusticia, las desigualdades.

Sin embargo no es eso lo que nos ofrecen los posthumanistas. Para ellos el derecho a decidir sobre cuanto afecta a su cuerpo es lo primero, sin límite alguno. La especie humana mejorada se encuentra por encima de cualquier otra consideración. La revolución de las nuevas tecnologías, de los robots, la revolución digital, incluso la inteligencia artificial es sólo el primer paso.

Unos cuantos iluminados se han empeñado en terraformar Marte. Esa aventura no podemos afrontarla nosotros, tal como somos. Tan pequeños, tan limitados, tan efímeros. Por eso argumentan que sólo un nosotros mejorado en el cuerpo y en la mente podría plantearse asumir tales retos. En la tierra y fuera de ella.

Los cohetes del todopoderoso dueño de X, los avances en Inteligencia Artificial, y la biotecnología son para estos pensadores la base del futuro que nos espera. La técnica no es siempre, ni necesariamente mala. Pero tampoco es buena siempre y en todo caso. No es buena la utopía de quienes depositan toda su fe en la biotecnología, ni tampoco la de quienes quieren volver a la Prehistoria.

¿Cuándo dejamos de imaginar y de soñar que podríamos construir una humanidad mejor? ¿Cuándo comenzamos a creer que, cual modernos Frankenstein, como renovados Prometeos, seríamos capaces de recrearnos a nosotros mismos a base de inventos, de innovación, de la renuncia a ser nosotros mismos?

¿Cuándo aceptamos vernos encerrados en esta cárcel de modernidad transhumanista, en la que todo en nuestra vida se encuentra ya decidido en función de la eficacia, la eficiencia, la rentabilidad, el egoísmo personal? ¿Cuándo nos convencieron de que esa cárcel se llamaba libertad? La ciencia, la tecnología, puede contribuir a hacernos más libres, o puede esclavizarnos. La misma tecnología que permite a unos ricos realizar un paseo espacial es la que lleva explosivos a los lugares donde se encuentran civiles, convirtiendo muchos lugares del planeta en lugares de terror.

Entender la libertad como la posibilidad de hacer cuanto queremos, sin límite alguno, es desentender la propia libertad. No seremos más libres por ser más transhumanos, sino por ser más conscientes de nuestra naturaleza humana, de la dignidad de cada vida y del respeto a los derechos de cada ser vivo.

Acabar con la humanidad no tiene sentido, ni nos conduce a parte alguna. Para pensárnoslo en el 2025 que se avecina.

 

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