Te fuiste dando las gracias, y dando lasgracias nos despedimos muchos, muchísimos, hoy de ti...
Gracias por decorar con tu música, tantos denuestros momentos especiales.
Gracias por lograr con la sencillez de tusnotas, penetrar en nuestros más escondidos recovecos del amor, del sentimiento,de la ternura, o incluso de la tristeza.
Gracias por hacernos bailar. Gracias porhacernos reír. Gracias por poder decir gracias con tu voz. Gracias, Pau...
Te fuiste envuelto en música y poesía,cubierto de instrumentos que vestían las palabras que nos querías transmitir, lassensibilidades que nos quisiste regalar... Y hoy, a cada minuto, a cadasegundo, alguien te recuerda, emocionado, porque no hacía falta ser tu amigo parasentir amistad por ti...
Y escucho tu música, y entiendo tus letras...
Recuerdo el brillo de tu mirada, laprofundidad de tus pupilas repletas de experiencias vividas. Limpios ytransparentes ojos, tanto como el agua del río tras las lluvias de otoño. Conellos hablabas, igual que hablas con tus versos y partituras. Últimamente, eranel fiel espejo de tus batallas libradas...
Pero ni siquiera la fatiga de los años delucha, pudo evitar que de tu alma de cristal naciese de nuevo la música, esamúsica que tenías incrustada en tu piel, esa música tan imprescindible como elmás vital de tus órganos.
Has volado dejando aquí los trozos del puzleque componía tu esencia, las piezas cuidadas que han ayudado a escribir muchosde nuestros caminos.
Tu espíritu limpio se ha ido, pero tu corazónaquí se ha quedado, difuminado entre las calles donde, alguna vez, alguien teha escuchado cantar... Difuminado entre las calles donde muchos, muchísimos,tendremos la fortuna de poder seguir escuchando tu tierna y, por siempre,eterna voz...
Adiós, Pau.