En estos momentos, salvo las elecciones municipales, autonómicas y europeas, que se producirán en mayo de 2019, hay tres comicios más, andaluces, catalanes y generales, que asoman la cabeza por diferentes circunstancias para protagonizar un posible adelanto.Así, parece claro que, dependiendo de cuándo se convoquen finalmente estas tres últimas elecciones citadas, las seis consultas podrían estar muy interrelacionadas como verdaderos vasos comunicantes.Ello quiere decir que, en términos prácticos, el presidente Sánchez y el expresident Puigdemont (vía president Torra), tienen al día de hoy una gran responsabilidad. Porque el líder socialista estoy seguro que sabe que ha de calibrar muy bien la fecha de las elecciones generales para no pasarse y propiciar una erosión innecesaria al gobierno socialista. Y el independentista con sede otra vez en Bruselas, entiendo que tampoco ignora exactamente lo mismo, con un añadido también esencial: su decisión habría de armonizarla siquiera tácitamente con la de Sánchez. Y eso exige a Puigdemont modular (no extremar) su discurso, pues lo contrario podría llevarle a un mal resultado electoral, en Catalunya y en las generales. Medir muy bien siempre es bueno en política.Esto, opino, significa que a la vuelta del verano e incluso antes, puede haber un gran incremento de gestos de todo tipo en línea con una estrategia político-comunicativa propia de este posible (probable, añado) séxtuple campañón. Que ya ha empezado, pero sin fijar de verdad una estrategia uniforme. No la veo en ningún partido.
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