Ibiza, un sábado cualquiera... madrugada del domingo... Paseando por el paseo de la playa de Sant Antoni de Portmany... después de actuar en un club de la isla.
Camino sin rumbo, pero fijándome... todos los sentidos descuidadamente alerta... a la caza de buenos momentos. Es uno de mis hobby 's preferido, viaje de trabajo, y de noche conocer gente, buscar sorpresas, saciar instintos... salir solo y sin ninguna intención... la noche las trae todas... y uno está atento a las señales...
De pronto oigo mi nombre en una voz joven y no muy lejana: "Hostias, pero si es Albert Boira!!"
En Ibiza no debo dinero, ya no, así que pienso: "Me conocen de la risa", vuelvo a escuchar mi nombre (ahora llamándome): "Albert Boira!"
Me paro, me giro, un grupo de chicos y chicas de 18 a 22... no más... están de botellón, una de las curvas del paseo tiene una pequeña planicie y los post adolescentes la han ocupado convirtiéndola en su "Botellódromo" particular:
"La policia local nos echa de todos lados pero es que no existe en Ibiza un espacio adecuado para nosotros"
Ni en Ibiza ni en ningún lugar del mundo en estos momentos, pienso yo...
Me dirijo hacia ellos volviendo sobre mis pasos, unos cincuenta metros, mientras, ellos se comentan cosas en voz alta, sin disimulo:
"Joder nen, que viene!!"
"Pero, es él o no es él?
"Qué fuerte tía qué fuerte"
... algunos:
"Quien es ese señor?"
... incluso uno:
"Me he vomitado encima!"
Me sitúo frente a ellos, son unos quince o veinte, tienen alcohol para toda la noche, tienen razón, es difícil para uno de estos chicos encontrar espacios donde foguear tanta hormona...
El que había gritado mi nombre, el más friki de los monólogos de todo el grupo me repregunta:
- "Eres Albert Boira verdad?"
Respondo:
- El mismo, buscando un sitio con gente guapa para fumarme un porro"
Carcajada general, buena frase de inicio para ser aceptado... a partir de ahí un par de horas largas de risas y charla, durante las cuales no me faltó un vaso de bebida en la mano, y yo me ocupé de que en todo momento hubiese algo echando humo... chavales divertidos, educados, civilizados... todo lo civilizado que se puede estar a esa edad, doy fe...
Y mientras estaba allí en medio, contestando a sus preguntas, provocando sus risas, disfrutando de su compañía, bebiéndome sus cubatas... pensé en tantas y tantas veces en las que oigo a los "adultiviejos" hablar mal de la juventud, de su mala educación y de su tremenda vagancia, de lo que ha cambiado el mundo y de que la mitad de la culpa es suya...
La verdad es que allí todos se escuchaban los unos a los otros, nadie provocaba mala onda, ningún exceso aparente a la vista...
Y vi, por enésima vez, que no estoy equivocado, que si les hablas a los jóvenes sin pensar en su edad, ellos te hablarán sin pensar en la tuya. Que son los ojos nuevos que ven el mundo y sus futuros gestores (o esclavos, depende de hacia dónde nos lleve la historia)... hay mucho que aprender dentro de cada uno de "los demás", y hay cincuentones ignorantes y sabios adolescentes... hay muchas personas con las que entenderse...
Y ahí estuve, un par de horitas, un par de copas, un par de porros, sin excesos... sintiéndome afortunado de la dirección que llevaba la noche...
Después la noche continuó, más espesa, en otro sitio y con otra gente... pero esa es otra crónica, esta que acaba solo es la que recuerda y saluda al grupito de jóvenes generoso y simpático de Sant Antoni de Portmany, Ibiza, que fortaleció aún más en mi la fe de que los jóvenes son tan buenos (o más) que antes, y tan malos (o más) que antes.
Quien critica a los jóvenes por sistema debería pensar si no lo está haciendo por rabia de haber perdido su juventud o impotencia por no saber mantenerla... yo prefiero escucharlos, explicarles, aceptarlos y, por encima de todo, respetarlos.
El respeto no se lleva ganado por años de antigüedad, el respeto se gana, se merece, se otorga o se consigue.
Si me leéis, jóvenes ibicencos, desde aquí os grito:
"Saludos chavales!"
Seguid así... o no...
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