El presidente de los Estados Unidos Joe Biden sigue siendo un jugador político relevante, no lo subestimes ya que, tras el debate del pasado jueves en televisión, la estrategia política de ataque de Trump podría tener consecuencias negativas para el partido republicano.
En los últimos días, la política estadounidense ha estado convulsa, en estado de sitio y llena de emociones contradictorias debido al esperado debate televisivo entre el presidente y el exmandatario Donald Trump. Este encuentro no solo ha sido testigo de las estrategias de ambos candidatos, sino que también ha puesto en el epicentro de la discusión social, la vitalidad política y personal de Biden y la efectividad de las tácticas de desprestigio utilizadas por Trump.
Lo cierto es que nunca antes se había viralizado tanto el resultado de un debate entre aspirantes a ocupar el despacho oval en La Casa Blanca.
Biden, aún con sus fallos y pérdidas de guion en el plató de televisión, sí que mostró ser una figura política resiliente, a pesar de los intentos de retratarlo como un líder debilitado y cercano al retiro. Si bien en el atril hubo momentos en los que no fue tan ágil en sus respuestas como su oponente, el actual mandatario de los Estados Unidos dejó en claro su compromiso con el país, poniendo en valor importantes logros en la economía, la salud y la política exterior, una clara muestra de que aún tiene mucho que ofrecer. Decía su número dos Kamala Harris que no se trata de debatir mal, se trata de gobernar bien y tiene razón, aunque para llegar a lo segundo hay que pasar por lo primero.
Los ataques que Trump propició sobre la supuesta decadencia física y mental de Biden pueden, en mi opinión, estar teniendo un efecto contrario al esperado. En marketing se establece la regla de que los cumplidos hacia otros intenta que sean siempre positivos. ¿Por qué? Porque la ciudadanía, la gran masa social estadounidense puede estar pensando, de hecho su subconsciente lo hace ya, si Trump hace leña del árbol caído con Biden, lo puede hacer conmigo también, y eso sí que es peligroso, muy peligroso electoralmente.
"No ando tan bien como antes. No hablo tan bien como antes. No debato tan bien como antes, pero sé lo que se me da bien. Sé decir la verdad". JOSE BIDEN
Es por lo que los recientes ataques y gestos de menosprecio a Biden, en lugar de debilitarlo, están generando una ola de simpatía y apoyo hacia él. Hoy me tropezaba con un vídeo del canal de Instagram de Donald Trump haciendo una especie de parodia sobre el sueño que te da como espectador al ver los lapsus y momentos ingratos de Biden en el debate de la CNN.
La imagen del Presidente como un hombre bueno, íntegro y decente está calando en muchas personas que comienzan a anteponer la empatía hacia el presidente por delante de su estado físico, reconociendo que todos envejecemos y valorando la experiencia y humanidad que el actual gobernante americano aporta. No hace falta enfatizar en lo que le pasa a alguien que pasa por un mal momento, de hecho, si Trump hubiera sido más humano y empático con los momentos confusos del presidente, le hubiera sumado votos y una imagen que actualmente no tiene de hombre justo, de hombre compasivo y de hombre solidario. ¡Ahí perdió una oportunidad enorme para mostrar una impronta presidencial más allá de la extroversión, la polémica y la provocación a la que nos tiene acostumbrados!
La estrategia de desprestigio de Trump, basada en múltiples ataques agresivos, podría estar volviéndose en su contra. La narrativa de Trump de que el Presidente está incapacitado y no apto para el cargo puede estar empezando a desmoronarse bajo el peso de la realidad y la percepción pública. El haber provocado que Barack Obama saliera con el bate de beisbol al estadio de la política es una muestra de que hay un liderazgo político que va más allá de la mentira, la burla y de la edad. El pasado encuentro televisivo en la cadena CNN fue un claro reflejo de estas dinámicas. Cierto es que Biden, aunque no siempre estuvo habilitado para articular respuestas tan rápido como se esperaría, estuvo mal y el así lo reconoció en la primera oportunidad que tuvo, haciendo lo que pudo para defender con firmeza su gestión.
El victimismo que se ha generado en torno al actual presidente Biden, debido a los constantes ataques del magnate empresario Trump, está haciendo que más personas se solidaricen con el presidente. La imagen de Biden como un "buen hombre" que enfrenta no solo los desafíos de su cargo, sino también el constante asedio de su oponente está ganando un terreno en el que no se habían parado a pensar los asesores políticos o personas cercanas a Donald Trump, especialmente entre los votantes mayores y aquellos que valoran la dignidad y el respeto al liderazgo cuando se llega a una edad avanzada. ¿Qué piensan aquellos republicanos de más de 80 años? ¿Qué opinión pueden tener los americanos y americanas en la franja de los 40 a los 50 años y que tienen a un padre de la misma edad que el presidente americano? Y es que las campañas electorales ya no se ganan en los medios de comunicación, ni en la calle, se ganan en el gran coliseo de las emociones, en el cerebro humano. Lo que por la noche pudo ser un descalabro demócrata, unas horas más tarde, al siguiente día, ya veíamos a un Biden con mucho más aplomo ante las críticas de Trump, con lo que se plantean dudas entre los votantes indecisos sobre la viabilidad y legitimidad de las tácticas del ex-presidente.
El mensaje que está lanzando en las últimas horas Biden de que, si en algún momento sintiera que no puede seguir sirviendo de manera efectiva y que si fuera necesario se apartaría de la carrera por repetir presidir el país por el bien su nación, subraya un compromiso con el bienestar del pueblo americano por encima de los intereses personales. Este gesto de humildad y responsabilidad sería interpretado como una muestra de verdadero liderazgo, contrastando fuertemente con la percepción de que muchos políticos se aferran al poder a toda costa. En caso de que Biden tomara esta decisión, cosa que dudo, hay varias figuras prominentes que se ya suenan como posibles sucesores.
La opción de la retirada por la carrera presidencial de Joe Biden está siendo, más que valorada por el partido demócrata, un clamor en muchos medios de comunicación americanos. Si el actual presidente de USA renuncia supondría la anulación del proceso entero de primarias.
Hay que tener muy en cuenta que Biden consiguió en los últimos meses unos 3.900 delegados, cifra más que contundente para garantizar su derecho a la nominación a la presidencia de los Estados Unidos a finales de este año 2024. Es un proceso de elecciones internas muy personalista, es decir, los votos van directamente a la figura de Biden, por lo que me resulta muy difícil de creer que Joe Biden abandone la carrera electoral, aunque todo pueda pasar.
Sobre los nombres que suenan para sustituir a Biden, está el de la actual vicepresidenta Kamala Harris. Por otro lado, estaría el gobernador de California, Gavin Newsom, y el de la gobernadora demócrata por Michigan, Gretchen Whitmer. ¿Y Michelle Obama? La ex primera dama es muy querida y respetada tanto dentro como fuera del Partido Demócrata, y su potencial candidatura podría unir a diversas facciones del partido y atraer a una amplia base de votantes. Michelle Obama se presenta como una opción muy popular en estos días, habría que ver avanzada la campaña hacia la casa blanca. Lo que sí está claro es que es una opción política sumamente atractiva para sustituir a Joe Biden en caso de que él decidiera apartarse.
Su carisma y popularidad, tanto a nivel nacional como internacional, junto con su profunda comprensión del funcionamiento del gobierno federal y su compromiso con causas sociales como la salud, la educación y los derechos de las mujeres, la posicionan como una candidata fuerte y competente. Ya ha estado en otras ocasiones en el terreno del debate político, de la comunicación política del más alto nivel, en los grandes mítines al lado de Barack y además es una auténtica maestra de la oratoria política. A todo esto sumemos esa pequeña posibilidad de atraer a votantes progresistas y moderados al mismo tiempo, sería una competidora política inesperada para enfrentar a un oponente republicano fuerte como es Trump y asegurar una campaña del tú a tú más equilibrada. El factor sorpresa en política es una de esas cosas con las que nadie cuenta y, cuando aparece, estremecen la racionalidad humana a la hora de votar.
Queda aún un largo tiempo por delante para llegar a la gran cita electoral, muchas horas de noticias, encuentros políticos, demócratas y republicanos, escenarios internacionales complejos, guerras, Putin, Palestina, construcción del nuevo parlamento europeo y Donald Trump tiene todo el derecho del mundo de creer que ahora mismo tiene el viento de cola.
En comunicación se trabaja con percepciones, nunca con realidades absolutas, por lo que la empatía y el apoyo hacia Biden están ahora mismo en aumento, créeme, factores alimentados por una sensación de injusticia y el reconocimiento hacia Joe Biden de su humanidad y experiencia. ¡Cuidado, Donald! La política, como siempre, sigue siendo un juego impredecible y de alto riesgo, donde las tácticas pueden volverse en contra de quienes las emplean.
Trump ganaste la batalla del debate en televisión, sí, pero la guerra aún no ha terminado.