Me animo a escribir sobre Religión quizás casi la primera vez en mi vida o, al menos, desde hace mucho tiempo.
Y lo hago para hablar de alguien que acaba de irse de este mundo: el Papa Francisco I.
Jorge Mario Bergoglio, un jesuita que accedió al máximo nivel de representación de la Iglesia Católica convirtiéndose en el primer Sumo Pontífice nacido en un país iberoamericano.
Se va de la Tierra dejando una huella imborrable de hombre bueno, de verdadero enviado de Dios. Querido por la mayoría y odiado por unos pocos que sólo están en el mundo para apretar la tierra que pisan, como diría el poeta Antonio Machado. Sí, la fachosfera que nunca ha querido a este buen hombre porque la concepción de la fe en Cristo no coincide con su falso y sucio criterio sino con aquel que muchos hemos pensado que está recogido en la Biblia.
Quien escribe esto, no se considera ni ateo ni agnóstico pero tampoco creyente en ese Dios o en ese Jesucristo que intentan colarnos los poderosos hermanos gemelos idénticos de los políticos de la calle Génova o de la otra Ultraderecha que no hacen más que hablar de Dios en vano cometiendo una y otra vez blasfemia. Blasfemia porque si acudimos a la Biblia, Jesucristo siempre miró por los que menos tenían, por los desvalidos, los impedidos, desgraciados e incluso prostitutas en contraposición de los Feijoó, Abascales, Alvises y falsos socialistas de turno que más que venir a este mundo a hacer el bien, vinieron para hacer tanto mal como sus corrompidas almas les permitan. Y eso, siempre estuvo presente en la liturgia de Francisco I.
Siempre hubo verdad, honradez y perdón. Hubo vida, fe y esperanza. Hubo tantas cosas buenas que seguramente, él puede haber sido el único Papa que me ha merecido admiración y respeto dentro de mis convencimientos e ideales socialistas.
Y es que si alguien acude a las Sagradas Escrituras, verá que Dios hecho carne fue voz de vida, de servidumbre a los demás, de enseñanza, de perdón y de sabiduría. Fue fuente de inspiración para escritores y poetas posteriores porque fue capaz de remover conciencias y de desafiar al poder establecido enseñándoles sus carencias pero respetando las leyes de los hombres. Y eso creo que ha sabido comunicarlo Francisco I.
Futbolero como servidor, supo capitanear el equipo de la Iglesia Católica y quizás será recordado por Argentina de la misma forma que lo será siempre "el Diego", "el pibe". Y curiosidades de la vida, le acompañó por la senda de la muerte un futbolista también argentino como Hugo "el Loco" Gatti.
Sin duda, como titulo se va un hombre bueno. Alguien que hizo honor a eso de que los clérigos son pastores y servidores de Dios pues creo que lo hizo con muchísima dignidad.
Por todo ello, tengo claro que le echaremos de menos mucha gente sin duda alguna.
Descanse en paz.