Uno de los pasajes que más me impresionó de La Vida delBuscon Don Pablos, fue cuando, como sirviente, se aloja en una míserapensión y convive con unos estudiantes de Derecho. Dichos estudiantes,miserables también, van vestidos a la moda de entonces, de negro, que era elcolor de los ricos. Pero la pluma del autor nos cuenta cómo, en realidad,visten todos de harapos y retales, pero bien cosidos y colocados tal que, delejos, llegan a engañar a quien los mira, aunque no, de cerca, por supuesto.
Esto es exactamente lo que nos ha pasado a los juristas conel “Real Decreto-ley de Medidas Procesales y Organizativas para larecuperación de la actividad judicial tras el Covid-19”. Tras tan pomposonombre nos pasa como con la novela picaresca; sólo nos encontramos con escaseze indigencia.
Una vez leído el texto publicado, lleno de grandilocuentesfrases, la primera cosa que constatamos, al examinarlo de cerca es que, como enla pensión de Alcalá de Henares, NO HAY UN DURO. Y no sólo no hay un duro, sinoque además quieren engañar los legisladores a no sé bien quién.
Cierto es, que la Justicia Española, de siempre, haadolecido del problema de estar infradotada; tal es el punto que, en las Cortesconvocadas por los Reyes Católicos en Sevilla en 1501, los convocados sequejaron a los monarcas de lo mal que estaban los caminos reales, y cómo no, dela lentitud de la Justicia.
Los monarcas lo tenían claro, viviendo en la pobreza yadministrando desde la indigencia, la justicia es más proclive al interés delos poderosos. Pero eso sí, todos vestidos de riguroso negro, aunque sean harapos.
No importa que los jueces estén mal formados y que se lesexija, a partir de ciertos niveles una promesa de fidelidad a la casta, propiade las novelas de Harry Potter. Luego, si perteneces a la casta, puedes,perfectamente editar libros a precio de oro que compraran tus deudosinteresados, colocar mujeres e hijas, preparar opositores o “inspirar”dictámenes que los firmará el “negro” de turno. Y el dia que se quiera, siemprehay una puerta giratoria a mano.
Como en Harry Potter, el vínculo de la sangre es el origende la casta. Y el Consejo General del Poder Judicial, su Ministerio de laMagia; los demás, somos «sangresucia».
Tampoco importa que debajo de esta casta estén funcionariosmal pagados, muchos de ellos, interinos y sustitutos que recuerdan demasiado alos elfos domésticos como Dobby.
Estamos muy alejados pues, de aquello de que la justicia nace del pueblo y es para el pueblo. De siempre se ha administrado en nombre del Rey; al igual que en 1501.
Quiero que observen atentamente las tres fotografías queacompañan al presente artículo, para que comprendan mis razonamientos.
La primera, es la del Palacio de Justicia de Montpellier,una población mediana de Francia, con aproximadamente tantos habitantes comoVigo, Gijón o Hospitalet. La segunda es de Amiens, que tendría los habitantesde Torrejón de Ardoz, Dos Hermanas, Parla o Mataró. Pues bien, sus “Palacios deJusticia” provinciales, edificados todos ellos en el siglo XIX son más grandesque la actual (s. XXI) sede del Tribunal Supremo Español. Y lo han sido durantemás de 200 años. Lo de “Palacios de Justicia” viene de eso, de que la Justiciase merecía para los ciudadanos libres que viviera en un palacio y seradministrada en nombre del pueblo.
Minitel, la primera red telemática para la Justicia quepermitía ya a los abogados presentar escritos en tiempo real en toda Francia ya los magistrados publicar sentencias, empezó a funcionar en 1982, después de 4años de pruebas. Y aquí, tenemos LEXNET, de hace cuatro días y fallando más queuna escopeta de feria.
Como contrapunto, la tercera fotografía son los “apaños” auna sala de vistas de un tribunal de Alicante. El sueño húmedo de Pepe Gotera yOtilio.
Y es que, sin dinero para guantes y mascarillas, perotambién para informática, peritos, turno de oficio y formación, no tenemossalvación posible. El ciudadano que pida auxilio a la Justicia, por lascircunstancias ahora sobrevenidas, sólo recibirá que decepciones y nadie seresponsabilizará de su desprotección y del aumento del daño sufrido por unaJusticia que tiene más del siglo XVIII que del actual.
Y para muestra, un botón; el pretencioso “RealDecreto-ley de Medidas Procesales y Organizativas para la recuperación de laactividad judicial tras el Covid-19” aún habla de las comunicaciones porfax.
Y luego nos enfadamos porque los europeos no entienden quehacemos con los dineros que nos dan. ¡Pura picaresca!