La película “En el nombre del papa rey”, se centra en la historia de tres jóvenes garibaldianos que vuelan el cuartel de los zuavos Serristori, causando la muerte de varios soldados. Más adelante Monseñor Colombo, papel interpretado por Nino Manfredi, quien en un principio libra de la pena de muerte a un supuesto hijo suyo que formaba parte de este comando de jóvenes, se enfrenta a un dilema moral relacionado con no haber salvado también al resto de involucrados, algo que intenta reparar como miembro del tribunal durante el transcurso del juicio.
La trama se desarrolla durante el tiempo de la unificación italiana conocido como el Risorgimento. Un momento de fuertes conflictos sociales entre los revolucionarios garibaldianos, los cuales buscaban dicha unificación, y las fuerzas conservadoras leales un papado que luchaba por conservar tanto sus territorios como una autoridad que había ido mermando a lo largo del siglo XIX.
Es así, que el largometraje ofrece una visión nítida de dos campos sociales en pugna, algo que da pie a saber discernir en esa lucha hegemónica las dinámicas ideológicas de poder, las transformaciones culturales e históricas que de verás influyen en el rumbo que va a tomar las sociedades.
Siguiendo con el guion de la película, podemos ver como los personajes toman posturas radicales a medida que la situación se va volviendo más y más tensa, volcándose así en unas decisiones cruciales que sacan lo mejor y peor de cada uno. En esta dinámica tan común en los periodos convulsos como los que se relatan aquí, surgen unos dogmas y rituales que ofrecen un nuevo propósito frente a los anteriores tradicionales que estructuraban la vida y conjunto de creencias. Y es que el sentido de pertenencia que es subyacente a todos los individuos posee la misma fuerza que los propios principios religiosos que de siempre han movido a las personas.
Monseñor Colombo, en esa relativización de la moral frente a la suma autoridad de los sacerdotes católicos durante el juicio, estos defienden la autoridad divina de la que se creen sinceramente investidos (lo que ellos decidan está acorde con Dios), demuestra tener una gran capacidad para discernir no solo entre ambos bandos, sino también sobre todos esos dogmas y rituales que engullen a la sociedad. Por un lado, y debido a su larga experiencia dentro de la Iglesia ha adquirido un conocimiento tanto del sistema institucional como de las motivaciones políticas que se van cociendo en los ambientes revolucionarios. Es esta, por tanto, una visión profunda que le permite distinguir entre ambas religiosidades (la sobrenatural y la secular) y, por lo mismo, de las consecuencias en las que puede terminar derivando el conflicto en ciernes.
Este hecho es importante, puesto que el viejo y sabio prelado, en la defensa de los revolucionarios, impone la legitimidad del juicio sobre el aspecto moral. Al estar por encima de esa confusión que se da en los momentos de tensión entre el derecho o los acuerdos que la sociedad se da para regular la convivencia y la moral o los valores personales que guían al individuo entre los vericuetos caminos del bien y el mal o, como bien señalaba Antonio Escohotado, entre la base social y jurídica del derecho frente al aspecto subjetivo de la moral.
Cuando ambas quedan confundidas, tanto el derecho como la moral, tal como vemos en la trama del film, y siguiendo al conocido pensador español, las consecuencias negativas que se dan de un lado y del otro llevan a una visión sectaria del bien y del mal y, por lo mismo, a unas leyes injustas.
Trasladando esto a nuestros tiempos actuales, y en los cuales podemos ver como en nuestra sociedad se sufre igual una polarización atisbada por distintas fuerzas ideológicas, el pecado y el delito, tal como reflexiona Santiago Alba en un reciente artículo, están empezando a confundirse de un modo peligroso, yo incluirá incluso la gracia liberadora siguiendo al pecado para resaltar el aspecto subjetivo en relación a una salvación moral frente a la certeza y previsibilidad en las relaciones sociales que ofrece el derecho ¿A qué nos puede llevar todo esto?
En la Edad Media, los juicios no gozaban que digamos de mucha legitimidad (sobre todo a la hora de recopilar las pruebas) y muchas veces se recurrían para dictar el veredicto a cualquier prueba de fuerza como las ordalías e incluso a una intercesión sobrenatural que pudiera obrar algún prodigio que salvara, por ejemplo, a alguna mujer acusada de brujería. En todas ellas, así, la revelación divina era el único testimonio a favor o en contra del acusado.
En relación a la película, decir que el sistema judicial en algunos lugares de Europa estuvo bastante tiempo en poder de los tribunales eclesiásticos, estos eran los que juzgaban los delitos en base a unas pruebas morales obtenidas bajo el sentimiento de autoridad de los hombres de dicha institución, sin contar los acusados con ningún medio legítimo de defensa.
Durante muchos siglos, el escarnio público influido por una moral supersticiosa era el modo ejemplarizante a la que era sometido los acusados (e igual denunciados de manera anónima). Eran muchos los que asistían a dichos escarnios movidos por una especie de sadomasoquismo inconsciente, y quizás eran los que más gritaban contra los reos, una especie de griterío hipócrita y sectario que intentaba ocultar las propias perversiones de los mismos… Eso son los peligros en los que podemos volver a caer.