Foto de perfil del redactor de Diario16 Víctor Arrogante.

Consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, que siguen vivas

14 de Mayo de 2023
Actualizado el 02 de julio de 2024
Guardar
los-enigmas-que-dejo-la-segunda-guerra-mundial

La Segunda Guerra Mundial fue el conflicto armado de mayores dimensiones de la historia. Se enfrentaron los países que conformaban las Potencias Aliadas y las Potencias del Eje. Tras seis años de lucha, se declara el final de la guerra y la caída de los regímenes de Adolf Hitler en Alemania y Hideki Tojo en Japón. Pese a la paz, el mundo quedó divido en dos bloques irreconciliables. El 7 de mayo de 1945, se firmaba el acta de rendición incondicional, que ponía fin al predominio del nazismo en Europa. Quedaba odio y rencor. Hoy, aquella ideología criminal vuelve a tomar auge en la Europa unida y tenemos que evitarlo.

Durante seis años, la SGM se cobró más vidas y destruyó más tierras y propiedades en todo el mundo que cualquier otra guerra antes conocida. De los cincuenta y cinco millones de personas muertas, seis millones eran judíos, exterminados en los campos de concentración nazis, como parte de la Solución Final planeada por Hitler y figuras como Himmler o Reinhard Heydrich. Gitanos, homosexuales y personas de ideología opuesta fueron víctimas de la barbarie.

El 29 de abril de 1945, Hitler se suicidó. Berlín fue tomada por las fuerzas soviéticas y el 7 de mayo se produjo la rendición alemana. La guerra en el Pacifico terminó en agosto, poco después de que los Estados Unidos lanzaran las bombas atómicas en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Murieron en el acto ciento veinte mil personas. Como consecuencia de todo, EEUU y la Unión Soviética surgieron como las superpotencias que iban a dominar el mundo. La guerra fría; el inicio de la era atómica; la descolonización; y la creación de organismos internacionales como la ONU o las Comisiones Europeas, fueron otras de sus consecuencias. Para España representó el aislamiento internacional, la represión política y la depresión económica.

La Guerra en España (1936-1939), llamada civil pero que fue militar, sirvió de campo de pruebas para Alemania e Italia. Hitler, tras denunciar las cláusulas sobre desarme impuestas a Alemania por el Tratado de Versalles, organizó un nuevo ejército y puso a prueba el nuevo armamento y las nuevas tácticas guerreras. Hitler y Mussolini, entregaron material de guerra a Franco y enviaron tropas especializadas a combatir en suelo español contra el gobierno republicano. Las otras potencias, encabezadas por Francia y apoyada por Reino Unido, se abstuvieron de intervenir, desarrollando su política de No intervención, porque la guerra de España venía a complicar el juego estratégico que se desencadenaba en Europa. Todo fueron ventajas para el nazismo y el fascismo español. La República quedaba abandonada a su suerte.

Europa perdió el poder global que había mantenido. Nació la bipolaridad del poder encarnado por las dos máximas superpotencias. Las monarquías en Italia, Yugoslavia, Albania, Rumania y Bulgaria, perdieron el poder y se convirtieron en republicas. El mundo comunista extendió su influencia sobre Europa Oriental y los Balcanes, planteándose un nuevo conflicto ideológico entre comunistas y democracias occidentales. Nacieron las Naciones Unidas, como instrumento para servir la paz internacional, pero visto lo visto desde entonces, poco efectivas han sido sus decisiones.

Al finalizar la guerra, los vencedores dividieron el territorio alemán en cuatro zonas de ocupación (norteamericana, inglesa, francesa, y soviética). La ciudad de Berlín, situada en la zona rusa, también fue dividida en cuatro zonas. Más tarde, en 1961 quedaría separada del resto del mundo por el muro de la vergüenza, que cayó en 1989.

Austria recuperó su autonomía. Alemania perdió la Prusia Oriental y los territorios ubicados al este la línea del Order-Neisse. Rumania, Hungría y Bulgaria fueron ocupadas por la URSS, Italia por EEUU y el Reino Unido. Finlandia tras firmar el armisticio con la URSS en 1944 no fue ocupada militarmente. Los EEUU ocuparon posiciones estratégicas en el Pacífico y Corea quedó ocupada por fuerzas norteamericanas y soviéticas. El diseño del nuevo orden mundial, plasmado en los tratados de paz, sigue influyendo en la política mundial.

Hitler al llegar al poder procedió al rearme de la nación; firmó tratados estratégicos con Italia y Japón para proyectar aún más lejos sus ambiciones de dominación planetaria. Los Aliados, temerosos de una nueva guerra mundial, trataron de contener la situación mediante una política de apaciguamiento –y ciertas muestras de simpatía hacia el nuevo régimen–, que resultó ser ineficaz y contraproducente. La invasión de Polonia por el ejército nazi en septiembre de 1939, lo desbarató todo. Gran Bretaña y Francia declararon la guerra al Tercer Reich y con ello comenzaba la Segunda Guerra Mundial, que Hitler entendía como imprescindible y necesaria para sus planes, después de asegurar la neutralidad de la URSS, con el pacto de no-agresión.

Las principales causas de la SGM, provienen de las consecuencias de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). El tratado de Versalles (1919) estipulaba que las Potencias Centrales (Alemania y sus aliados) aceptasen las responsabilidades morales y materiales por haber causado la guerra; además debían desarmarse. Tuvieron que realizar concesiones territoriales a los vencedores y pagar exorbitantes indemnizaciones económicas a los Estados victoriosos.

De otra parte el Plan Dawes (1924), auspiciado por EEUU, pretendía que los aliados vencedores de la Primera Guerra, consiguieran sus reparaciones, buscando la estabilidad de la economía alemana y evitar mayores perjuicios. Alemania en el 20º aniversario de su reunificación (1990), realizó el último pago de las indemnizaciones de la Gran Guerra estipuladas en el Tratado de Versalles. Con el pago terminaron 92 años de un tratado, que algunos de los más reputados historiadores alemanes consideran una chapuza en sus términos económicos.

Más de cincuenta guerras, conflictos armados o de baja intensidad, están abiertas en nuestro planeta. Independentistas, de insurgencia islámica, otras religiosas, tribales o de identidad cultural, étnicas y contra el narcotráfico. Casi todas con la ayuda de los países occidentales que suministran armamento y proclaman la paz: Afganistán, Angola, Argelia, Birmania, Chad, China, Colombia, Corea del Norte y Corea del Sur, Egipto, Etiopía, Filipinas, Gambia, India, Indonesia, Irak, Irán, Líbano, Libia, Mauritania, Marruecos, México, Níger, Nigeria, Pakistán, Perú, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Sahara, Senegal, Siria, Somalia, Sudán, Tailandia, Túnez, Uganda o Yemen.

Guerras y más guerras y nuevas amenaza, junto con la gran tragedia que significa la guerra de Rusia contra Ucrania. Una guerra que aparenta ser regional, cuando es un enfrentamiento abierto de Estados Unidos y la OTAN, contra la Rusia de Putin, por conseguir mayor hegemonía mundial, con China de testigo silencioso. El mundo contra Rusia, vetando su presencia e imponiendo sanciones; pero a Israel, que sigue bombardeando al pueblo palestino indiscriminadamente, nadie sanciona y permite que siga con sus crímenes de lesa humanidad.

Los términos de la rendición de Alemania fueron discutidos por primera vez el 14 de enero de 1944. Las tres partes acordaron que el texto definitivo debería estar en un único documento de rendición incondicional. El acta constaba de catorce artículos, agrupados por temas relacionados con la rendición militar, la entrega de armamento y la retirada alemana de los territorios ocupados, volviendo a las fronteras vigentes el 31 de diciembre de 1937. También se incluyó la liberación de los prisioneros de guerra, la repatriación de los presos y esclavos de los campos de concentración nazis, el cese de las emisiones radiofónicas, cierre de los servicios de inteligencia alemanes, la no destrucción del arsenal militar e infraestructuras, trabajar en el proceso judicial por crímenes de guerra contra las máximas autoridades nazis y dar poder a los representantes aliados para sancionar órdenes y normativas. En la Conferencia de Yalta, febrero de 1945, se acordó que las cuatro potencias Aliadas se repartieran Alemania.

Han transcurrido setenta y ocho años de aquella guerra y algunas de sus consecuencias todavía se dejan sentir o están presentes en el desarrollo de las relaciones internacionales.

Contra las guerras y ante tanta destrucción, sufrimiento y muertes, pasadas, presentes y las que vendrán, maldigo a los gobiernos canallas que ordenan y provocan a quienes se benefician de la destrucción y del dolor inocente.

Lo + leído