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Una barquillera de frustración e impotencia

13 de Mayo de 2025
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Una barquillera de frustración e impotencia

Tengo la teoría de que todos los días, a primera hora de la mañana, se reúne la cúpula del Partido Popular en la sede de la calle Génova 13 alrededor una gran mesa redonda en cuyo centro hay instalada una barquillera. Y después de pasar lista y comprobar que están todos presentes, Alberto Núñez Feijóo, el presidente del partido, le da un manotazo al volante de la barquillera y ésta se pone a girar a toda velocidad. En cada casilla hay una pegatina donde está escrito un tema a desarrollar, un asunto,   con el que atacar al malvado, al tiránico, al socialcomunista, chavista, terrorista, satánico, diabólico e infernal gobierno de coalición presidido por el maligno Pedro Sánchez. Los asuntos con los los que el PP acomete y embiste con acreditada casta, trapío y fiereza al gobierno son siempre los mismos, aunque eventualmente se añaden algunos coyunturales como el reciente apagón. Son unos temas ya muy manidos, muy sobados y trillados con los que el honradísimo, el honorable, el virtuoso  Partido Popular insiste una y otra vez, aunque cada vez, todo hay que decirlo, con menos convicción, menos ruido, brío, ímpetu y saña. Asuntos con los que lleva arremetiendo al  Sanchismo desde el primer día que se instaló en una oposición que cada día que pasa le resulta más dura e insoportable. Una oposición que para ellos es un tormento, un sinvivir porque no pueden, no saben, no quieren estar en una España que siempre han tenido como su cortijo particular, y no pueden soportar que otros, los rojos de siempre que, naturalmente, no quieren a España como la quieren ellos, estén ocupando un puesto que les corresponde por derecho propio y, por si hubiera alguna duda, “por la gracia de Dios”, como aparecía en las monedas acuñadas en su añorada época del franquismo. Si no llevaran tan mal su condición de oposición, si no estuvieran sufriendo con tanto desgarro, tanto dolor y  amargura su, para ellos, humillante e ignominioso apartamiento del poder, su insufrible travesía del desierto, no hubieran clamado amargamente como ha hecho el repugnante  Aznar cuando escupió por el colmillo aquello que sonó claramente a un llamamiento, a un nuevo alzamiento al grito de: “Sánchez es un peligro para la democracia, y por lo tanto, el que pueda hacer, que haga, el que se pueda mover que se mueva”. Un Aznar que se siente impune, inmune a todo y convencido de que haga lo que haga y diga lo que diga se va a ir de rositas. Y por tanto, se atreve a sacar pecho, a amenazar y llamar a la rebelión contra un, le guste o no, legítimo gobierno salido de las urnas. Con estas, más que graves, incendiarias llamadas a hacer uso de todos los medios para acabar con el gobierno, unas declaraciones que lanza cuando, como y donde le viene en gana, simplemente por desahogar su profunda frustración, impotencia y resentimiento, está claro que el verdadero peligro para la democracia es él.

Pero al margen de estas inadmisibles  provocaciones y amenazas de un impresentable, de un tonto engreído metido a estadista, está la urgente necesidad del PP de estar en el poder para  abastecer convenientemente a los pesebres de sus cuadros superiores donde “comen” desde siempre los amigos, amiguetes y amigotes que esperan impacientes, aburridos en la sala de espera, con las manos en los bolsillos, la llegada al poder de los suyos para ponerse con sus “negocios” de siempre, ahora funcionando bajo mínimos, cuando no paralizados, detenidos en una vía muerta.

Hay un silencio de sepulcro en la sala donde están los miembros de la dirección nacional del Partido Popular, siguiendo con la mirada la aguja de la barquillera girando cada vez más despacio entre las casillas. Unas casillas con los temas, los asuntos con los que el PP va a seguir atizando y azuzando la incesante crispación, el permanente enfrentamiento, que es la estrategia que han seguido desde el primer día en que el gobierno de coalición de Pedro Sánchez, un gobierno al que, naturalmente, consideran ilegítimo, llegó al poder. Ya lo dijo, respaldando y confirmando las palabras de Aznar, Miguel Tellado, portavoz del grupo parlamentario Popular en el Congreso de los diputados: “Nuestra obligación es acabar con este gobierno y lo vamos a hacer con todos los medios a nuestro alcance”, “que no son pocos” debería haber añadido para rematar la amenaza.

La aguja de la barquillera da las últimas y agonizantes vueltas sobre las casillas donde están escritas las materias, los contenidos, las consignas en las que hoy debe centrarse el partido para arremeter con ellas, a modo de ariete, contra el gobierno, recuperar el poder y salvar a España del maligno gobierno traidor a España y a los españoles, unos términos éstos “España” y “españoles” que  quieren  apropiárselos desde siempre, sin caer en la cuenta de que los que no piensan como ellos son también españoles, tan españoles como ellos y sus votantes. Ni más ni menos. Pero ellos siguen  adelante con la coletilla de “España y los españoles”, “los españoles quieren...”, “los españoles dicen...” “España no puede tal y cual...” “España debe de hacer esto y lo otro….etc. Cayendo una y otra vez en el gran error de confundir la parte, es decir, “los suyos” con el todo, es decir, el resto de la ciudadanía, que son unos cuantos millones de españoles y españolas. Más o menos los 26 millones de españoles y españolas que Francisco Beca Casanova, general retirado del Ejército del Aire, quería fusilar para que en España solo quedara la “España” y los “españoles” de verdad, “los españoles de bien y de orden”, que no son otros que los que piensan como él.

La aguja de la barquillera se pasea por última vez sobre las casillas que llevan por título: “La corrupción del PSOE” “Los ERES de Andalucía”, “ETA y que te vote Txapote” (un clásico), “España, rehén de Puigdemont y los independentistas”, “España bajo la tiranía de Sánchez”, “El Sanchismo vende a España”, “España arruinada y hundida por Sánchez y sus socios”, “El socialcomunismo sanchista y su odio a España y a los españoles”...etc. Y también aparecen cartelitos de autobombo que conviene recordar de vez en cuando como: “El PP como inmejorable gestor de lo público” “El PP defensor de la bandera” “El PP defensor de la libertad”...etc. Y no falta la casilla donde está escrito “el bulo del día” una noticia que es como el pan nuestro de cada día que deben vocear a los cuatro vientos. Después, si el bulo resulta  escandalosamente falso, tiempo habrá de rectificar, cosa rara en ellos, o callar miserablemente, que es lo más habitual.

Finalmente la aguja se detiene en “El PP como inmejorable gestor de lo público”. Los miembros de la cúpula toman nota de la consigna en sus libretas, así como del bulo del día que hoy es: “El PSOE es el partido más corrupto de la democracia”. Una vez tomado nota del “menú” del día, se levantan y salen disparados en todas direcciones camino del Congreso y el Senado, de las tertulias de las cadenas de radio y televisión, de los periódicos afines; de las  redes sociales y de todos los medios de comunicación de su cuerda que ya les están esperando, como se espera el pan caliente, el pan recién hecho del día, para hablar largo y tendido de esos temas, para desarrollarlos convenientemente, metiendo las morcillas que hagan falta  para calentar todo lo posible a las audiencias. Unas consignas, unos mensajes, unos dogmas de fe que hay que difundir   como si se tratara del sermón diario que deben, que necesitan, oír sus fieles sin demora para que mantengan su moral bien alta y no se vengan abajo ante la evidencia de que su partido, a pesar de tener la razón, toda la razón, de estar en posesión de la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, sigue en la oposición.

Los miembros de la cúpula del PP y todos sus políticos, tertulianos y periodistas subalternos, picadores, banderilleros, puntilleros, y encargados del tiro de mulillas, saben que antes de pasar a tratar el tema del día, tienen que rezar de forma obligatoria una letanía que consiste en deslegitimar al gobierno, cosa que empezaron a hacer cuando  dicho gobierno todavía no había echado a andar. La “letanía” previa antes de entrar en la materia del día se compone de mentiras, bulos, manipulaciones, tergiversaciones, insultos y descalificaciones. Porque, antes de nada, hay que calentar el horno, avivar la crispación, remeter el hacho de la confrontación, del ruido y furia.

Todos los días, desde que están en la oposición, se ha puesto en marcha esta estrategia, esta oposición salvaje, sin tregua alguna, sin conceder ni un gramo de lealtad, respeto a las instituciones y al preceptivo juego limpio de la democracia a la que dicen amar por encima de todo. Pero el PP, y su todopoderosa maquinaria de propaganda, debería darse por vencido ante la evidencia de que no pueden ofrecer mejor gobierno a la ciudadanía, habida cuenta del desgobierno que sufrió este país durante la presidencia de Mariano Rajoy, el mismo M. Rajoy que muchos malvados, malintencionados y resentidos rojos quieren vincular al caso Bárcenas, porque en sus papeles aparece muchas veces un tal “M. Rajoy”, que a saber quién puede ser ese tipo porque, sobra decirlo, con esa inicial y ese apellido puede ser cualquiera.

La desgracia, la tragedia, el desastre, la impotencia, la frustración del PP es que por mucho que se empeñen sus políticos y sus bien engrasados, con dinero a espuertas, periódicos, cadenas de radio y televisión, en maquillar, apañar y blanquear; por mucha tierra perfumada que echen encima de la memoria del último gobierno de Mariano Rajoy (por favor no confundirlo con ese tal M. Rajoy) no pueden evitar el insoportable hedor que desprenden los casi siete años, del 2011 al 2018, en que Rajoy y su gobierno sumieron a España en el total desgobierno, y no digamos en la más absoluta corrupción. No en vano fue nombrado el partido más corrupto de Europa. Y todavía lo sigue siendo.

Recordemos que en esos años de nefasta, espantosa, horrible gestión del PP llevada a cabo por el gobierno del señor Rajoy, se siguió desmantelando la sanidad y la educación públicas; no se bajó de un veintisiete por ciento de paro; España fue el segundo país de Europa con mayor pobreza infantil; se recortaron ayudas a los “dependientes y se renunció  a la justicia universal; se subieron las tasas universitarias y las tasas judiciales; se llegó a los 10.000 políticos aforados, en Alemania no hay ni uno; se vació la hucha de las pensiones (65000 millones de euros) para rescatar a los bancos en apuros, asegurando que los bancos devolverían hasta el último euro, y no devolvieron ni un céntimo, ni lo devolverán; se implantó el copago de los medicamentos; se recortaron las pensiones y la paga extra a los funcionarios; se subieron los impuestos a pesar de que siempre sostuvieron que los bajarían, pero solo lo hicieron a los muy ricos a los que sirven, siempre han servido y servirán. Y se podía seguir haciendo recuento de desastres para la ciudadanía perpetrados por los gobiernos de M. Rajoy, pero con estas muestras ya podemos hacernos una idea.

Cuando el PP habla de corrupción en el actual gobierno, “olvida” y cruza los dedos para que la ciudadanía también lo olvide, que desde el año 2007 en que la fiscalía anticorrupción inició una investigación sobre la red de corrupción política vinculada al PP, más conocida como “caso Gürtel”, los jueces han demostrado, y condenado en tres ocasiones las implicaciones de la trama corrupta Gürtel con administraciones del Partido Popular, a las que sobornaba a cambio de adjudicaciones, financiación ilícita de la formación conservadora, así como la existencia de una caja B de ese partido que repartía decenas de abultados sobres de dinero a los dirigentes para compensar sus desvelos por España y los españoles. Y también se utilizó esa caja B en el pago en negro de las obras de remodelación de su sede nacional. Tan solo queda un juicio para dar por finalizada la investigación, se trata del proceso a la llamada pieza principal o de blanqueo en el entramado corrupto del Partido Popular que, recordemos, es el único partido en España que ha sido condenado en tres ocasiones por corrupción. Si el PP fuera un partido serio, antes de acusar al PSOE de corrupción, algo que ahora hacen a diario, a bombo y platillo, utilizando toda su maquinaria mediática, deberían recordar que el PSOE como partido nunca ha sido condenado por corrupción, en cambio el PP sí ha sido condenado por corrupción institucionalizada. Con las condenas judiciales, todas ellas condenas firmes, en mano, puede decirse que nunca ha habido en este país una trama corrupta tan grande y con tantas ramificaciones como la del PP.

Se podía seguir enumerando detalles de la desastrosa gestión del último gobierno del PP y también, ya puestos, de la actual gestión de las Comunidades Autónomas donde gobiernan. Comunidades Autónomas donde los servicios públicos básicos como la sanidad y la educación se deterioran a marchas forzadas mientras se subvenciona la sanidad y educación privadas; donde las listas de espera son cada vez más largas; donde cada vez hay menos camas y menos médicos, y los casos de corrupción, véase el caso de “Alberto Quirón”, por ejemplo, un caso de manual de actuación del PP, no dejan de brotar como setas todos los días por todas partes.

Muchos intentan colar la idea de que todos los políticos son iguales, y meterlos a todos en el mismo saco para repartir y desviar culpas y responsabilidades, pero hay una clara jerarquía, un bien delimitado escalafón de la corrupción en España. Y en lo más alto está, por méritos propios, el Partido Popular. No lo olvidemos.

Pero, inasequibles al desaliento, impasible el ademán, mañana a primera hora  volverán a darle a la barquillera.

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