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Blonde: Suicidar, otra vez, a Marilyn

16 de Octubre de 2022
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Los dos grandes mitos del siglo XX han sido Ernesto Che Guevara y Marilyn Monroe, y por la percepción que produce un siglo XXI tecnológico lleno de redes infinitas que hacen tambalear el olimpo de cristal y la distancia que necesita todo mito, lo van a seguir siendo. Uno nació con vocación rebelde, la otra acabó por rebelarse. Y se diría que molesta más la segunda que el primero.

  La película Blonde se ha convertido en un acontecimiento del que nadie puede escapar y del que todo el mundo habla. Cuestión que no es baladí, pues al igual que  consiguen se hable de una obra, también pueden hacer lo contrario. La teoría de que vivimos en sociedades libres donde podemos escoger lo que vemos, es en la práctica más quimérica que real. 

La película se basa en la novela del mismo nombre de la autora de   bet  sellers  Joyce Carol Oates que utiliza una curiosa técnica narrativa, consistente en hablar de  un personaje, sobre su vida real, pero mezclando datos de ficción. Una técnica tan interesante como puede servir a la manipulación interpretativa.  Así podría plantearse que Hitler fue un pintor frustrado que por el desprecio y la marginación, miembro de una identidad nacional sospechosa en el mundo, llegó a hacer lo que hizo. 

 En lo que podríamos llamar producto Blonde, hay desde el principio (la novela de Oates), una clara voluntad de crear una Marilyn que no fuese la Marilyn Monroe real, pero utilizando la figura de esta en sus aspectos supuestamente más escandalosos y negativos: sus problemas psiquiátricos, su inestabilidad, la desestructuración familiar y búsqueda del padre, su hipersexualidad… Su tratamiento pretende ser escandaloso, con algunas escenas crudas como las de los abortos, un Marilyn turbulenta y lanzada a los abismos, que, en lo fundamental, se ignora el contexto.  Se pretende cuestionar la idea de que  fue la industria de Hollywood quien acabó con Marilyn, sino que Norma Jean ya venía con una carga problemática a sus espaldas. Que fue Norma Jean la que creó y destruyó el personaje y no como dice la oración de Ernesto Cardenal. Así se ignora la Marilyn rebelde e intelectual, la mujer que no quiso quedar atrapada en el personaje creado por la industria de Hollywood y de ello hay bastantes muestras que no han importado mucho a los creadores de Blonde. Que quiso superarse tomando clases, acercándose al método, estudiando… Y hay una cuestión fundamental y a mi juicio, clave: la escasa importancia que se da a la creación por parte de la actriz de su propia productora. Marilyn fue una disidente, una disidente de la élite y se lo hicieron pagar.  Todas las sociedades, pero la americana en particular, no aceptan a quienes viniendo desde abajo y ascendiendo a la élite, luego les cuestionen.  

 Quizás todavía lo están haciendo y Blonde quizás sea un ejemplo. Sin dejar de reconocer en parte a Marilyn como víctima, la sitúa como alguien autodestructiva, tal y como no ha dejado de señalar el director, lo cuál no deja de ser un simplismo. A través de una cuidada técnica, y de una relativamente buena interpretación de Ana de Armas, plantea algo en términos ideológicos que va más allá de la propia figura de la Monroe y conecta con el predominio hegemónico de valores conservadores que estamos viviendo. Que el rebelde es un personaje extraño, turbulento, un inadaptado y por otro, que toda rebelión contra lo establecido es imposible y suele terminar fracasando. Así Blonde combate la idea mito (de un tanto romanticismo fu) de una Marilyn Monroe resurgiendo entre las ideas de un imperio brillante y falso, al que no puede manifestar su desprecio que no sea con su propia vida y muerte.

 Ya en su tiempo Norman Mailer, que nunca conoció personalmente a la actriz, la presentaba como una “bioficción” y la interpretaba sociológicamente para así hacer su propia construcción literaria. Quizás ni él, ni los promotores de Blonde alcanzaron a leer los versos que Marilyn escribió como: “Sólo partes de nosotros llegarán/ a tocar parte de los demás…/la verdad de cada uno es eso/ solamente- la verdad de cada uno.”

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