Iñigo Errejón ha sido metooizado. El neologismo no es mío. Lo he copiado descaradamente de la última novela de Virginie Despentes titulada " Querido capullo" recomendado por una buena amiga y que habla de alcohol, drogas, machismo y cancelación. Metooizar me parece un magnífico verbo para resumir una mezcla desquiciada y rastrera de linchamiento, hipocresía y propaganda. Que el linchado sea en este caso uno de los principales impulsores en España de este método histérico y totalitario no deja de ser "justicia poética", la misma que ya sufrieron Ramón Paso o Carlos Vermut por nombrar solamente los más recientes condenados sin juicio previo.
En realidad no necesitaba neologismo alguno. En España tenemos un buen número de dichos y refranes que podríamos aplicar a distintos aspectos del caso: "El que a hierro mata a hierro muere" "El hábito no hace al monje" "Hacer leña del árbol caído" "Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces" "Piensa el ladrón que todos son de su condición" y un largo etcétera que se haría interminable de enumerar. Finalizaría con uno de los aforismos que le fascinaban a ese extraordinario erudito francés llamado La Rochefoucauld : " La hipocresía es la concesión del vicio a la virtud".
Si. De hipocresía va todo esto. Estamos vigilados obsesivamente por un movimiento, el Me Too ,que en sus distintas vertientes( supremacía femenina como detentadora de una verdad incuestionable y exclusiva poseedora del papel de víctima, progresismo beatífico, imposición de un lenguaje inclusivo y gramaticalmente absurdo y reiterativo, actitudes inquisitoriales y no se cuantas majaderías más) decía en sus diversas y siempre totalitarias facetas se ha apoderado del discurso público imponiendo una moralidad cuya transgresión conlleva el linchamiento social y el ostracismo para el pecador con la destrucción de su presunción de inocencia como principio legal fundamental. En definitiva, el Me Too ha traído sin pudor alguno el reino de la arbitrariedad. Que el propio Errejón desempeñara con gusto el papel de inquisidor a la mínima de cambio resultaría hasta gracioso. El zorro criptomachista cuidando del gallinero victimizado. Claro, sería gracioso si fuese un mero sainete burlesco. El final constituiría la apoteosis, con todos los políticos de "Sumar"( cambiado su nombre por un "Sudar" nervioso) haciendo ejercicios de olvido acelerado de su relación con el presunto lujurioso al que tanto deben. La verdad es que, con colegas como estos (ya ex colegas) casi prefiere uno muchos enemigos de la derecha y la ultraderecha como dicen ellos. Y otra cosa que se echa en falta es el conocido discurso de los bulos y la máquina del fango. No debía de tener Errejón muchos amigos en la cúpula del poder, ya que denuncias anónimas muy similares son tratadas de modo completamente distinto según se trate de uno u otro político.
Lo peor es la carta exculpatoria del acusado. Yo prefiero la soberbia y la chulería de un Bárcenas o un Ábalos que el lloriqueo quejoso. "A lo hecho pecho" para continuar con los refranes. Dice algo así como que no podía soportar las contradicciones entre la persona y el personaje. Supongo que Errejón conocerá que el término "persona" proviene del latín y se refiere a la "máscara del actor", alguien que representa un papel en una obra de teatro, un personaje. Todos en cierta medida, como personas que somos, vamos dando nuestra mejor imagen y ocultamos las aristas más problemáticas de nuestro carácter frente al público potencial en los distintos contextos en los cuales nos desenvolvemos. y que constituyen el gran teatro del mundo, la constante feria de las vanidades. De hecho, en la actual sociedad del espectáculo, de los políticos ya solamente quedan las máscaras pero sin contenido alguno. Son caricaturas formadas de frases vacías y eslóganes publicitarios que necesitan venderse a un público exigente de decorados llamativos, quejoso, a veces hastiado y a veces hedonista y deseoso de ser estimulado en sus emociones para encontrar los chivos expiatorios adecuados para sus frustraciones y sus cabreos. Lo que era Errejón, un actor inicialmente bastante bueno, pero que olvidó su papel y al que sus falsos amiguetes obsequiaron un texto trucado que ha destrozado su personaje y liquidado su impostura. Este texto es igualmente falso ya que dudo que el destronado actor se haya transformado de un día para otro en una especie de Ted Bundy (ya saben, el asesino en serie cuyas víctimas se rendían a su engañoso atractivo). No, sus ya ex compañeros están representando todos la misma comedia, esa que Jacinto Benavente titulaba "Los intereses creados" que, en este caso, son políticos. Como Pedro a Jesucristo le negarán tres veces, o tal vez muchas más. O harán como hacía Stalin que borraba de las fotos a todos aquellos que aunque fuesen viejos bolcheviques le incordiaban de uno u otro modo. Afortunadamente, nadie propone el fusilamiento de Errejón. Se limitan a despellejarle en público, arrancarle sus condecoraciones y humillarle sin piedad. ¡ Qué gran espectáculo!
Por cierto, no se pierdan la función de la semana que viene en las elecciones de EEUU con dos grandes estrellas de la interpretación. Suspense hasta el final. A lo Hitchcock. De allí precisamente viene la "wokología" y la "metooización". A ver si la RAE espabila e introduce los nuevos términos con premura que buena falta hacen en nuestro léxico, demasiado pobre para tanta trascendencia.