“Pensó que no iba a soportar la ola, pero recordó que ella es el mar” escribe Patricia Ramírez en su bio de X.
No es nada nuevo el hecho de utilizar técnicas amarillistas para exagerar los eventos y crear una sensación de urgencia en los lectores, sorteando el límite de hasta qué punto puede distorsionarse la realidad si nos dejamos llevar por el primer impulso. Más propio de la publicidad que de la información, la línea que separa la veracidad de las impresiones ha terminado por desdibujarse. Al margen de lo que consideremos ofensivo hoy día, hemos olvidado que, en ocasiones, el problema no es lo que se dice, sino cómo se reacciona -pues las reacciones pueden funcionar como un buen ataque contra futuras ofensas-. Con la llegada de los medios digitales y la competencia feroz por la atención de los usuarios, se hizo evidente que las emociones humanas podían ser un recurso poderoso. No parece que hayamos aprendido a combatirlo.
Ya explicábamos en ‘Filología contra la manipulación mediática’ que las emociones juegan un papel crucial en la toma de decisiones y en la memoria. Las noticias que evocan sentimientos intensos, como el miedo, la ira, la tristeza o la alegría, tienen más probabilidades de ser recordados y compartidos. Es demasiado habitual, por no decir normal, diseñar titulares y contenidos que apelen directamente a las emociones negativas del lector.
Desde titulares impactantes hasta imágenes extremas, la prensa busca generar reacciones emocionales en sus lectores para llamar su atención y aumentar la interacción. Esto se traduce en la cobertura de tragedias, escándalos y conflictos: si están politizados, mejor… ¡E ininterrumpidamente!
Gabriel Cruz Ramírez, conocido como "el pescaíto", fue un niño español de 8 años que desapareció el 27 de febrero de 2018 en Las Hortichuelas, una pedanía de Níjar, en la provincia de Almería, España. Tras días de intensa búsqueda, su cuerpo fue encontrado el 11 de marzo de 2018 en el maletero del coche de Ana Julia Quezada, la pareja del padre de Gabriel en ese momento. Ella participó activamente en la búsqueda, mostrando en público su apoyo y preocupación, lo cual, posteriormente, se reveló como una estrategia para desviar sospechas.
El caso conmocionó a España y se siguió muy de cerca por los medios de comunicación. Ana Julia Quezada fue arrestada, confesando después haber matado a Gabriel. En 2019, fue juzgada y declarada culpable de asesinato, con la sentencia dictada a cadena perpetua revisable.
Hoy, Gabriel Cruz es recordado como un biólogo marino, tierno y lleno de luz, que se reencontrará con los suyos cuando llegue el momento.
NO ES POR EL DOCUMENTAL, SINO POR LAS CIRCUNSTANCIAS
Como civilización, sabemos que el valor moral y ético es un aspecto fundamental en la sociedad actual, ya que guía nuestras acciones y decisiones, y nos ayuda a distinguir entre lo correcto y lo incorrecto. En el caso de los documentales que hablan de asesinos en serie o de víctimas, este valor moral es especialmente relevante, ya que nos obliga a reflexionar sobre las consecuencias de los actos de violencia y el sufrimiento que causan a las personas involucradas.
Tales trabajos suelen mostrar el lado oscuro de la humanidad, revelando cómo la mente de estas personas puede llegar a cometer actos de extrema crueldad y violencia. A través de testimonios de expertos, investigadores y familiares de las víctimas, se nos muestra la devastación que causan estos individuos en la sociedad, y las secuelas que dejan en las personas que logran sobrevivir a sus ataques. En este contexto, el valor moral y ético se vuelve imprescindible, pues nos empuja a cuestionar la naturaleza de semejantes actos y a reflexionar sobre cómo podemos prevenirlos en el futuro. Nos hace conscientes de la importancia de respetar la vida y la dignidad de las personas, y nos motiva a trabajar en la construcción de una comunidad más segura y justa para todos.
No hace mucho se alabó en Redes Asunta' -sin desmerecer al resto del equipo- el extraordinario papel de Candela Peña en 'El caso Asunta’. Su profesionalidad, su metamorfosis y el exhaustivo estudio del caso han aportado grandes cosas a los espectadores: ayudó a visibilizar un caso trágico y complejo, exponiendo las dinámicas familiares y los procesos judiciales involucrados; estimuló el debate público sobre la eficacia del sistema judicial, la ética en la cobertura mediática de casos criminales y la protección de los derechos de las víctimas y los acusados (discusiones esenciales para fomentar una sociedad más informada y crítica), la humanización de las víctimas y el ejemplo -bidireccional- de lo que es la responsabilidad.
Pero el caso de Gabriel ha sido todo lo contrario, ninguneando desde un primer momento su memoria, ¿hasta qué punto debe continuarse la realización de un trabajo así?
‘Equipo de Investigación’ anunció, por fin, que iba a quitar del foco público el reportaje dedicado al caso de Gabriel Cruz. Si bien al principio no emitieron una respuesta, tras las intensas críticas y la oposición expresada por su madre pudo cesar su emisión. ¿El motivo? Su carácter caduco y el dolor de una madre.
Pero hace aproximadamente tres años, un grupo propuso a la familia la creación de un documental sobre lo acontecido con Gabriel. Desde el principio, la familia mostró su rechazo, argumentando que no querían revivir el dolor “ni permitir que la tragedia se utilizara con fines comerciales”. Desgraciadamente la petición cayó en saco roto, obligando a Patricia y el padre de Gabriel, Ángel Cruz, a enfrentar una serie de desafíos legales y emocionales. Pese a los intentos anteriores de paralizar el proyecto mediante la presión social y la inclusión de nuevas leyes de protección de menores, la producción aparentemente continuó en secreto, según declaraciones.
En noviembre de 2023, Patricia descubrió algo que cruza los límites de lo moral ¡y lo legal!: "Tengo una fuente directa que me asegura que dentro de prisión [Ana Julia Quezada] tiene un teléfono móvil" a través del que se "está intentando grabar un documental que desgraciadamente se nos manifiesta que existe complicidad de funcionarios que la están ayudando", dijo Patricia a prensa.
Estas circunstancias llevaron a Patricia a tomar medidas legales y a organizar una concentración bajo el lema "Nuestros peces no están en venta", buscando el apoyo público para detener la mercantilización del caso de su hijo; la más reciente tuvo lugar el 11 de mayo de 2024 en La Ballena Azul, un monumento erigido en memoria de Gabriel en la playa de las Almadrabillas, Almería.
"Le diría a Ana Julia Quezada que, por respeto a su padre y a la memoria de Gabriel, no lo haga", ha manifestado la madre del pequeño en una de las pocas ocasiones en las que durante su comparecencia, en la que ha estado acompañado de su psicólogo, Francisco Martín Murcia, ha nombrado a la mujer que acabó con la vida de su hijo, a la que pediría que "no vuelva a ponerse un micrófono" para hablar del caso que tuvo lugar hace ya seis años, ya que, de lo contrario, volverá a denunciarla por "lesiones" y un presunto delito "contra la integridad moral".
Recogido de ‘AlmeríaHoy’ en ‘La madre de Gabriel Cruz al juzgado para frenar un documental sobre el asesinato de su hijo’.
Finalmente, la presión y las acciones legales de Patricia Ramírez han logrado que se prohíba a Ana Julia Quezada participar en cualquier documental sobre Gabriel Cruz. Las autoridades penitenciarias confirmaron esta prohibición, tras las denuncias de la señora Ramírez sobre las irregularidades en la producción del documental dentro de la prisión.
Sin embargo, la prensa no descansa. La batalla mediática continúa en pie, manteniendo a Patricia activa en redes sociales y respondiendo a medios digitales:
-“La madre de Gabriel Cruz, 'El pescaíto', pide un ‘pacto de Estado’ para que presos condenados por delitos violentos graves no puedan hacer desde las cárceles ‘ni un documental ni una serie televisiva ni un libro’.” – Antena 3.
-“Les aclaro, @A3Noticias: se solicitó que no permitan su realización sin el consentimiento de las víctimas, cobrando por ello, y obviando que van causan nuevamente un daño irreparable” contestó la señora Ramírez.
Patricia Ramírez sigue firme en su postura de proteger la memoria de su hijo y evitar que su trágica muerte sea utilizada para beneficio económico o sensacionalismo mediático, apelando a la empatía y al sentido de justicia de la sociedad; ha expresado el profundo dolor que le causa la posibilidad de que se comercialice la historia de su hijo. Ha mencionado que revivir la tragedia a través de un documental es inhumano y una falta de respeto hacia la memoria de Gabriel y el sufrimiento de su familia. Patricia ha subrayado que su lucha no es solo por su hijo, sino por todos los niños y familias que podrían verse afectados por la explotación mediática de tragedias similares.
[Relacionado: “Petición de pacto de estado contra la violencia que nos permita protegernos a todos” – Patricia Ramírez (Comisión de Interior - 11 de junio de 2024 - 11:30 horas)].
La situación ha generado un amplio debate sobre los límites éticos del periodismo y la producción audiovisual. Por un lado, está el derecho a la libertad de expresión y la divulgación de hechos importantes; por otro, el respeto al dolor de las víctimas y sus familias. Este caso específico ha resaltado la necesidad de un equilibrio entre ambos aspectos, protegiendo los derechos de las personas involucradas mientras se mantiene la integridad del periodismo. Hay quienes piensan que los esfuerzos de Patricia han dejado al desnudo el monstruo que puede llegar a ser la prensa, siendo ella la madre coraje -sin obviar a los demás familiares- que ha expuesto la falta de humanidad que gobierna entre las videocámaras.
Y sí: la cosa es muy seria. Más de lo que podemos llegar a creer, pues las consecuencias persisten a largo plazo -sino para toda la eternidad-. La comercialización de las emociones tiene un impacto significativo en la sociedad. Por un lado, puede aumentar la concienciación sobre temas importantes y movilizar a las personas para actuar. Por otro lado, puede distorsionar la realidad, crear divisiones y contribuir a la desinformación. La exposición constante a contenido emocionalmente cargado puede reforzar creencias preexistentes y polarizar aún más a la sociedad, la búsqueda de clics y visualizaciones puede llevar a la difusión de información inexacta o sensacionalista. Acogerse a la libertad de expresión pisoteando la voluntad de la familia de la víctima, es socavar la confianza en los medios de comunicación y la integridad del periodismo, aquello que muchos dicen defender para evitar la manipulación emocional.
Es cierto que el debate de si se debe hacer un documental sobre la muerte de un niño asesinado a sangre fría, como en el caso de Gabriel Cruz, es complejo y está lleno de matices éticos, legales y emocionales. Pero, ¿cuál es la barrera de la libertad y el derecho? Insistimos: la familia de la víctima, en este caso Patricia Ramírez, ha expresado claramente su dolor y oposición a la comercialización de la tragedia de su hijo. Revivir los detalles del asesinato a través de un documental puede causar un trauma adicional y prolongar el sufrimiento de los seres queridos. Los afectados tienen derecho a vivir su duelo en privado y a proteger la memoria de su hijo de la explotación mediática. Ignorar sus deseos conllevaría una violación grave de su derecho a la privacidad.
EL FIN DE UN CAPÍTULO QUE NUNCA NADIE DEBIÓ ESCRIBIR
Fuente de la imagen: aquí.
‘EsDecirDiario’ realizó las siguientes declaraciones de última hora:
(Aparente) Fin a un capítulo que nunca nadie debió escribir. Tras una lucha incansable visibilizando un evitable horror a través de manifestaciones públicas, comparecencias, una visita al Senado incluida y un sinfín de comunicados rogando que no se añadiese más dolor a un dolor ya incurable, la productora que se encargaba de realizar un documental y/o serie a Ana Julia Quezada desde prisión ha remitido a Patricia Ramírez un documento, ya analizado por sus abogados, que sirve para certificar que no se realizará la producción de la serie. “Le agradecemos enormemente su decisión en nombre de Gabriel y de toda su familia y no emprenderemos acciones legales”, cuenta en exclusiva a es.decirdiario Ramírez. La plataforma Netflix ha trasladado que no ha comprado ni tiene intención de tener un contrato con la productora porque no está interesada.
Patricia Ramírez apuntilla: “Informaros que -para asegurarnos que no hay nadie más entrevistándola- se solicitará a la Audiencia Provincial a la luz del informe de prisiones y diligencias de la toma de declaración a los periodistas de la productora por parte de la Unión Central Operativa (UCO), que se investigue y se deduzca testimonio a AJQ y su abogado para que averigüen con quién se ha firmado o se quiere firmar el contrato que se cita en prisiones y si hay otras productoras o televisiones implicadas (ya que desde la productora nos traslada que con ellos no ha sido)”.
¿Dónde quedó la ética periodística o la moral en general? ¿Dónde quedó la responsabilidad de tratar temas sensibles con el máximo respeto y consideración? La creación de un documental sobre un caso tan sensible va a terminar por dividir la opinión pública y a generar una controversia que, en estos casos, se traduce incluso en publicidad para las productoras.
Mientras algunos pueden verlo como una forma de justicia y concienciación, otros lo perciben como una invasión de la privacidad y una falta de respeto. Existen otras maneras de abordar y concienciar sobre temas importantes sin necesidad de centrar la narrativa en una tragedia específica. Se pueden crear contenidos que traten el problema de la violencia infantil de manera más general y con el consentimiento de todas las partes involucradas. Hablo con conocimiento de causa.
Que te arrebaten a tu hijo es algo tan desgarrador que resulta prácticamente imposible expresarlo con palabras. Pero más monstruoso es que nieguen la voz y la voluntad de la propia familia, poniendo por encima de tal experiencia, un cheque hambriento.
Esperemos que esta desagradable batalla por el respeto hacia la memoria de Gabriel Cruz, abra camino y sea el recordatorio de que hay que predicar con el ejemplo: el periodismo debe servir, y no al contrario.
Algunas referencias:
1. Newman, N., Fletcher, R., Kalogeropoulos, A., Levy, D. A. L., & Nielsen, R. K. (2019). ‘Reuters Institute Digital News Report 2019’. Reuters Institute for the Study of Journalism.
2. Pentina, I., & Tarafdar, M. (2014). From "information" to "knowing": Exploring the role of social media in contemporary news consumption. ‘Computers in Human Behavior, 35’, 211-223.
3. Furedi, F. (2018). ‘How Fear Works: Culture of Fear in the 21st Century’. Bloomsbury Publishing.