Julián Arroyo Pomeda

Con la Iglesia hemos topado, Sancho

07 de Enero de 2025
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Con la Iglesia hemos topado, Sancho. Laura Yustres, conocida como Lalachus, muestra la estampita de la discordia. | Foto: RTVE
Laura Yustres, conocida como Lalachus, muestra la estampita de la discordia. | Foto: RTVE

En el Gran Teatro del Mundo, que es nuestra sociedad, no te metas con la Iglesia, porque es imposible oponerse a esta institución. Ni siquiera te atrevas a rozar su piel en forma de broma, porque pueden caer rayos y fuego sobre tu persona.

Algo así ocurrió la última Nochevieja con el programa de Broncano, La Revuelta. En él, la humorista Lalachus mostró la estampita con el Corazón de Jesús en plan broma para que los televidentes se rieran.

Bueno, pues ya se ha encontrado con un obstáculo significativo al enfrentarse a una institución poderosa como la Iglesia Católica, que tiene una gran influencia histórica y cultural entre nosotros, con la que es difícil lidiar: autoridad y tradición. El desafío, según las organizaciones cristianas extremistas de Hazte oír y Abogados Cristianos, ha llevado a proponer acciones legales. Esto es algo que requerirá tacto y cuidado para poder superarlo.

Esto se ha repetido tantas veces que el ministro de Justicia ha anunciado un cambio en la Ley que regula los sentimientos religiosos, indicando que la paciencia del Gobierno se está agotando. No es que se estén aprovechando de nuestra paciencia, como dijo arzobispo de Sevilla, Saiz Meneses, sino todo lo contrario.

La reacción tan impositiva del Presidente de la Conferencia Episcopal se debe a varios factores que la Iglesia ha tomado como exclusivamente como suyos y de nadie más.

Me refiero a que la religión católica ha sido una parte integral de la historia y cultura de España durante muchos siglos, incluso consideran que es una parte importante de la identidad nacional y personal. En este sentido, cualquier crítica o burla hacia la religión puede ser vista como un ataque a la identidad, generando reacciones emocionales fuertes. Es necesario un delicado equilibrio entre la libertad de expresión y el respeto a las creencias. Cuando se percibe que tal equilibrio se ha roto, inmediatamente surge el conflicto.

Estos factores son discutibles y no solo dependen de tradiciones obsoletas y modos de conducta antiguos. Ahora bien, el humor puede ser una forma importante de abordar temas serios y encontrar alivio en situaciones difíciles. Sin embargo, si el humor es rechazado rotundamente, en lugar de arreglar la situación, puede empeorarla.

Hay que construir entendimiento y empatía para acabar con los prejuicios, educarse para permitir que las personas puedan expresar sus creencias sin temor a la burla y discriminación. Relajar la tensión con la religión es esencial para fomentar la convivencia pacífica y el respeto mutuo entre personas de diferentes creencias y perspectivas.

Debemos recordar que el humor y la sátira han sido herramientas utilizadas durante mucho tiempo para criticar y cuestionar múltiples aspectos de la sociedad, especialmente la religión y la política. Nadie debería escandalizarse o mostrar su ira por ello. Este es el caso de Lalachus en el programa de Broncano. En una noche vieja, el humor tiene que estar siempre presente. La cómica parodió la imagen del Sagrado Corazón, nada más. Y no puede ser para tanto.

Cada uno hace humor según su contexto cultural y personal. A algunos les hará gracia y a otros no, dependiendo de su propia sensibilidad. Por ejemplo, yo lo hago en mi novela "Dios también se equivoca” Y espero que nadie me denuncie por eso.

Qué distinta es la sensibilidad del Papa Francisco en un encuentro con 105 humoristas y cómicos en el Palacio Apostólico. El papa les dijo son sabios porque tienen el don de hacer reír. Y esto sí que es un verdadero milagro. También se pueden reír de Dios, de la misma manera que jugamos y bromeamos con las personas queridas. Esto hacemos siempre con los niños y se ríen con nosotros, porque la risa es fundamental en la vida para superar el estrés cotidiano. El mismo Papa pide a Dios cada día que le dé el sentido del humor.

Hasta en la Sagrada Escritura existe el sentido del humor. Y él lo ilustró, recurriendo a algunos pasajes. “¿Se puede uno reír de Dios?”, preguntó y contestó con seguridad: "Por supuesto. No es una blasfemia."

Él estuvo sonriente con ellos en cada momento. También se le veía muy a gusto. Se notaba cómo daba la mano a los que le saludaban. La apretaba fuerte y parecía que eran amigos íntimos. Cuando nos reímos con los demás, se rompen las barreras sociales.

Y el Papa terminó, haciendo reír a todos: "Recen por mí a favor, con una sonrisa, no en contra". El auditorio se rió con ganas.

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