A raíz de mi artículo sobre como el emérito Juan Carlos había obtenido su fortuna, he recibido varios comentarios en los que se me dice que debería hablar de ello pues, al parecer, he comprobado que bastante gente ha oído hablar del tema, pero desconoce la historia y los datos más relevantes de la misma.
A tal efecto i, en aras de recabar la máxima información posible, he realizado la búsqueda de información para poder escribir el presente artículo. Son varios los medios que han publicado datos, fechas, personas, empresas y países que han intervenido y realizado operaciones relativas a la compra de armas y material militar.
En mi opinión considero que ha sido Publico el medio que mejor ha tratado el tema i, dentro de este medio, destacaría a los periodistas Ana María Pascual, Patricia Lopez, Juan Cantarero y Carlos Enrique Bayo, cuyos datos e informes han descrito de forma excelente las operaciones que, Juan Carlos y sus socios han llevado a término durante años.
He respetado al máximo, como es natural, su redacción original intentando resumirla (cosa difícil) debido a su extensión i que, a pesar de todo, me veo obligado a publicarlo en dos partes.
Público ofreció una serie de informaciones exclusivas que revelaban los cimientos ocultos de la fortuna del rey emérito: no se asientan en las comisiones por un porcentaje del crudo importado como se hizo creer, sino en el tráfico de armas. Ésta es la verdadera historia de un fraude gigantesco y de quienes lo administraron.
Antes de subir al trono, el heredero a la Corona borbónica designado por el dictador Francisco Franco ya estaba obsesionado en acumular una gran fortuna, la que su padre nunca llegó a tener. Para conseguirlo, Juan Carlos deBorbón promocionó por todos los medios a Manuel Prado y Colón de Carvajal, su mejor amigo desde los años sesenta, para hacerle rico por cualquier vía, sea suplicando dádivas de las otras casas reales, no sólo en las europeas, o sacando tajada de las relaciones económicas internacionales del Estado: en 1974 envió una carta a Henry Ford II, nieto del fundador de la conocida firma de automóviles, recomendándole a Prado como gestor de la entrada del coloso Ford en España.
Nada más ceñirse la corona, Juan Carlos nombró en 1977 senador por designación real al descendiente directo de Cristóbal Colón, y lo hizo embajador especial plenipotenciario permanente de España, así como administrador solidario al 50%, como pantalla de su participación, en todos sus negocios, empezando por el más rentable que había y hay: la venta de armas.
En la primera visita de los reyes españoles a Riad, en octubre de 1977, el hoy emérito negoció la creación de una empresa conjunta hispano-saudí, supuestamente para canalizar el comercio entre los dos países: Alkantara ("puente", en árabe) Iberian Exports. El príncipe Fahd, en aquel momento, hombre fuerte del régimen del rey Jaled, sucesor de Faisal, nombró delegado saudí en Alkantara al magnate Adnan Khashoggi, traficante de armas cuyo holding Triad International ostentará el 50% del capital. Por su parte, Juan Carlos designa a Manuel Prado como presidente de la compañía, financiada con fondos públicos en la mitad española: el Instituto Nacional de Industria (INI) puso un 25% y Focoex (Fomento del Comercio Exterior, del Banco Exterior de España pero operando desde Panamá) el otro 25%.
La intención de que la empresa quedara fuera del control fiscal de la Hacienda Pública se trasluce en el hecho de que Alkantara Iberian Exports no se constituye en Madrid ni Riad, sino en Londres, el 6 de julio de 1978, como "Private limited with Share Capital company" con registro 01377422. Borja Prado Eulate, hijo del socio y testaferro del rey, es colocado en la empresa por parte de Focoex, para la que trabajará de 1980 a 1988. En aquel momento, el presidente del INI era Francisco Jiménez Torres, quien poco después asesorará, como abogado, al propio Khashoggi en operaciones comerciales internacionales.
En aquellos años, todas las operaciones internacionales de venta de armas y material militar, por tratarse de asuntos, actos, documentos, informaciones, datos y objetos cuyo conocimiento por personas no autorizadas pudiera dañar o poner en riesgo la seguridad y defensa del Estado, según dispone el artículo 2 de la ley 9/1968, de 5 de abril, sobre secretos oficiales. Una ley que, todavía hoy sigue vigente, impide obtener los documentos de esos contratos gestionados por Alkantara.
Dos años después, en 1980, Adolfo Suárez viajó a Riad para asegurarse el suministro de crudo saudí, pero la total ignorancia del idioma inglés del presidente del Gobierno no le permitió desentrañar los negocios con ese país de Colón de Carvajal, al que había nombrado primer presidente de Iberia (1976-78) y después presidente del Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI, hasta 1982).
De aquella época partió la denuncia que hizo en diciembre de 2014 el catedrático de Economía y ex consejero delegado de Campsa, Roberto Centeno, quien aseguró que Prado se llevaba una comisión de "uno o dos dólares" por cada barril de petróleo adquirido en el Golfo Pérsico, y que el entonces ministro de Hacienda de Suárez, Francisco Fernández Ordóñez, le impidió en 1979 cerrar la compra de 150.000 toneladas de crudo que había negociado a buen precio con la Kuwait Petroleum Company, advirtiendo que Manolo Prado es la única persona con derecho a comprar petróleo en Arabia Saudita y los Emiratos Árabes.
Una prueba de que el rey no llega a ingresar cuantiosas comisiones de las compras de crudo es que, para conseguir los fondos con los que poder operar como intermediarios de otros negocios, Juan Carlos envió en 1980 a sus dos hombres de confianza, Manuel Prado y el príncipe georgiano-ruso Zourab Tchokotua, del que es amigo desde niño porque estudiaron juntos en un internado de Friburgo (Suiza), a pedirle un préstamo a otro de los siete hijos de la esposa preferida del fundador de Arabia Saudí, el legendario Saud: Salmán bin Abdulaziz, entonces emir de Riad, actualmente, es el rey del país y tiene su fastuoso palacio de Marbella, el Al-Riyad, donde pasa largas temporadas.
Para sorpresa de Prado y Tchokotua, Salmán accede a la petición de Juan Carlos, habló con sus hermanos, y les proporcionó un crédito a diez años, sin interés alguno, por valor de 100 millones de dólares (unos 7.500 millones de pesetas en esas fechas). Una cantidad que, llegará a ascender a más de 17.000 millones años después a causa de las devaluaciones de la peseta.
Una de las personalidades más cercanas al rey durante ese periodo, afirmó a Público, que ese dinero fue depositado en una cuenta de Sogenal (Société Générale Alsacienne de Banque), de Ginebra. La importancia de ese depósito acredita a Prado para convertirse en consejero de la entidad, uno de los mayores bancos europeos, al ser nombrado presidente de la Société Generale de Banque en Espagne, y retira anticipadamente los intereses de diez años (unos 33 millones de dólares), dinero con el que se financiaron sus actividades como intermediarios de operaciones comerciales internacionales y especulaciones inmobiliarias.
La voluntad de Manuel Prado y de Khashoggi de hacer negocios opacos de tráfico de armas a través de Alkantara se demuestra cuando, el 13 de agosto de 1982, la registran en el paraíso fiscal de Chipre como "Compañía Limitada con registro HE18048". Así pueden operar fuera del control tanto del Gobierno saudí como del español, que en 1985 hace su primer informe oficial sobre las más importantes compañías de venta de armas españolas, con datos de años anteriores, y coloca a Alkantara a la cabeza de la lista, aun admitiendo que sigue siendo incompleta y que La Moncloa no controla el destino final de las exportaciones de material bélico español, menos aún las comisiones.
En enero de 1989, el INI decide disolver Alkantara a causa del escándalo provocado por la imputación de Khashoggi en el caso Irán-Contra; venta de armas a Irán, violando el embargo i financiar mercenarios a combatir al Gobierno de Nicaragua (1985-86).
Pero, antes de ser imputado, Khashoggi le pasó los trastos de Alkantara al traficante de armas de origen libanés Abderramán elAssir, al que ha introducido en la beautiful people de Marbella, como el gran amigo de Felipe González, el empresario Enrique Sarasola, Los Albertos (Alcocer y Cortina) o el ministro Carlos Solchaga, todos ellos asiduos de las fastuosas fiestas privadas de Khashoggi, hasta el punto de que El Assir se acabó casando con María Fernández-Longoria, hermana de la esposa de Adrián de la Joya – Cristina- (socio y padrino del comisario Villarejo, quien es amigo de otro traficante de armas, Monzer al Kassar), El padre, Carlos Fernández-Longoria de Pavía, es embajador en Egipto (1985-90), país con el que veremos que les será muy rentable la intermediación de Alkantara en la venta de armamento.
Así que los negocios de venta de armas de la filial chipriota de Alkantara continúan casi dos años más, hasta su disolución en Chipre el 14 de noviembre de 1990. Por ejemplo, en el verano de 1989 El Assir negocia en Rabat la venta a Marruecos de siete aviones de transporte CN-235 fabricados por Construcciones Aeronáuticas (CASA). Cada aparato cuesta 1.100 millones de pesetas, así que el montante total del negocio ronda los 7.700 millones de pesetas, de los cuales unos 2.750 se van a abonar con préstamos del Fondo de Ayuda al Desarrollo (FAD) y el resto con créditos blandos españoles, a un interés entre el 7 y el 9% (en aquel tiempo los préstamos al consumo eran del 18% en España y los de Vivienda de Protección Oficial al 11,25%).
Por descontado, El Assir y sus socios (Prado, en nombre del rey, con el que es socio a medias de todas las inversiones que hace, y Tchokotua) se embolsan una cuantiosa comisión del 20% sobre el precio total, es decir unos 1.500 millones de pesetas, que pagó el Estado español, tal como recogerán José Díaz Herrera y Ramón Tijeras en su obra El dinero del poder. La trama económica en la España socialista (1991 Información y Revistas, S.A./Cambio 16).
Después, El Assir consiguió una carta de intenciones firmada por el secretario general de la Administración de la DefensaNacional marroquí, que le permitirá seguir vendiendo armas a Marruecos durante años por un importe total de 570 millones de dólares (más de 62.000 millones de pesetas de la época). Un negocio que ansiaban las empresas de armamento españolas como ENASA y Land Rover Santana (vehículos militares), la Empresa Nacional Santa Bárbara y Explosivos Alaveses (minas y proyectiles) o ENOSA, Amper e Inisel (material electrónico y comunicaciones
Esa operación es la mayor venta de armamento del Gobierno español a Marruecos de la época y las comisiones que se reparten los mediadores sumarían unos 12.500 millones de pesetas. Pero los comisionistas que trabajaban con Alkantara hacían tráfico de armas con los países que podían, aprovechando todas las guerras y conflictos de aquellos años, aseguraba a Público uno de los amigos del rey consultados, que conoció bien aquellos negocios.
En cualquier caso, Manuel Prado pronto vio la necesidad de ocultar mejor sus actividades lucrativas a medias con Juan Carlos. Así que en 1983 fija su residencia en Ponilly, junto a Lausana, y funda en Suiza la compañía Trébol S.A. con el otro socio íntimo del monarca, Tchokotua, casado con la aristócrata Marieta Salas Zaforteza, gran amiga de la princesa María Gabriela deSaboya, conocida como el primer amor de Juan Carlos. El tercer socio de ese trébol es el propio rey, aunque su nombre nunca figura en los documentos, según asegura a Público uno de los que estaban en el círculo íntimo del monarca. Esta fuente subraya que en aquellos años muchos de los millonarios de la élite económica y financiera de Madrid sabían que Trébol SA era el vehículo de las inversiones de Juan Carlos porque ni Prado ni Tchokotua hacen gran cosa por ocultarlo, aunque regía un silencio informativo absoluto en los medios de comunicación.