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Culpables y humillados

25 de Abril de 2024
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Es asombrosa la histórica afición de la gente a la humillación pública de los reos. La Inquisición empleaba capirotes y sambenitos. La Convención encabezada por Robespierre transformó la guillotina en un gran espectáculo que se realizaba en la actual plaza de la Concordia de París con gran éxito de asistencia. Durante las guerras del siglo XX los soldados solían entretenerse con sus cámaras de fotos antes de la ejecución de los prisioneros, muchas veces arbitrariamente considerados terroristas o guerrilleros. Stalin organizó a finales de los años 30, durante sus famosas purgas toda una serie de "juicios farsa" que contaban como indispensable condimento la humillación del acusado.

El juez nazi Roland Freisler es recordado por el modo humillante de dirigirse a los presos a los que prohibía usar cinturón para que se les cayeran los pantalones y quedasen en ridículo frente al público. En las democracias liberales se ha procurado no caer en semejantes representaciones de goces perversos. que exciten las más bajas pasiones del respetable al que siempre le gusta ver sufrir.

No obstante en condiciones excepcionales de disolución del monopolio de la violencia ejercido por los estados, retorna la barbarie en forma del linchamiento, palabra que deriva de las andanzas de un plantador de Virginia llamado Charles Lynch que durante la Guerra de Independencia norteamericana ajusticiaba a los leales a la causa británica de modo expeditivo. En el linchamiento el estímulo a la ira de la turba es fundamental para evitar cualquier compasión o razonamiento. Guerras civiles y procesos revolucionarios son particularmente proclives a estos comportamientos que los juicios con garantías intentan evitar.

En Occidente vivimos en unos extraños tiempos donde no se diferencian los delitos de los pecados  y la humillación del acusado junto con el juicio y la sentencia se dirimen en las tertulias de los medios de propaganda y las redes sociales. Los crímenes predilectos para el escarnio público suelen ser aquellos relacionados con la corrupción y por supuesto con esa galaxia de machismo y sexo que reinterpreta como violación y ultraje casi cualquier comportamiento que se aleje del estricto código moral imperante. Veamos.

Todos recordamos a Miguel Blesa. Sin entrar en sus comportamientos, este hombre se suicidó y me pregunto si fue necesario tanto escarnio. Recuerdo bien los sentimientos de mucha gente. Incluso tras su muerte. Entiendo que la compasión debe ser muy difícil. Con respecto a los abusos sexuales parece existir un afán ejemplarizante sobre el mundo de las artes, del cine o del teatro. Imagino que hoy en día Picasso sería un hombre proscrito ( su comportamiento con las mujeres dejaba mucho que desear) Por tanto propongo llevar sus cuadros al trastero. ¿ Es una locura? Bien, algo parecido se hizo con Plácido Domingo ( nunca, que yo sepa fue juzgado o condenado y eso que había sido denunciado por nueve mujeres)  Recientemente Carlos Vermut y Ramón Paso han sido acusados de delitos similares. Realmente no puedo opinar sobre hechos y comportamientos sin información directa, pero lo que si tengo claro es que todos tenemos derecho a una defensa y a un juicio justo antes de la condena, de lo contrario viviremos en el mundo de la arbitrariedad. Ya lo expresó Pepe Viyuela, que vino a decir al suspender la representación que realizaba, que él no prejuzgaba a Ramón Paso, pero que se colocaba al lado de las víctimas. No se si se percata el humorista de que su aseveración es una contradicción en sí misma ya que al atribuir directamente a las denunciantes el papel de víctimas, coloca a Paso como culpable. Dicen que Viyuela es valiente por todo ello. Lo dudo. Dice simplemente lo que en la actualidad se tiene que decir so pena de ser acusado de cómplice o de cualquier otra majadería.

Parece que los hombres estamos manchados del pecado original de serlo en el credo feminista de nuevo cuño. Hemos progresado, ya que en la religión en la que nos hemos criado era todo el género humano el afectado, si bien podíamos lavarlo con el Bautismo y ahora eso es imposible. Era legendaria la corrupción en el fútbol y he tenido que asombrarme (de eso sí que puedo opinar porque lo he visto en directo) de que un beso fuese calificado de agresión sexual. Soy capaz de valorar igualmente que los alumnos del Colegio mayor Elías Ahúja podían ser zafios pero no violadores y contemplar con estupor a reporteros presionando a las chicas de un colegio femenino para que expresasen su indignación y condena ( añado que no lo lograron, lo cual habla bastante bien de su independencia de criterio).

Creo que debo hacer examen de conciencia y revisar mi pasado. Ignoro si con la reinterpretación de los comportamientos que arroja la luz del nuevo catecismo con rango de ley seré culpable de alguna grave infracción. Pero es que sufro de muchas dudas. Por ejemplo, si como mandaba el ritual del trasnochado cortejo insistías tras la primera negativa ¿eso es acoso? Si te precipitabas en un beso por un simple error de apreciación y a la muchacha no le daba tiempo al movimiento de la cobra ¿eso es abuso sexual? Y si la chica te devolvía un sopapo ¿ eso es violencia de género?. Son muchas preguntas sin respuesta.

Quien se sienta violentado tiene derecho a denunciar sin ninguna duda. Pero el acusado también lo tiene a su defensa. ¿Volvemos al capirote y al sambenito tan del gusto de muchos? Tristemente manda el espectáculo sobre la justicia y no hay mayor espectáculo que hacer leña del árbol caído. Me fío poco de los que empuñan el hacha de la virtud. Suelen ser bastante hipócritas. Como decía La Rochefoucauld, " la hipocresía es el tributo que el vicio rinde a la virtud".

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