Nuria Suárez Hernández

Al agresivo Trump el mundo cuestiona

01 de Mayo de 2025
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Al agresivo Trump el mundo cuestiona

¿Trump está loco? Esta pregunta recorre cada día los debates ante cada medida del presidente de Estados Unidos. Pero pensar que lo que sucede es fruto del carácter de algunos mandatarios nos impide analizar la realidad. En política es importante leer cada hecho, gesto o palabra de los gobernantes, como la expresión de un plan, un proyecto y una línea de actuación programada.

Parémonos un momento en un hecho reciente: la visita de Meloni a la Casa Blanca. Y valoremos la foto que ha sido portada en los medios en los últimos días, así como las palabras de Trump sobre la presidenta italiana.

La recepción, aparentemente muy cálida, ha estado llena de sonrisas; pero en la imagen que se ha difundido se observa a Meloni por debajo de Trump, no porque tenga menor estatura, sino porque está situada en un plano inferior y en desequilibrio; mientras el presidente de EEUU con un mano la señala con el dedo de forma más bien grosera y con la otra la atrae hacia él como si estuviera saludando a su sobrina y no a una jefa de gobierno. En las declaraciones posteriores Trump dijo “está haciendo un fantástico trabajo en Italia y estamos muy orgullosos de ella”, un comentario que la coloca como una persona tutelada.

Esta es la relación degradante que la actual administración norteamericana establece con un país que se ofrece como aliado.

No hace mucho dio la vuelta al mundo la “recepción”, más bien bronca, en la Casa Blanca al presidente Zelensky. En este caso el líder de un país que no se pliega a los planes que para Ucrania han trazado entre Rusia y EEUU. Trump intentó humillarlo, criticando incluso su vestuario y hacerle una “encerrona” en el Despacho Oval retransmitida a todo el mundo. No lo consiguió, Zelensky no bajó la cabeza en ningún momento.

Estos dos ejemplos expresan el tipo de hegemonía que la administración Trump intenta imponer. Quieren establecer una “dictadura mundial”, en la que EEUU no tenga que reconocer ninguna legalidad, ni a ningún organismo internacional. Para el actual gobierno yanqui no debe haber relaciones de alianza entre países, sólo hay vasallos.

En coherencia con este camino Trump ha elegido jugar sus cartas, con dos criminales de guerra: Putin y Netanyahu. Israel juega un papel fundamental como su gendarme en Oriente Medio y perpetra un genocidio en Gaza. Rusia aumenta la presión sobre Europa, empezando por la invasión de Ucrania. Difícil encontrar un trío que despierte tanta aversión.

Pero una cosa es cuáles son los objetivos del gobierno de Estados Unidos y otra es la realidad. Quieren someter el comercio mundial con sus aranceles, pero ya un 70% de las mercancías en nuestro planeta se intercambian sin la participación de Estados Unidos. Quieren dominar la economía mundial, pero representan sólo el 25% del PIB global, mientras los BRICS suponen el 36%. Quieren dividir a los pueblos para imponer sus intereses, pero cada vez son más los países que no aceptan sus imposiciones. Hasta el presidente de Canadá, hace poco un socio muy cercano, ha declarado que su relación histórica con EEUU “se acabó”, mientras el Reino Unido también se acerca a la Unión Europa.

Aunque la política de Trump sea extremadamente contraria a la paz y a los intereses de los pueblos (como vemos en Palestina y Ucrania), sea enemiga de los derechos humanos, y dañina para el comercio mundial, esta agresividad es un signo de debilidad. Cuando se necesita imponer una dictadura es porque el poder está puesto en cuestión. A esto responde la política de Trump.

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