16 de Abril de 2025
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Boicot a Israel

Visto que ningún gobierno ni organismo internacional puede, o no quiere, ir más allá de la denuncia verbal de las atrocidades que comete a diario el ejército israelí, del sátrapa Netanyahu, en Gaza; debe ser la ciudadanía la que alce la voz para denunciar el genocidio y la que adopte medidas de boicot a sus productos mercantiles y culturales. NO puede ser, por ejemplo, que Israel participe en el Festival de Eurovisión, no solo por una razón geográfica obvia, sino porque resulta meridiano que el evento es utilizado por Netanyahu, para hacer propaganda sionista radical. Su representante este año incorpora a su calidad opinable como cantante, el simbolismo sustantivo de haber participado en el festival donde milicianos de Hamas mataron a 360 personas, origen del actual conflicto en el que Israel, hasta el momento, ha asesinado a más de 61.000 palestinos: 17.500 niños.

Todavía no se ha aclarado cómo es posible que el Mosad, que pasa por ser el más eficaz servicio de inteligencia militar del mundo, no se enterara de lo que estaba preparando Hamas, cuando todos los días su ejército justifica lo injustificable, con comunicados en los que con eficacia de estilete señala que el hospital, las viviendas, el colegio, la mezquita o el centro social han sido bombardeados porque  albergaban a guerrilleros de Hamas, a uno de su jefes o era un lugar de almacenamiento de armas. Esta nebulosa no aclarada avala la intuición, no descabellada, de que el Mosad lo sabía, pero dejó hacer para que fuera la espoleta justificativa de una anhelada invasión de exterminio de los palestinos de Gaza. Los sátrapas siempre han utilizado a su pueblo como carne de cañón para su ansia expansionista o mantenerse en el poder.

Hoy, Netanyahu se siente amparado por el otro sátrapa, Trump, que inunda el panorama informativo con su histrionismo disruptivo, que opaca los genocidios diarios en zonas del mundo olvidadas como Sudan, el Congo-Ruanda, Rohingya en Myanmar, en República Dominicana o el que está en la puerta de Europa. En Gaza, donde el ejército de Israel, Netanyaju, asesina a diario a centenares de personas. El otro día en una tertulia alguien preguntó qué sentido tiene asesinar a los niños; porque Israel —apuntó otro— funciona en pleno siglo XXI con los parámetros bíblicos de la época de Herodes, donde asesinar a los niños aseguraba que de mayores no se convertirían en vengadores de sus ancestros. Lo mismo que hace la mafia.

Así, liberados de conciencia moral, por mucha Torá y Talmud que lean, Natanyaju y sus secuaces, pueden lanzarse al exterminio del pueblo palestino con más saña. Progromo que acomete con delectación de sus miembros defensores del sionismo más radical que abogan por su liquidación total, sin que ningún gobierno u organismo internacional tenga el poder o quiera pararlos, mientras los medios de comunicación ya solo le dedican un par de minutos para mostrar los crímenes diarios, el espectáculo de la sangre y el desgarro emocional, sin investigar qué se está haciendo en busca de la paz. O para denunciar la verdad: que no se está haciendo absolutamente nada.

Sin embargo, dedican amplias informaciones y minutos de radio y televisión a contarnos el vaivén de los aranceles o las subidas y bajadas de la bolsa, que ni afectan ni entiende el ciudadano medio que, por sentido común, sabe que cuando baja como cuando sube siempre se enriquecen los mismos. Presión mediática que difumina el horror diario que se vive en Gaza que solo genera impotencia frente a los asesinos, que siguen matando y torturando a millones de personas sin que les pase nada.

Todos deberíamos sentirnos concernidos por el tormento que padecen los pueblos oprimidos, denunciando a los autores de esta vesania que, si nadie los detiene, no terminará hasta que consigan su exterminio. No podemos permanecer callados, porque tenemos el poder de movilización, del boicot y la denuncia constante para mantener viva la conciencia de las personas de bien. La vía para remover conciencias frente a la abyección de los criminales.

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