Estos son los caminos que siempre garantizan mentiras e inmorales privilegios en la sociedad.
El primer camino que garantiza o asegura mentiras en la sociedad es la ignorancia; pero, ésta, siempre puede ser por carencia de los mínimos conocimientos (o sea, por analfabetismo) o, también, puede ser por reprimir-vetar-impedir unos concretos conocimientos racionales-cívicos que necesita la sociedad.
En cuanto a eso, yo diría que lo que se impide realmente es que la sociedad valore bien, con unos adecuados valores y, en ese camino o finalidad, se logra tal mala valoración (o insensatez activa) confundiendo o suplantando los buenos valores ya por otros aparentemente válidos pero que, en el fondo, son solo irracionales y dañarán siempre.
Sí, inculcándose valores extremos de patriotismo (de sobreproteccionismo) pueden alimentar el fanatismo, la alineación (anulándose aquí el sentido crítico) o la obediencia exagerada a unos líderes o a unos manipuladores oficialistas que se aprovecharán, sin duda, con el desarrollo de una ceguedad absurda e ilimitada.
El segundo camino que garantiza o asegura mentiras es la pasividad; no obstante, no es solo inactividad o pasividad física (o de una apatía en realizarse unos hechos progresistas) a la que me refiero, sino más bien mental o psicológica. Y a esto lo podríamos llamar INDIFERENCIA, o frivolidad en atender responsabilidades en el mundo.
Sin embargo, la indiferencia no se consigue o no se produce socialmente solo por aspectos de falta atención a las esenciales realidades, sino también porque la gente no entiende, sí, es como si demasiados entretenimientos basura hubieran eliminado ya la capacidad de entender importancias sociales o de ser consciente de ellas. Por eso, la indiferencia es un resultado de hábitos tóxicos en la sociedad, o de aceptados entretenimientos muy indolentes, realizados “en burbujas” de aislamiento o en neo-egoísmos actuales. Así es.
El tercer camino que garantiza o asegura mentiras es que todo esté únicamente en manos de un dominio protagonista de solo influencers y de intelectuales basura que tienen-comen ya todas sus rentabilidades preparadas por tal procedimiento. Y, como son incapaces de dar verdades a la sociedad, obvio, pues lo único que hacen es desacreditar las que ya hay e inventar ellos otras sensacionalistas que instrumentalizan estupendamente la permanencia siempre de sus protagonismos. Aunque este tercer camino es casi imposible de erradicar porque sería como el erradicar ratas en cualquier gran basurero.
En fin, siempre hay que tener esperanzas, y al fin cuando sea llegará un sabio que me ayudará; ¡claro!, y ya él, si no se suicida antes, me ayudará a ponerles dificultades a las mentiras (por la decencia). Algo es algo.