Más allá de las reacciones partidarias sobre los resultados de las elecciones en Andalucía, una constatación sobre sale: <<nada es eterno>>. Fiarlo todo a la creencia de que la fidelidad de los feudos electorales es inmutable, sin regarlos con propuestas e ideas nuevas, renovadas, que nutran la tierra y las mentes; unido al abandono del ejercicio de la oposición, durante casi toda la legislatura —como sucedió en Madrid antes de las últimas elecciones—, son errores de bulto que conducen indefectiblemente a recoger una cosecha magra que no cubre unas expectativas: utópicas. Cerrar los ojos a la evidencia objetiva, y no replantearse la estrategia, augura, sin duda, que las cosechas de votos seguirán menguando.
En política, cuando pintan bastos, hay que dar un golpe de timón en la estrategia porque, sino, el camino te dirige directamente al fracaso como le ha sucedido al partido naranja, ya al borde de la desaparición, por sus obcecados errores de estrategia bisoña al entregar el Gobierno en Ayuntamientos y Comunidades al partido azul que, como era previsible, le ha dado el abrazo del oso hasta hacerlo desaparecer del mapa. Fenómeno archisabido en política, que hace más incomprensible la decisión obsesiva de no variar el guion, aunque vayas directo al desolladero.
También está más que estudiado en las facultades de ciencia política, que el electorado no perdona, que castiga sin conmiseración, la bronca, la gresca, el guirigay, la lucha de egos, que el ciudadano percibe de manera intuitiva, por encima de ideas o propuestas que no escucha, sabedor de que de las guerras intestinas no sale nada bueno. Igual que los naranjas, los morados-verdes-colorados, han vuelto a caer en el hoyo eterno de anteponer la paja sobre la sustancia, encaminándose así, y por voluntad propia, al despeñadero.
La sobre actuación, el llenarse de balón como se dice del delantero que no mete el gol a puerta vacía, es otro error garrafal archiconocido en política. Si creerse más de lo que uno es bebe de la arrogancia infundada; en la pugna política, encierra la mente en una ceguera que oculta la realidad empañada por la ensoñación infantil y cretina de: <<las cosas son así porque lo pienso, lo quiero y lo digo yo>>. Resultado, la ultraderecha verde limón ha errado en sus expectativas, como el gallo que canta a deshora; al topar su crecimiento que muchos creían sin fin y que, ahora, troca por un progresivo descenso hacia la marginalidad.
En este escenario defalta de estrategia pensada, racionalizada sin apasionamiento, quién si se ha preocupado por tenerla, por perfilarla, asentada en la moderación trasversal, y la imagen de niño bueno, normal, que no ha roto la vajilla en cuatro años de Gobierno es, por lógica, quien iba a ganar, con una mayoría absoluta previsible, haciendo bueno el aforismo de: <<en el país de los ciegos el tuerto es rey>>. De la guerra desatada entre los comentaristas de parte, sobre si se abre un nuevo ciclo de vuelta al bipartidismo y de alternancia es, en una sociedad que viaja a velocidad luz, y más la política, ejercer de druida que prepara la pócima para los afines. Ya llegará el tiempo de poder verificar o no esos vaticinios