Toda consulta médica es sagrada, en el sentido de precisar del máximo respeto, pues en ese tiempo y lugar se cruzan muchas fronteras de la piel y del alma. Se debe el respeto a toda persona pero más a quien sufre y consulta, y tal respeto se refiere tanto a la autonomía del paciente como a una exigencia moral del profesional (1)
Hay algunas consultas de alto contenido emocional, que entran en la categoría de sagrado con un plus y que requieren un respeto exquisito.
Por ejemplo:
Paciente que llora.
Paciente que trae el niño recién nacido para "presentarlo" al médico.
Anciano que se viene a despedir porque los hijos lo llevan a una "residencia".
Paciente que por primera vez habla abiertamente de su homosexualidad.
Paciente al que le han dado de alta en el hospital, tras un largo ingreso.
Paciente al que se comunica que tiene cáncer.
Paciente que acude tras quedarse viuda.
Paciente que tiene miedo a morir.
Paciente que está muriendo.
Paciente al que se le confirma el diagnóstico de Alzheimer.
Paciente con esquizofrenia que explica su dignidad de persona.
Paciente que pide abortar.
Niño que sufre acoso escolar.
Paciente que ha sido violada.
Paciente que pide eutanasia.
Paciente que vuelve a consulta tras un error médico que le llevó a urgencias y casi lo mata.
Paciente que declara su decisión de morir antes de que "me corten una pierna".
Tipos de consultas sagradas
Podemos categorizar en cuatro los tipos de consultas sagradas, para que legos y profesionales las identifiquen (2).
1.- Consultas en torno al inicio de la vida y en torno al sexo.
La consulta por amenorrea y posible embarazo (distinta en su presentación, pues no es lo mismo si se desea y espera en una relación estable que si el embarazo probable se da en una adolescente que disfrutó de sexo sin protección, o en una emigrante que habla mal español, acostumbrada al aborto terapéutico como método de control de la natalidad). Asimismo, la consulta en que la madre, acompañada por la hija, dice de pasada algo tipo «ya ve, doctor, el otro día la niña se hizo mujer». O la consulta con el/la adolescente que prevé un encuentro sexual con coito y pide asesoramiento anticonceptivo. También la consulta en que hay síntomas/signos de enfermedad de transmisión sexual, o ésta se confirma. O cuando se plantean problemas de identidad sexual, a cualquier edad. La primera visita a domicilio, o en el despacho, tras el parto. Y la primera visita del presentación del recién nacido. Etc.
2.- Consultas en torno a la muerte.
La consulta primera del duelo por la pérdida o muerte de un familiar o amigo íntimo. También la consulta en que se plantea el suicidio, o tras un intento de suicidio. O la consulta en que se confirma por primera vez un diagnóstico ominoso (cáncer, ELA, Alzheimer, Huntington, etc.), con el propio paciente o con un familiar. O la primera visita a domicilio de un paciente que pasa a ser terminal, o la última, con la familia, cuando se firma el certificado de defunción. También las consultas en que se pide o se discute la eutanasia. Etc.
3.- Consultas en torno al cambio de estado o de vida.
Son consultas en que se plantean las consecuencias del cambio de vida, por ejemplo, por jubilación, por paro laboral, por menopausia, por viudedad, por separación (para los adultos y para los hijos, si los hay), por traslado (cambio de domicilio, despedida o bienvenida, especialmente si hay choque cultural y/o social, del tipo de inmigrante recién llegado o anciano que va a un asilo), al salir de una secta-grupo cerrado. La visita a domicilio (o la consulta en el despacho) tras el alta hospitalaria, especialmente si la estancia ha sido prolongada o tormentosa. La consulta tras el error médico (propio o ajeno, que hay que reconocer, explicar, reparar y demostrar que sirve de acicate para evitar repeticiones). La entrevista en que el paciente llora. Etc.
4.- Otras consultas, problemas y situaciones.
La consulta de inicio y final de la baja laboral, y más cuando se prevé o ha sido de duración mayor de la esperada. La consulta en que se hacen evidentes los maltratos (violencia física y/o psíquica en todas las edades y sexos). La entrevista en que se precisa dejar claro que los síntomas o signos de que se trate no tienen solución (con la ciencia actual) y sólo se puede ayudar a sobrellevarlos. La consulta del paciente que quiere declarar su voluntad respecto a cuestiones clave para él mismo (testamento vital, objetivos terapéuticos del tipo de «antes me cortan el cuello que me amputan la pierna», y demás). El encuentro con el paciente que acaba de salir de la cárcel. La consulta en que por primera vez se plantea una drogadicción. La entrevista en que se hace evidente que la madre rechaza las vacunaciones, en general, y el calendario vacunal infantil completo.
La consulta en que por primera vez es paciente el cuidador principal de un paciente crónico recluido en domicilio. La consulta sobre asesoramiento genético.
Etc.
El mundo de los valores clínicos
Llamamos valor a lo que hace importante algunas cosas. Por atribuirles valor, esas cosas exigen un respeto especial. Así, la salud es un valor, como la vida; también la dignidad, el amor, la justicia, la piedad, la convivencia, la seguridad, la paz, la educación, la amistad, la belleza y el placer son valores, como lo son las creencias religiosas, las tradiciones culturales, etc.
Los valores clínicos profesionales son los que aprueban los sanitarios, los pacientes y la sociedad. Por ejemplo, dignidad en el trato, cortesía y empatía, calidad científica y humana, compromiso con el sufrimiento, mantenimiento de habilidades, actitudes y conocimientos, serenidad en la atención, escucha respetuosa, decisiones compartidas, tolerancia ante la diversidad cultural, individual y social, decisiones que incluyan los propios valores del paciente, etc.
Lastimosamente, muchos valores profesionales se pierden por falta de conceptualización, análisis, enseñanza, y deliberación. Finalmente, los valores terminan siendo ajenos a la formación y a la práctica de muchos médicos, farmacéuticos, enfermeras, trabajadores sociales y otros profesionales sanitarios.
Se dan por supuesto, sin más, y por ello escasean o faltan (3).
El mundo de la dignidad clínica
Conviene distinguir entre valores y cursos de acción. Los valores son cosas importantes porque son valiosas, pero el valor vale y nada más. Lo que hagamos con ellos ya no son valores sino cursos de acción.
Por ejemplo, la dignidad es un valor importante, tanto la dignidad del paciente como la del médico, pero también la de los familiares y la de otros profesionales no presentes en el acto médico (en el encuentro entre médico y paciente).
La dignidad del paciente obliga a distintos cursos de acción, según las circunstancias y el entorno de cada encuentro clínico; en el curso de acción se incluyen el trato cortés, la empatía, la escucha, el pudor, la asignación de un tiempo apropiado y otros elementos.
Además, el respeto a la dignidad, al valor, puede llevar a conflictos, de forma que el curso de acción no es nunca el mismo si se quiere lograr un "mejor resultado posible" a través de un curso óptimo. Por ejemplo, la dignidad de trato con el paciente puede entrar en conflicto con el respeto a las normas establecidas sobre la duración de la entrevista, y si se han asignado bloques cerrados llevar a retrasos excesivos y a no valorar un tiempo de espera digno de los que están todavía en la sala, ni de los que no han obtenido cita en ese día por la "cola" creada.
Por ello ningún valor es absoluto y en la práctica hay que lograr cursos de acción óptimos que produzcan el "mejor resultado posible". Dichos cursos óptimos están normalmente alejados de los cursos extremos, del todo o nada. Son los cursos de acción habituales cuando un médico "ejerce de médico", en el sentido propio del término.
El mundo de las consultas sagradas
La comunicación amable, cálida, digna, empática, respetuosa y serena con el paciente tiene impacto positivo en su salud. Al ofrecer una atención digna se consigue amabilidad del paciente en el trato y además una mejora importante del resultado en salud. Las consultas dignas son más efectivas, logran mejores resultados y conllevan un estilo de práctica que hace fluidas las relaciones médico-pacientes presentes y futuras.
En las consultas dignas es fundamental un estilo de buenas formas, un arreglo personal correcto, un lenguaje corporal sereno, unas maneras acordes al contexto de cada paciente y situación, recibir y despedir en la puerta, dar la mano y mirar apropiadamente a los ojos. De la misma forma que "no hay lugares elegantes sino personas elegantes", todo profesional puede introducir dosis de consulta de calidad, incluso en las peores condiciones de masificación pues "no hay despachos dignos, sino profesionales dignos". Digno es, por ejemplo, el que identifica y respeta las consultas sagradas en medio del acontecer tormentoso del día a día.
Como hemos escrito, todo encuentro médico-paciente es sagrado, por lo que se pone en juego.
No obstante, hay consultas más sagradas que otras, dignas del máximo respeto, las "consultas sagradas". Son pacientes, situaciones y problemas que exigen un respeto exquisito. El tiempo deber parecer detenido y el cuerpo y mente relajado y atento. Hay que crear una atmósfera de serenidad espiritual y científica. Es una consulta que nada debe interrumpir, ni el teléfono (desconectado), ni el ordenador (parado), ni la presencia ajena (se corre el pestillo de la puerta si es conveniente) y que a veces requiere sentarse junto al paciente para romper la barrera física.
La consulta sagrada es un paréntesis en las prisas, la calma en la tempestad, la serenidad en el apresuramiento.
En general, la consulta sagrada no dura más de lo habitual pero durante ese encuentro el tiempo no cuenta, todo parece en calma y sólo es importante la comunicación entre el paciente y el médico. El respeto se transmite por el lenguaje, los silencios, la actitud general, la concentración serena y la empatía generosa.
Se trata de que la consulta sagrada transcurra en una cápsula sin tiempo ni espacio, habitada sólo por la escucha del que puede ayudar al que habla y sufre.
Conclusión
Muchos médicos "no tienen tiempo" para atender lo importante, dedicándolo a tontinaderías como "factores de riesgo", "guías clínicas", "vacuna de la gripe", "justificante de baja de tres días por catarro", "cuestionario de complejidad" y "protocolos". Son tontinaderías muy importantes porque de su cumplimiento dependen los incentivos y, además, son cuestiones sencillas que no hacen pensar.
Con la excusa de la falta de tiempo hay médicos que dejan de hacer lo importante, como visitar a quien decide morir en casa, atender a los pacientes crónicos recluidos en domicilio y dar respuesta adecuada a las consultas sagradas.
No hay nada más doloroso que una consulta sagrada frustrada.
¡Pobres médicos y pobres pacientes!
Bibliografía
1.- Revisiting respect for persons: conceptual analysis and implications for clinical
practice
https://link.springer.com/article/10.1007/s11019-022-10079-y
2.- Consultas sagradas: serenidad en el apresuramiento
3.- Valores clínicos prácticos en torno al control de la incertidumbre por el médicogeneral/de familia