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La cultura woke, versus, "Humano demasiado humano" de Nietzsche

11 de Febrero de 2025
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woke

Susan Neiman (Atlanta, 1955) es una filósofa y escritora estadounidense. Neiman estudió Filosofía en Harvard, en la FU Berlín, actualmente, dirige el Foro Einstein de Postdam (Alemania), también escribe artículos culturales y políticos para medios de Estados Unidos, Alemania y Gran Bretaña.

Ella explica maravillosamente a mí juicio que el concepto de capitalismo woke (también denominado posmocapitalismo o capitalismo postmoderno), hace referencia a una deriva del sistema capitalista caracterizada por la apropiación, explotación de causas sociales, culturales y medioambientales por parte de las grandes corporaciones y elites económicas.

Este término surge en torno a 2018, popularizado inicialmente en medios como el New York Times y se utiliza para describir una dinámica sociocultural que ha ganado protagonismo en Occidente, América Latina y Estados Unidos, reemplazando expresiones como “posmodernismo” o “neoliberalismo cultural”.

El capitalismo woke no es una etapa económica del capitalismo en sí misma, sino más bien su vertiente sociocultural, paralela al neoliberalismo como estructura económica dominante. Mientras que el neoliberalismo se enfoca en la privatización, la desregulación y la apertura de mercados, el capitalismo woke actúa en el ámbito cultural promoviendo una narrativa que aparenta ser progresista, pero que en realidad responde a los intereses de las grandes corporaciones.

Este modelo integra estrategias discursivas y simbólicas que instrumentalizan causas sociales inicialmente legítimas para mantener y expandir el poder de la oligarquía en un mundo globalizado.

Neiman analiza entre las principales corrientes que se asocian con el capitalismo woke se encuentran:

1. El posmodernismo feminista: Un feminismo desvirtuado por intereses corporativos que manipula el discurso de la emancipación de las mujeres, transformándolo en una herramienta de mercado y control emocional. Las corporaciones lo convierten en una narrativa comercializada que se queda en lo emocional y en la superficie, pierde su capacidad de generar cambios estructurales reales al no señalar al capitalismo como responsable y promotor del sexismo imperante.

2. El catastrofismo climático: Este consiste en la explotación del discurso ambientalista por parte de las empresas para promover sus marcas y productos, el capitalismo woke reduce su solución a acciones individuales de consumo o a inversiones en tecnologías que benefician a los grandes actores económicos, sin cuestionar la raíz estructural del problema.

3. La manipulación de minorías sexuales: Los derechos legítimos de las minorías sexuales son cooptados y transformados en un instrumento de control social, presentando su integración al mercado como un avance progresista, pero limitando su impacto a cambios superficiales y simbólicos muchas veces acientíficos y dañinos para el propio colectivo (como la ideología queer), que compra estos discursos creyendo que son progresistas.

4. Los movimientos migratorios: Se incentiva y manipula la migración como una estrategia para disponer de mano de obra barata y precarizada, blanqueando el neoesclavismo, sin abordar las desigualdades económicas globales que originan estos flujos de personas.

5. El fomento del individualismo: Este modelo refuerza el individualismo extremo debilitando estructuras colectivas como la familia, los sindicatos y otras formas de organización comunitaria, dificultando la construcción de resistencias al sistema. Antepone los deseos individuales al consenso, a la ciencia y a la razón.

Bien, el origen de estas dinámicas puede rastrearse hasta los años finales de la Guerra Fría, con una conexión indirecta con los movimientos de contracultura de los años 60, que en muchos casos fueron infiltrados o manipulados.

Sin embargo, el auge del capitalismo woke se produce tras el fin de la Guerra Fría, en los años 90, cuando las corporaciones multinacionales consolidan su poder global. Estas corporaciones expanden el neoliberalismo económico mientras desarrollan, en el ámbito cultural, estrategias basadas en el posmocapitalismo.

Aunque algunos sectores críticos sostienen que estas corrientes son socialistas o comunistas, lo cierto es que todas ellas operan dentro de la lógica capitalista, sin plantear alternativas estructurales al sistema.

Más bien, refuerzan la hegemonía del capitalismo al desviar las luchas sociales hacia terrenos que no amenazan su base económica ni sus dinámicas de poder y desviar la atención del impacto destructivo que el capitalismo de mercado tiene en la sociedad.

Susan explica que el capitalismo woke se caracteriza, además, por la unificación ideológica que ha tenido lugar desde los años 90, facilitada por la concentración de medios de comunicación y el control cultural de las corporaciones. En este contexto, las diferencias entre izquierda y derecha han quedado relegadas a cuestiones superficiales, ya que tanto los movimientos políticos como los discursos culturales predominantes están alineados con los intereses del gran capital.

A pesar de su aparente éxito, las dinámicas asociadas al capitalismo woke están comenzando a ser cuestionadas. Su carácter destructivo, tanto en términos sociales como culturales, está provocando una creciente reacción especialmente por parte de movimientos conservadores y de países emergentes que rechazan estas narrativas.

Creo firmemente que la izquierda debería haber sido la que denunciará este trampantojo, pero ya no hay izquierda en la primera línea de la política: esta ha sido cooptada por grupos que se auto proclaman de izquierda pero cuyas acciones apuntalan en realidad las dinámicas del capitalismo, obviando los problemas reales de la clase trabajadora.

Aunque todavía tiene influencia, las corrientes del capitalismo woke podrían debilitarse en los próximos años, a medida que se cuestiona su legitimidad y su impacto en la cohesión social y cultural y se evidencia lo acientífico y dañino de sus postulados.

En su libro izquierda woke, Susan rastrea magistralmente las raíces intelectuales de lo woke y muestra no solo que sus ideas están basadas en falsas asunciones sobre pensadores como Foucault o Schmitt, sino que además entran en conflicto con los posicionamientos capitales en los que se ha basado la izquierda en los últimos siglos: un compromiso con el universalismo, la firme distinción entre justicia y poder y la confianza en el progreso.

Conclusiones:

En la Historia de esta locura es interesante saber cómo fue posible hacer funcionar la locura como discurso verdadero en tanto tiene estatuto y función.

En la historia de todo este movimiento ideológico de acuerdo con la estrategia del movimiento  LGTBIQ+,  la pregunta sería que es lo que ha sucedido en occidente en torno a la verdad bajo el placer sexual?. La búsqueda de una confrontación con estrategias de cómo y dónde se analizan estas relaciones de poder sería lo suyo para poder entenderlo.

No se trata de hacer una historia de las costumbres, de los comportamientos, una historia social de la práctica sexual sino una historia del modo y la manera en que el placer, los deseos, los comportamientos sexuales han sido problematizados, reflejados y pensados en torno a prácticas discursivas y no discursivas en el juego de lo verdadero y lo falso, constituyéndose como objeto para el pensamiento moral, científico, político, etc.

De este modo la verdad ya no es adecuación del pensamiento con su objeto, sino que es conllevar el pensamiento a pensar de cierto modo con cuidado y adoctrinamiento.

Lo importante es que ahora el sexo no es únicamente una cuestión de sensación y de placer. Sino que ahora es cuestionable de ser verdad o falsedad.

Que la verdad del sexo ha llegado a ser algo esencial en esta sociedad, útil o peligroso? En suma, que el tema del género y los sexos ha sido constituido como una apuesta primordial en el juego de la verdad posmoderna que vivimos actualmente.

Cabe por último señalar que tras haber escrito este artículo me viene a la memoria la voz silenciosa de Nietzsche y por eso mismo me veo ahora obligada citarlo:

<<En algún apartado rincón del universo vertido centelleantemente en innumerables sistemas, solares, hubo una vez una estrella en la que unos animales inteligentes descubrieron el conocimiento. Fue el minuto más arrogante y más falaz de la 'historia universal': de todos modos sólo fue un minuto. Tras unas pocas aspiraciones de la naturaleza, la estrella se enfrió y los animales inteligentes tuvieron que morir>>.

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