Aprender de las confluencias fallidas

Fernando Quilis Tauriz
17 de Noviembre de 2018
Actualizado el 21 de octubre de 2024
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Guanyar-Alacant

En la oscuridad veremos con claridad, mis hermanas. En el laberinto encontraremos el camino correcto Henri Michaux

  La decisión del Consejo Ciudadano Estatal de Podemos de no concurrir con su marca en las elecciones municipales del 2015 determinó un escenario político muy complejo para un partido recién nacido en un momento de ebullición popular en el que parecía que el asalto a los cielos era inminente. En algunas ciudades esa fuerza popular encontró cauce, aunque con planteamientos y metodologías variadas, y pudieron salir adelante con éxito confluencias electorales como Ahora Madrid, Barcelona en Comú, València en Comú, Zaragoza en Común, Por Cádiz Sí Se Puede, o Compostela Oberta. En Alicante no fue así. Tras una contestada consulta ciudadana, Podemos Alicante apoyó lo que se presentó como una plataforma de unidad popular y algunas de las personas inscritas en Podemos participaron a título individual en la elaboración del programa y en la confección de las listas electorales, pero sin estrategia ni objetivos comunes. Así, las esperanzas de cambio se depositaron en una candidatura que terminó llamándose Guanyar Alacant, que pretendió ser un espacio plural en el que participaron diversos partidos políticos y colectivos sociales como Ecologistas en Acción, Alicante Accesible o personas vinculadas a la Plataforma por la Soberanía Alimentaria. Los resultados electorales obtenidos por esta agrupación, que sin duda alguna recibió el respaldo de los votantes anhelantes del cambio, entre ellos los de Podemos, permitió, después de 20 años de mayoría absoluta, desalojar al Partido Popular del gobierno municipal con la firma de un acuerdo entre PSPV, Compromís y Guanyar. Sin embargo, el gobierno fruto de este acuerdo, desde muy pronto, empezó a presentar síntomas de inconsistencia como consecuencia de distintas causas: 1. El Pacto del Botánico entre el Partido Socialista del País Valenciano, Compromís y Podemos para la formación del gobierno de la Generalitat, tuvo una réplica tácita municipal, pero sin la participación de Podemos, que no se había presentado a las elecciones locales. Como consecuencia de un no declarado reparto de alcaldías en la Comunidad Valenciana entre PSPV y Compromís, la de Alicante recayó en el socialista Gabriel Echávarri, político bien conocido en la ciudad por su escasa capacidad de liderazgo, diálogo y consenso.
2. El grupo municipal de Guanyar Alacant, compuesto abrumadoramente por concejales de Esquerra Unida, no pudo o no supo articularse como un elemento integrador de las formaciones políticas y los colectivos sociales que le habían apoyado en las elecciones. En vez de representar la pluralidad de la sociedad transformadora alicantina, acabó siendo absorbido por Esquerra Unida, convirtiéndose de hecho en su marca blanca. Esta falta de generosidad política vació el espacio de colectivos sociales y determinó el desapego, alejamiento y abandono del mismo también por parte de Podemos, que quedó así situado en una posición política muy incómoda: habiendo apoyado la candidatura de unidad popular, sin embargo, no participó en las decisiones tomadas por su grupo municipal. Pese a los intentos de explicar la situación, parte del electorado ha seguido asociando a Guanyar con Podemos.
 
3. Compromís, la fuerza política más pequeña del tripartito, dio prioridad absoluta a tratar de obtener rédito político de su condición de bisagra dentro del gobierno municipal. No supo desvincularse localmente de los acuerdos alcanzados con el PSPV a nivel autonómico y desde un principio apoyó con sus votos la candidatura de Gabriel Echávarri para ocupar la alcaldía, adoptando una posición política ambigua y sumisa.
4. El Programa de Gobierno Municipal suscrito resultó ser papel mojado para el alcalde, que orientó la actividad política de su grupo municipal por derroteros que alimentaron el desencanto y la frustración de la ciudadanía que mayoritariamente había votado por el cambio. 5. La falta de talante democrático y de capacidad de liderazgo de Echávarri enrareció las relaciones políticas dentro del tripartito, generando conflictos internos que se dirimieron en público y a costa de la desautorización, cuando no directamente el sabotaje, a las concejalías de Guanyar. 6. El desmarque de la Alcaldía y concejalías socialistas de los movimientos sociales y asociativos que veían así sus demandas y reivindicaciones olvidadas y desatendidas. Como muestra, el Alcalde no dudó en desacreditar las reivindicaciones ciudadanas contra la descarga de graneles tóxicos en el Puerto de Alicante, las demandas de los grupos de defensa del derecho animal o las peticiones de cambio en participación ciudadana. La consecuencia principal de esta amalgama de causas fue la enorme decepción que supuso para una parte importante de la ciudadanía un gobierno municipal que, bajo el control y la hegemonía del PSPV, nunca llegó a intentar en serio ser un gobierno del cambio. La apertura en el ecuador de la legislatura de dos causas judiciales contra el alcalde, el clamor popular en demanda de su dimisión, la ruptura irreversible de la coalición a tres bandas, la dimisión en diferido de Echávarri y, finalmente, el retorno del Partido Popular al gobierno del Ayuntamiento de Alicante, acabaron por certificar el fracaso de la fórmula política surgida de las elecciones locales de 2015.
La experiencia del trienio Tripartito en Alicante, y desde luego la de los meses del minigobierno socialista tras su ruptura, demuestra que desalojar al Partido Popular del gobierno municipal es una condición necesaria, pero no suficiente, para poder desarrollar políticas progresistas de cambio en la ciudad. La tendencia del PSPV en Alicante ha sido mantener políticas continuistas, perpetuando el modelo de gestión implantado durante dos décadas por el Partido Popular. Alicante continúa siendo un caos urbanístico, sus barrios siguen sucios y abandonados, la perspectiva medioambiental es inexistente y la precariedad laboral y las desigualdades sociales se han acentuado en contraste con la política de grandes eventos y escaparate turístico, de la que la Volvo Ocean Race es el máximo exponente, consumiendo fondos públicos que deberían dedicarse a vertebrar socialmente el municipio. Compromís y Guanyar, exsocios de gobierno del PSPV, a pesar de haberlo intentado, no han podido revertir esa tendencia, lo que ha conducido a la coalición gobernante a una inestabilidad continua y en gran medida estéril, desaprovechando una oportunidad excepcional para el renacimiento y el despegue de la ciudad. La mala experiencia del tripartito y su fracaso constatan que ningún proyecto de cambio puede estar liderado por un PSPV que tiende demasiado rápidamente al continuismo de prácticas políticas municipalistas que producen frustración y desmovilización entre el electorado progresista. La crisis política del final de la legislatura municipal en Alicante deja abiertas todas las posibilidades para las elecciones del 2019, con un Partido Popular desprestigiado por sus lazos con la corrupción, un Partido Socialista fracasado en su gestión del gobierno, un grupo de Ciudadanos desorientado y dependiente de la trayectoria incierta de su imagen estatal, un Compromís local sin verdadero arraigo en la ciudad de Alicante y una fórmula, Guanyar, agotada. Para la ciudad, será el momento de intentar de nuevo un avance decisivo hacia el cambio democrático y social, dejando atrás el bipartidismo frente a los seguros intentos de las élites locales de propiciar una restauración mediante la combinación más oportuna entre el Partido Popular y Ciudadanos. Se presenta de nuevo la oportunidad de construir un bloque de cambio que ponga la ciudad al servicio de la mayoría social, que establezca lazos con la sociedad civil para hablar de propuestas y esperanzas para la ciudad, que represente la pluralidad de los colectivos, las asociaciones y las organizaciones del espacio del cambio y que no acabe dominado por una única fuerza política. A Alicante le corresponde el desdoro de ser el único Ayuntamiento con más de trescientos mil habitantes reconquistado por un Partido Popular en minoría. Aprendamos de las lecciones que brindan también los procesos fallidos.
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