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Las admoniciones de los bocazas

08 de Julio de 2025
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Las admoniciones de los bocazas. Felipe y Aznar

Entre los conocimientos que te ofrece la vida caminando por ella y observando a las personas, uno de los más significativos es comprobar que quien más sermonea a los demás es, curiosamente, quien más debería controlar su verborrea, quien más debería callar, para evitar que afloren sus desvergüenzas que desvergonzadamente olvidan. La memoria es siempre selectiva e interesada. Lo malo es que todos tenemos una trayectoria, más si vives de la cosa pública, del poder, y más en la actual era digital donde todo deja un rastro, donde todo se almacena y convierte en una sombra algorítmica imborrable de la que no te puedes desprender.

Hay un buen número de asertos populares, de refranes —por la boca muere el pez es el que más me gusta—, para referir la presencia eterna de este fenómeno social personalizado en el bocazas que es la persona que habla más de lo que aconseja la discreción. Bocazas cuyo parloteo nunca es inocuo, y adquiere un grado superlativo de infamia cuando, con convicción espuria, expone sus opiniones en tono dogmático y de suficiencia. De este modo el bocazas se convierte en un pontificador que reparte admoniciones y dogmas, como si estuviera en un púlpito eclesial dirigiéndose al pueblo llano, que considera sin capacidad para pensar, para orientar su pensamiento a los objetivos políticos que persigue.

En este tiempo de tribulación sin fin, hay dos pontífices deambulando por la escena pública embarrándola cada vez que abren la boca que, viniendo de familias políticas opuestas, con el paso del tiempo han venido a coincidir en el mismo objetivo: eliminar como sea al enemigo P. Sánchez. Los extremos se tocan, es otro conocimiento de vida para significar como todas las controversias y disputas subidas de tono en el pasado, se olvidan cuando una persona, un enemigo común, concita el resentimiento que albergan por haber quedado reducidos al papel de abuelo cebolleta, en un contexto social y político en el que ya no pintan nada.

Papel que se resisten a aceptar, aunque sus afirmaciones resulten ignominiosas, tales como que Aznar pida la cárcel, y Felipe González la dimisión para su enemigo declarado, sobre el que no pesa ninguna investigación ni sentencia judicial por corrupción. Medicina expeditiva que González no se aplicó cuando acompañó en su ingreso en prisión a su ministro del interior, José Barrionuevo, y su secretario de estado de interior, Rafael Vera, tras ser condenados por el caso GAL, del que todavía no se sabe —pero se intuye— quién fue la X de la que partieron las órdenes. 

Hoy FGlez se deja utilizar, se arrastra, por los medios de la derecha para propalar su discurso anti PSOE, anti Sánchez, que devalúa su trayectoria política y demuestra que nos tuvo engañados con su traje de pana, al desvelar en sus declaraciones que ya no queda nada de lealtad ni ideología en sus neuronas, donde prima seguir pintando la mona cual jarrón chino que nunca se sabe dónde colocar. No aceptar el paso del tiempo en lo personal ni en lo político, es lo propio de quienes se resisten a dejar de marcar el paso a los demás, lo que les convierte en dañinos bufones sin gracia.

Aznar, con 12 de los 14 ministros de su penúltimo Gobierno imputados, sentenciados, encarcelados o a la espera de entrar en ella por corrupción, y una trayectoria plagada de vaivenes ideológicos —hablo catalán en la intimidad— para conseguir gobernar, y de mentiras execrables con las que pretendió engañar a los españoles —atribuir a ETA los atentados del 11M, y la existencia de armas de destrucción masiva en Irak que supuso la invasión del país—; debería, siguiendo su silogismo, estar en la cárcel.

La diferencia entre FGlez y Aznar estriba en que el primero ha perdido su capacidad de influir en la militancia del PSOE, motivo por que se deja manosear por el conglomerado mediático de la derecha, donde ponen altavoz a cualquier figurón socialista de la vieja guardia que no perdona a P. Sánchez que no se dejara teledirigir y manipular por ella. Por el contrario, Aznar aún mantiene su influencia como adalid del sector duro, gracias a la débil y errática personalidad política del actual líder de la derecha Feijóo. Dos santones cuyas andanzas emponzoñan la política nacional, sin darse cuenta que con sus exabruptos fuera de lugar y tono, dan oxígeno a P. Sánchez.      

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