Una persona únicamente ayuda al bien porque se contrapone siempre en todo sitio y en toda circunstancia a la mentira con el sólo uso de la razón (aun de la ética no falsa o racional). Así es.
En evidencia, ayudar al bien es el quitarle obstáculos, el no callarlo nunca y, además, el servirle una defensa o una gran protección. Sí, sin duda, ayudarle es una actitud de incondicionalidad de que se va a luchar por él, cueste lo que cueste, a cualquier riesgo y aceptando siempre cualquier implicación molesta o incómoda en su único beneficio.
Por ello, no se pueden escatimar los esfuerzos, no se pueden excusar los impulsos de egoísmo ni se pueden satisfacer halagos o sumisiones gratuitas hacia otra parte (sin garantía de bien), o sea, hacia un interés material de la sociedad.
Así que será (por principios) no ayudar al mal sea en donde sea, ¡exacto!, no ayudar a la sinrazón, no ayudar al prejuicio, no ayudar a la ávida manipulación ni a la ignorancia…; es decir, no ayudar nunca a lo que no equivale a la realidad atendida responsablemente. En definitiva, ¡no ayudar a la mentira!
Eso es verdad…, el bien y el no ayudar a la mentira (la no verdad) es lo mismo. He ahí que es importantísimo el elucidar a la mentira y el distinguir a la mentira, ¡cierto!, algo sólo posible con la razón, ¡nada más! Pues la mentira es, por definición racional, lo que beneficia a alguna sinrazón o a algún procedimiento irracional.
Mentira, en claro, es lo conseguido con alguna ignorancia, con alguna insensatez, con alguna indecencia, con algún descuido o irresponsabilidad, con algún miedo gratuito que da involución, con alguna información interpretada irracionalmente o con alguna ansiedad de protagonismo sin autocrítica.
Mentira también es y será el anteponer algo no esencial a lo esencial, ¡por supuesto!, porque esto se hace miles y miles de veces en la sociedad. Como (por ejemplo) el anteponer los intereses de patria a los sagrados valores de la vida o como el anteponer cualquier estética a la misma razón.
Mentira es y será lo que niega a cualquier esencia (vida, razón o disciplina vital, responsabilidad, conciencia o naturaleza) o lo que infravalora a cualquier esencia, sí, ya sea por fanatismo, por egoísmo, por manipular, por imponerse prioridades o valores perversos o por idolatrías estúpidas.
En fin, que se sepa, para hacer el bien hay que estar a salvo de las mentiras (o de todo sometimiento a las mentiras) o hay que estar protegido siempre de las mentiras o, por mayor bien duradero, hay que proteger a todo bien de las mentiras. Obvio.