23 de Abril de 2025
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homosexual gay. Cosas veredes

Acabo de leer en el periódico de Extremadura del pasado día 15 una especie de fábula para mayores. Me parece adecuado sacarla ahora en los momentos de Semana Santa. En el relato se menciona que en el Cristo de la Iglesia de Santiago de Cáceres se encuentra una tarjeta de diez líneas, que narra una historia asombrosa y extraordinaria, la cual debe leerse con todo detalle.

El suceso se sitúa en el año 1596. Entonces, llevaron a ajusticiar a Peña Redonda a dos muchachos. ¿Qué habían hecho tan grave? Se les acusaba de un pecado, aunque no se especifica cuál, porque en aquel no se podía ni siquiera nombrar. Enseguida se deduce que se trataba de dos chicos del mismo sexo, que tenían relaciones sexuales. Esto entonces se denominaba sodomía. La Biblia relata que Dios castigó a Sodoma y Gomorra con una lluvia de fuego y azufre, destruyéndolas por abominación e inmoralidad (Génesis, 18 y siguientes).

Según el relato, fueron enviados dos ángeles a Sodoma y Gomorra en forma humana para anunciar lo que ocurriría, ya que "su pecado es grande". Lot los recibe e invita a pasar la noche en su casa. Los habitantes de Sodoma exigen que entregue a los hombres que estaban en su casa "para que nos acostemos con ellos". “Se entregaron, según se dice, a la inmoralidad y al coito contra  natura”. Por eso, Dios los castigó. Entonces, este pecado se castigaba con la muerte. La sociedad los despreciaba tanto que los llamaba “putos”, su pecado era "nefasto" o "abominable".

La tarjeta de la iglesia de Santiago dice que se quebraron dos veces los cordeles de los garrotes. El Santo Cristo estaba enarbolado en manos de su alcalde y, a la vista de todos, el Cristo se desclavó y quedaron sus brazos sueltos. Al presenciar el milagro, eclesiásticos y religiosos lo proclamaron públicamente y liberaron a los muchachos.

La historia concluye con una especie de moraleja: dos moros allí presentes pidieron el bautismo y se convirtieron a la santa fe católica.

Asombrosamente, en los libros de cuentas de la cofradía de la época consta la compra de clavos para el Cristo, lo que refuerza la verosimilitud del caso.

Este acontecimiento se presenta como un ejemplo modélico de la abismal diferencia entre la crueldad de la Inquisición y la esperanza representada por Cristo, ofreciendo una lección significativa los hombres.

Han transcurrido cerca de cinco siglos desde este suceso, y los homosexuales continúan siendo perseguidos. Aún en 2021, seis estados miembros de la ONU condenan a los homosexuales, y según Human Rights Watch, más de 60 países  consideran ilegal la homosexualidad. Es una verdadera vergüenza. Seguimos comportándonos como cavernícolas y salvajes ante una injusticia evidente. Dios es amor y perdón siempre.

En la época de los Reyes Católicos se estableció la hoguera para los homosexuales e incluso la confiscación de todos sus bienes, aunque el condenado por esto dejara familia.

Durante el franquismo, el católico Franco los perseguía, encarcelaba y desterraba. Hasta 1979 la Ley de Peligrosidad social imponía penas hasta tres años de cárcel para aquellos considerados "peligrosos por su orientación sexual". La homosexualidad era considerada delito.

Sin embargo, desde 2005, el matrimonio entre personas del mismo sexo está considerado como legal en España, dando un 89% su aceptación plena.

Así es con toda razón. La palabra "moral" procede de la raíz ‘mor’ y viene de viene del latín mos, moris, que significa costumbre. No sé dónde está el escándalo. Al modificarse las costumbres, cambia la moral. A algunos les costará adaptarse, pero no queda otro remedio que hacerlo, si no queremos ser anacrónicos.

Al mismo Papa Francisco, que, en una ocasión, se le escapó decir que en los seminarios se ve demasiado "mariconeo", ha dicho también que quién es él para juzgar la homosexualidad. Ya no se le fue más, pero era fruto de costumbres culturales de su época y de su espontaneidad, sin duda.

El Cristo de Cáceres destrozó sus clavos, que lo tenían sujeto a la Cruz, para producir la salvación de los dos muchachos, con lo que demostró que la aberración no era de ellos, sino que los aberrantes eran quienes actuaban con semejante inmisericordia.

Una prueba más del fanatismo religioso, que oculta en cualquier rincón hasta que sale disparado con la violencia más potente. Allí se encontraba también el alcalde, como representante del poder civil No saben quién es Dios, solo adoran al que ellos han creado, como al becerro de oro de este mundo, sin darse cuenta de que el Reino de Cristo no es de este mundo. Religión y política no pueden caminar juntas, porque sus objetivos no son los mismos

Los pobres son los que carecen de todo, no tienen nada para comer y, por ello, han de pedir limosna. Los poderosos los desprecian y los consideran unos desarrapados. Sin embargo, de ellos es el Reino de los cielos como dijo el fundador. También de los misericordiosos, que dan lo que tienen y socorren a quienes lo necesitan. El Cristo de los Milagros sí sabía lo que hacía.

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