01 de Diciembre de 2021
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pasión, amor

Amor es dar lo que no contraviene éticamente al mismo amor. Amor es dar esperanza a cada cosa que existe dignamente, es dar honradez a cada acción que se hace, es dar lo que tu semejante necesita para que se realicen sus “derechos humanos”, es dar las atenciones precisas para que cada cual se sienta comprendido (o al menos escuchado), para que se sienta alegre, tranquilo y apoyado en los sufrimientos que tenga.

Amor es siempre dar o entrega, el que tú entregues al mundo lo que no lo haga quedarse quieto o esclavo de eso que no evoluciona bien, el que tú entregues la máxima naturalidad y colaboración en pro de una paz o de una conciencia, el que tú entregues verdades y nunca mentiras, el que tú entregues la total claridad y honestidad y nunca nada falso (o sea, nunca una falsa intencionalidad o una falsa información o una falsa verdad o una falsa ética).

Por ello, nunca tú puedes entregar hipocresía, ni cinismo, ni indiferencia, ni soberbia, ni avaricia, ni envidia, ni egoísmo, ni jamás atenciones falsas (a la telebasura, a la ciberbasura, a la intelectualidad basura, etc) o ni jamás desatenciones al que demuestra cosas para el mundo con su decencia total o con nada más que racionalidad.

En verdad, tú nunca puedes entregar cualquier ayuda (o complicidad) que facilite la muerte, la guerra, la incomprensión, la confusión, la manipulación, la doble moral, la indecencia o la cerrazón contra cualquier claridad-entendimiento-conciencia. Tú nunca puedes ser un colaborador (directa o indirectamente) de lo que va en contra de un progreso con justicia, con racionalidad, con libertad y con conciencia, ¡jamás!, tú de ninguna manera puedes dejar desprotegido a todo eso que trabaja o desarrolla la racionalidad o la conciencia. ¡Jamás!

Digamos en claro que amar es entregar siempre lo que no oscurezca la mente de cualquiera (de un niño, etc), aunque se haga con una bonita justificación de un dejarse llevar por un entretenimiento cualquiera, o aun de un negocio o de lo que fuere. ¡Nada! ¡Nada debe ni puede convencer que no sea la misma racionalidad y ésta siempre sin condicionamientos a lo que no sigue una probación racional o ética!

Nada debe ni puede convencer a la sociedad que ya esté intervenido por alguna confusión o por alguna sinrazón o por algún veto al que trabaja por la inengañable razón. Nada debe ni puede convencer a un intelectual (porque sea digno o no falso) que no esté dominado o supervisado por los mismos principios de la conciencia; es decir, por los principios de la cordura (de la sensatez) o de la racionalización.

Nada. Nada debe ni puede convencer a un administrador de los bienes del pueblo que no conlleve lo que sea decente (sin corrupción) o que no conlleve lo que sea ininterpretable o inengañable siempre (o sea, ahí solo las reglas racionales cumplen eso). ¡Así es!

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