Está meridianamente claro que, electoralmente, en nuestro país, hay dos bloques claramente conformados: la derecha del PP más la ultraderecha de VOX más algún grupo minoritario como Unión del Pueblo Navarro (UPN) o Coalición Canaria (CC), y el PSOE con el apoyo de los partidos a su izquierda, fundamentalmente SUMAR, Podemos e Izquierda Unida (IU), con el apoyo de otros grupos menores y los que tienen implantación regional como los Comunes (Cataluña), Más Madrid, Compromis (Comunidad Valenciana) o el Bloque Nacionalista Gallego.
Como quiera que el bloque de derechas lo tiene muy claro aunque luego, a la hora de gobernar, ya sabemos cómo se las gasta VOX con sus particulares “caprichos” capaces de dinamitar gobiernos. No es para el PP un socio demasiado fiable, máxime si tiene que mantener sus compromisos con la Unión Europea (UE) a la que Abascal le tiene fobia.
El problema se plantea en el bloque de la izquierda, fundamentalmente por lo difícil que se plantea la unión entre SUMAR, Podemos e IU. En la legislatura actual, Podemos se salió de la estructura de SUMAR, en la que entraron a regañadientes, al no aceptarse que Irene Montero repitiera como ministra de Igualdad, cargo que, en esta ocasión, quería para sí el socio mayoritario, el PSOE.
Desde el abandono de SUMAR, Podemos ha dirigido su acción política más que a construir, a ser oposición del grupo de Yolanda Díaz, aprovechando que, en esta legislatura, al revés de lo que ocurrió en la anterior, los grupos de izquierda con el PNV, no pueden sumar una mayoría suficiente, por lo que se tiene que estar a lo que piensa Junts, es decir Puigdemont desde Waterloo, que no se lo pone fácil al gobierno a la hora de legislar.
La derecha catalanista de Junts, le exige al gobierno concesiones que no le puede dar. Por ejemplo, que se hable el catalán en Europa, que ya es algo que depende de la Unión Europea, y que se le aplique la amnistía a Puigdemont, pero el juez Llarena entiende que la prevaricación no puede ser perdonada. Es cierto que cabría un recurso posterior al Tribunal Constitucional, una sala más favorable a la amnistía, pero no se pararía ahí el proceso, porque Llarena llevaría el caso a la Justicia Europea con lo que supone de tiempo e incertidumbre. Cabe recordar que, al final, con las ideas del felizmente jubilado juez García Castellón, la ley de Amnistía aprobada con el apoyo de Junts, estos de encargaron de tumbarla para reformarla incluyendo los peligros que acechaban debido a este juez.
Este escenario le ha servido a Podemos para hacer oposición al gobierno y especialmente a SUMAR, calificada como izquierda débil, lo que ha llevado a los de Pablo Iglesias a que, recientemente, hayan nombrado a Irene Montero como su candidata en las elecciones generales. Una medida de luces muy cortas porque Podemos, en solitario, con un 3% de apoyo popular, sacaría unos tristes resultados de 0-1 diputados, pero se tirarían a la papelera sus votos.
La necesidad aprieta y, por las buenas o las malas, la izquierda del PSOE tiene que ir unida a las elecciones si se quiere impedir la llegada de PP y VOX al gobierno. Para ello, y para impedir que se tomen decisiones en mesa de camilla, las/los candidatos/os tendrán que ser elegidos en primarias. De esta forma no se podrá quejar nadie de que haya sido excluido, sino que serán las urnas las que decidan los candidatos. Es lo más justo.
Separados no somos nadie, pero juntos podemos contribuir al triunfo de la la izquierda y que siga en el poder el Gobierno de Coalición Progresista.
Y no hay otra.