La política ha hecho el mayor ridículo de la reciente historia contemporánea. Cinco años después de que Younes Abouyaaqoub embistiera a centenares de personas en La Rambla de Barcelona, algunos han utilizado el acto de homenaje a las víctimas y familiares con fines estrictamente partidistas.
Las últimas informaciones dadas por el ex comisario Villarejo en el programa FAQS de TV3 han alentado la idea de que el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) pudo hacer mucho más para evitar el terrible atentado terrorista del 17A.
Pero ello no es óbice para guardar el debido respeto hacia las víctimas y familiares de fallecidos en el acto de recuerdo hacia ellos. Ni era el momento ni el lugar para proclamar consignas contra el CNI y contra el Estado.
El papel de la política en el acto de homenaje del 17A
La política no puede ser sino el cauce de representación de la población. Jamás debe utilizarse con fines personales que huyan del bien común o del interés general que representan.
De ahí que en un acto de homenaje hacia los caídos en un atentado terrorista los principales protagonistas no puedan ser otros que las familias de los difuntos y las propias víctimas.
El papel de los políticos debe ser secundario. Representan a las instituciones y deben ofrecer sus obsequios a los damnificados en nombre de éstas. Pero jamás deben ser el punto de mira de la jornada de recuerdo.
No es un acto político, es un acto de respeto y admiración. De ahí que lo lógico hubiere sido que los políticos asistentes al acto hubieran mostrado el dolor de las instituciones a las que representan por los actos que allí se rememoraban.
Minuto de silencio interrumpido
El quinto aniversario de los atentados fue bochornoso. Un grupo de personas interrumpió el minuto de silencio en recuerdo de las víctimas para denunciar que el CNI no actuó con la debida diligencia. También denunciaron que no se constituyera una comisión de investigación para esclarecer lo sucedido.
Nadie pone en tela de juicio que las Cortes Generales deberían permitir la investigación de la actuación del CNI, máxime cuando éste depende del Ministerio de Defensa y por lo tanto es un elemento susceptible de ser controlado por las cámaras legislativas.
No obstante, no era el momento ni el lugar. La Rambla amanecía para arropar a los centenares de familiares, amigos y víctimas que sufrieron el atentado. No era un espacio de propaganda política.
El 17 de agosto último perdimos todos. Los caídos en el atentado y las víctimas no fueron reconocidos como merecían. La comunidad política quedó automáticamente desprestigiada por dejar florecer sus intereses partidistas. Y Cataluña se convirtió en el primer lugar del mundo donde se boicotea por sus propios conciudadanos un acto de recuerdo.
Nuevo terremoto político
El acto de homenaje a las víctimas y familias del atentado perpetrado por la cédula terrorista liderada por Abdelbaki Es Satty ha generado un nuevo terremoto político dentro de las instituciones catalanas.
Por su lado, Junts x Catalunya se ha posicionado del lado de los caídos y se ha desmarcado del acto de Laura Borràs, quien tras la polémica suscitada por el saludo brindado a los concentrados en símbolo de protesta corrigió su postura y se afilió a la posición de su partido.
El PSC no quiere entrar en confrontaciones vacías de contenido, al contrario que Ciudadanos quien va más allá y solicita una declaración institucional que reproche la conducta.
ERC se desmarca del acto de Laura Borràs y le pide que dé un paso al lado en la presidencia de la Cámara. Sin embargo, ésta no está dispuesta a hacerlo y ha solicitado a la Mesa que se replantee su suspensión.
En definitiva, queridos lectores, como han visto todas las formaciones políticas han sacado rédito de la bochornosa interrupción del minuto de silencio. Sólo espero que algún día comparezcan institucional y unánimemente a pedir perdón. El 17A era en recuerdo de las víctimas y de sus familiares. Sobraban las insignias y los réditos políticos.