El compromiso se ha convertido en una carga insoportable en nuestros días. Nadie quiere atarse a nada ni a nadie porque todo se ha convertido en algo desechable; las relaciones, el trabajo, los proyectos, las amistades,... La inmediatez ha reemplazado a la profundidad.
El mundo laboral es un claro ejemplo de esto. Hoy en día es muy complicado encontrar profesionales que se comprometan con un proyecto y lo defiendan. La mayoría solo busca obtener el máximo beneficio posible aportando el mínimo esfuerzo.
Las relaciones de pareja han pasado a ser un simple trámite. Se prefiere la emoción fugaz de una aventura a la construcción de un amor sólido. El esfuerzo, la entrega y la fidelidad son conceptos anticuados y cualquier obstáculo sirve como excusa para abandonar al otro.
Las amistades, que antes se forjaban con lealtad y presencia, ahora son intercambios vacuos de mensajes sin alma, porque en una sociedad que premia la gratificación instantánea la profundidad supone un esfuerzo innecesario. La soledad avanza, disfrazada de independencia.
Los proyectos personales y los sueños también son víctimas de esta alergia al compromiso. Se empieza algo con entusiasmo pero al primer obstáculo se abandona, esperando que la motivación regrese por arte de magia. La disciplina y la perseverancia han sido reemplazadas por el placer y la comodidad instantáneos. La mediocridad se ha convertido en la norma.
Las sociedades modernas se componen principalmente de individuos cobardes y pusilánimes que temen a las ataduras porque confunden responsabilidad con esclavitud. El compromiso no es una prisión sino el cimiento de una vida con propósito. Pero, en esta era de valores dudosos, son muy pocos los que se atreven a reconocer algo tan obvio.
La vida no admite verdades a medias, ni ambigüedades, ni promesas de doble sentido. Venimos a este plano terrenal a realizar una misión y, para ello, es necesario el compromiso. Primero con uno mismo y después con todas las almas que comparten ese camino con nosotros; amigos, pareja, familia, socios.
Sin compromiso no hay nada. Solo el vacío, solo el silencio. El compromiso es uno de los mayores actos de valentía en nuestros días y uno de los pilares fundamentales sobre los que sostener nuestra existencia.
Mártin Sánchez
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