La “Ley Mordaza” la impuso Mariano Rajoy con su gobierno en 2015, para contrarrestar la contestación social a favor de los derechos fundamentales de asociación, reunión y manifestación y con arreglo a sus exigencias, se reforzó las demandas de la Policía Nacional y la Guardia Civil, dándoles más poder e impunidad, incluida la presunción de veracidad en sus argumentos, en contraposición con los de la ciudadanía y más facilidad en la utilización de la represión con material antidisturbios.
Ir de forma mimética cada cuatro años a depositar papeletas en urnas, aunque los interesados nos lo quieran vender como que eso es la democracia, pero debemos reflexionar y considerar que ese es un acto ínfimo de la democracia que, solamente según se está demostrando, le da “patente de corso” a los políticos para que utilicen sin darnos cuenta ni explicación, el uso de nuestro voto de la forma que mejor le convenga a su grupo político o peor aún a él personalmente. Lo cierto es que, los políticos se comprometen sólo durante la campaña electoral y aprovechan para pedir el voto, pero después de celebrarse las elecciones, como se suele decir: “si te vi, no me acuerdo”.
La política y la democracia justa y noble, debe formar parte de nuestras vidas pues nos afecta a todos, por eso se hace necesario encontrar y aplicar ideas y normas que, desde la motivación, nos incentive y motive a participar más activamente. Los políticos no han estado ni están por la labor de modificar la actual situación, que debe contemplar la apertura sobre un debate para abrir un nuevo proceso constituyente y es que, sólo 3 de cada 4 españoles de hoy en día (el 16,2% de los habitantes actuales, aquel 6 de diciembre de 1978 por ser mayores de edad pudimos votar en referéndum la Constitución).
O sea, que le estamos imponiendo a la mayoría de la población una Constitución que no votaron. En caso de no producirse ese nuevo proceso constituyente, pero si es evidente la necesidad de realizar profundos cambios en la Constitución, que nos acerque más a la realidad que estamos viviendo. Por supuesto, se debe hacer con sosiego y desde un amplio debate del conjunto de la Sociedad, que debe contemplar mediante referéndum la decisión entre otras, acerca del modelo de Estado que deseamos, blindaje y obligación para respetar y que se lleven a efecto los derechos humanos y las libertades y las garantías básicas de trabajo, vivienda, educación, sanidad y servicios sociales.
Se debe acabar con el principal problema que es la lacra de los políticos profesionales y sus privilegios. Nadie (haciéndolo bien), debería estar en la política más de 16 años (esta medida se debería contemplar con carácter retroactivo) y, en un mismo cargo solamente 8 años. Por supuesto, si tiene un cargo público y otro orgánico, que no sean al mismo nivel (de lo contrario serian juez y parte) y debe prevalecer éste, pues es el institucional con los presupuestos que administran, el susceptible para desviarse a conductas inadecuadas e indeseables. En este sentido, la única organización política que da ejemplo es el PNV, pues al respecto contempla en sus estructuras la bicefalia,
Los militantes y órganos de los partidos son meros “ceros a la izquierda” y no cuentan para nada, ya que dependen para acceder a los cargos del dedo de sus respectivos dirigentes, en consecuencia, se debe implantar las listas abiertas e igualmente con relación a las primarias, para que los cabezas de listas no sean elegidos a la carta y sólo puedan participar exclusivamente los jerarcas.
Una ley de partidos políticos que desarrolle el articulo 6 de la Constitución, y fundamentalmente contemple sus financiaciones y otra electoral que, como ocurre en otros países de nuestro entorno, mediante la ampliación del número de escaños reduzca las circunscripciones electorales, haciéndolas por distritos y así, los electores estarían mucho más cercanos a su electorado, lo que obligaría a los partidos políticos a presentar como candidatas o candidatos a las personas más conocidas y apreciadas por sus vecinos. Tenemos entre otros, los ejemplos de Gran Bretaña, con un parlamento compuesto de 650 diputados y Francia con 577. El ámbito de los partidos políticos tendría que ser el mismo de los territorios a gobernar.
Se tiene que buscar los cauces adecuados para que la democracia sea lo más participativa posible, mediante consultas y referéndums a diferentes niveles que sean vinculantes. Imprescindible una ágil y eficaz ILP (Iniciativa Legislativa Popular), que contemple y haga efectivos en las Cortes e instituciones que procedan, los apoyos obtenidos desde y por la ciudadanía.