Eva Puig

El arquetipo del zombie

Eva Puig
05 de Julio de 2024
Actualizado a la 13:59h
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Eva Puig: Zombie

Empecé estos artículos hablando de la pérdida del arquetipo del sabio en frente de la figura,

más bien mediocre (si la comparamos con el primero) del experto. Hoy sigo hablando de

arquetipos. De uno que está muy presente en la sociedad actual: el zombie.

La obsesión por el muerto viviente viene de lejos. Tenemos también una larga tradición con

otro arquetipo de resucitado, más aseado y glamuroso: el vampiro. Pero el vampiro tiene

consciencia, inteligencia… E incluso apetito sexual (famosa es la líbido de estos mordedores

de dientes afilados… Que te muerden ahí, en el cuello, limpia y eróticamente). El vampiro

hipnotiza, tiene un poder hipnótico que te atrapa (acaso el poder del mal), y aunque de

carne fría, viste elegante e incluso crea tendencia.

Pero lo que me llama la atención son varias cosas: la presencia en el imaginario colectivo

del muerto viviente, y su deriva del Drácula temible pero con clase al zombie putrefacto que

inunda nuestras pantallas y libros.

La obsesión de la humanidad por el retornado (que no resucitado) puede ser un vestigio del

anhelo de trascendencia, que ahora sin un paradigma trascendente, se queda en pura

inmanencia en descomposición. Si solo somos un cuerpo sin alma, nuestro anhelo de vida

eterna se transforma en sueño de vida inmortal a cualquier precio, aunque sea a precio de

saldo, de cuerpo deshumanizado, pero… ¿“”vivo“”?

Algo resuena del zombie en el hombre postmoderno. Siempre en manada (hombre-masa),

sin conciencia, desalmado (el vampiro sabe que hace el mal… El zombie no tiene esa

noción), desaliñado, obsesionado únicamente con andar y comer, más bien devorar. Su

sentido de la vida es simplemente seguir, incluso la comida no es placer sino un

automatismo desenfrenado. Los arquetipos, incluso los malignos, hablan mucho y profundo

del inconsciente colectivo, y una época zombificada refleja, tal vez, una sociedad que

resuena con esta figura.

Es verdad que cuando vemos series o películas de este estilo, nos identificamos con los

supervivientes, arquetipo del héroe. Un héroe cuyo sentido es también seguir,

sobrevivir… Pero debe encontrar motivos para hacerlo. Un héroe en el final de los tiempos,

en un mundo apocalíptico resultado de una pandemia (la idea del contagio, tan presente en

los zombies), singular y único, que debe enfrentar distintos dilemas morales de los grandes,

de esos que nos convierten en héroes. Desde la comodidad de nuestros sofás, anhelamos

ser los héroes de la película de nuestras vidas, pero seguramente resonamos, en secreto,

con el muerto viviente que anda eternamente sin sentido.

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