¿Qué has hecho viejo imbécil,
que la canalla te aplaude?
August Bebel (1840-1913)
¿Qué es lo que has hecho tú, viejo imbécil, que la canalla te aplaude? ¿Crees acaso que es por tu valía por lo que lo hace? ¿O es que más bien te deben un favor por los servicios prestados cuando creíste llegar a ser alguien? De aquellos tiempos en que, endiosado, te permitiste olvidar que eras un dirigente de izquierdas y que venías de abajo. De esos ya lejanos días en que echaste a perder tu conciencia porque estorbaba en el camino de pompa y ostentación que para ti habías imaginado. De cuando pensabas que separar discurso y práctica no tendría consecuencias, por creer tal vez que la gente es idiota, y por ello olvida con esa facilidad las felonías de la política.¿Qué has hecho tú, cínico fariseo, que predicaste pan y diste hambre? Y traicionaste a tus principios, a tu partido y a tu clase. Y sobre todo engañaste a tu gente. A nuestra gente. Esos desgraciados militantes a los que embaucaste haciéndoles creer que eras de los suyos. Y que perdieron días de su vida en una campaña colosal que te permitió llegar a Vicepresidente. A ti. Un bobo insulso sin estudios ni profesión conocida fuera de las liberaciones. Y que pronto borró de su memoria para qué había sido elegido, y se dedicó a crear redes clientelares para garantizar su posición.¿Qué has hecho, pusilánime cobarde, que llamaste a la rebelión y te quedaste en sumisión? Y que desorientaste a todos cuando actuaste como los demás. Y despediste a profesores y a maestros. Y precarizaste la sanidad. Y recortaste derechos que todavía no hemos podido recuperar. Aunque todo lo hiciste obligado, me consta. Porque cuando se pierde el interés por la lucha, sólo nos queda obedecer, y por eso estuviste durante dos años justificando a un sistema al que decías cínicamente combatir.¿Qué has hecho, mísero avaro, que vendiste tu alma a cambio de nada? Porque se la vendiste al diablo y ese al final no paga traidores que no le puedan seguir sirviendo. Y por eso ahora dices rechazar el ansiado cargo que ya no te van a dar, pero que en un principio aceptaste. Un cargo que ya no saborearás, y por el que perdiste el poco honor que todavía algunos creían que te quedaba, pero que ya no tenías. Porque nunca lo tuviste.Pero aunque no lo creas, enemigo Diego, al final todo esto te saldrá caro, pues ser un tuercebotas del poder no te habrá aportado nada importante. Porque sólo los hombres y mujeres que luchan pueden conseguir algo que tu no tendrás jamás. Y es morir tranquilos, y con la cabeza bien alta, por irse de este mundo habiéndolo dado todo por mejorarlo. No como tú, viejo zorro ya sin máscara, que dejarás esta vida como una sombra que en nada será olvidada. Y te irás como un siervo más que ayudó al poder a retrasar la primavera que pronto vendrá. Una primavera que sólo recordará a los justos y a los valientes, y a ti no.