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Cuando Gobierno, parlamentarios y sanitarios vascos no dicen la verdad

08 de Enero de 2023
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Gobierno Vasco

Ante la noticia del diario El Correo, publicada el 4-1-2023, donde nos decía que “Euskadi roza en 2022 su récord histórico de mortalidad con casi 24.000 decesos”, lo primero que habría que decir es que los profesionales de la comunicación son elementos servilistas del poder que les alimenta, abandonando todo atisbo de lo que la profesión de periodismo tiene que tener en esencia, que es, ante una noticia, buscar razones de porqué (como en este caso) se da un exceso de fallecidos, obviando claramente dar el dato del año 2021 donde se inoculó a la población con pauta completa.

Es cierto que estos profesionales de la comunicación obtienen la información bien de los políticos o bien de los sanitarios, y que estos no quieren ni por asomo analizar con sus propios datos lo ocurrido porque esto supondría reconocer que su relato es un fracaso absoluto que ha ocasionado dolor en la población, con lo que ello supondría de posibles reclamaciones judiciales.

Cuando nos dicen que en el año 2020 hubo más fallecidos totales (24.546 según datos del INE), lo cual es cierto, no analizan que ese exceso se da de marzo a mayo, y que en ningún momento se han planteado estudiar la razón de ese exceso de fallecimientos, ya que el resto del año 2020 fue un año normal de fallecimientos.

Tampoco se quiere analizar que precisamente durante el 2021, según datos del INE, hubo 23.041 fallecidos, pero durante este año se procedió a vacunar con pauta completa, y los efectos adversos de la vacuna no son inmediatos, por lo que se han ido desarrollando a lo largo del 2022, año que, por cierto, al tener el añadido de la 3ª inoculación e inicio de la 4ª, en personas de mayor edad, ha supuesto ese aumento de fallecidos (23.672 según el INE), semejante a los encontrados en 2020 en plena pandemia con un 3,56% menor, y un 2,74% mayor que en 2021. De estos datos se deduce que, como mínimo, la vacuna no ha servido para cumplir el objetivo señalado de controlar la covid, más bien y con los efectos adversos encontrados, ha sido del todo negativa, ya que el remedio ha sido peor que la enfermedad.

Como nuestro gobierno, políticos y sanitarios no quieren analizar sus propios datos, ante el miedo a tener que reconocer su fracaso, voy a emplear dos estadísticos esenciales que con sus datos nos dicen a las claras que las inoculaciones han tenido que ver con los fallecimientos por/con covid y, por lo tanto, con este aumento de fallecidos.

El primer estadístico consiste en ver los porcentajes de fallecidos por/con covid respecto a los fallecidos totales en el 2020, que fue de un 12,65%; en el 2021, de un 8,58% y en el 2022 con pauta completa, 3ª y hasta 4ª inoculación, un 13,69%; es decir, un 1,04% de porcentaje de fallecidos por/con covid respecto al total de fallecidos más que en el 2020 sin vacuna.

El segundo estadístico es comparar el incremento de dosis administradas y el incremento de fallecidos por/con covid, de forma que el incremento de % de dosis administradas, teniendo en cuenta 3ª inoculación y pauta completa, es de un 33,24%, siendo el incremento de fallecidos por/con covid en este periodo de un 32,53%, coincidente prácticamente con el % de incremento de dosis. Y si comparamos el % de incremento de dosis administradas teniendo en cuenta 4ª inoculación y pauta completa + 3ª inoculación, este es de un 8,62%, siendo el incremento de fallecidos por/con covid en este periodo de un 6,33%; los porcentajes obtenidos son, pues, parecidos.

Solo con estos dos estadísticos que no quieren estudiar nuestros representantes políticos y sanitarios, se puede deducir claramente que la vacuna covid no ha servido para controlar la enfermedad, ya que con ella los fallecidos de esa enfermedad son 134 más en 2022 frente a 2020.

Con lo expuesto, considero que ha llegado el momento de decir, basta ya, e instar a los gobiernos, políticos y sanitarios que, bien por no ser capaces de analizar sus propios datos, o bien, porque no los quieren analizar (ya que de ello se sacarían conclusiones graves de su gestión), deberían estar inhabilitados para seguir en el cargo.

Quisiera referirme a ese mantra por parte del nacionalismo, la izquierda estatal e independentista, con ese latiguillo de “haremos frente al trifachito”, ya que en este barco pertenecen a la misma tripulación que el trifachito, donde lo que ha imperado y sigue imperando es la dirección que lleva ese barco con toda su tripulación, que no es otra que la restricción de nuestros derechos y libertades y la instalación de un sistema antidemocrático; es decir, nos llevan conjuntamente a un puerto en el que ese trifachito se siente cómodo, para que luego digan que harán frente al mismo.

Otro mantra de esta izquierda estatal e independentista es cuando nos dicen que ellos hacen políticas a favor de los más desfavorecidos, cuando la realidad es que esas  políticas son más bien de carácter “light”, poniendo solo como ejemplo, la última referente a la bajada del 4% de IVA en los alimentos básicos, siendo su importe bastante menor que la ayuda que se tenía con el carburante y que se ha eliminado para la mayoría de los ciudadanos.

La realidad es que no se tiene en cuenta que ayudar a los ciudadanos, no solo tiene una componente material sino también anímica, y si nos fijamos en la obligatoriedad de la mascarilla en el transporte, me gustaría que nos enseñasen esos estudios de expertos que nos dicen que hay que llevarla, cuando muchos más expertos en Europa nos dicen que no hay que hacerlo. ¿Se han preocupado los progresistas (dejo a un lado al trifachito, porque el barco ya les va en buena dirección al tenerles codo a codo en una misma tripulación) de exigir esos estudios a los expertos? Todos sabemos la respuesta, y aunque no sea el tema de la mascarilla de los más significativos, sí que está inserto en una medida propia de la restricción de derechos y libertades, que forma parte de la componente anímica del ciudadano.

Por lo tanto, creo que hay que decir ¡basta ya! No se preocupen solo del comer, aunque luego no sea realmente así, y preocúpense también de la parte anímica e ideológica de los ciudadanos, que es respetar derechos y libertades, como elemento esencial, si realmente queremos vivir en democracia. Es el momento, además, de que la sociedad se vaya empoderando y autogestionándose localmente y tomando las riendas de su propio destino, ante el fracaso, al igual que con las inoculaciones, de las opciones políticas supuestamente defensoras de la libertad y la democracia.

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