… y construcción de una nueva Era, que creamos a partir de 2025, donde no se trata de imponer el feminismo, en dicotomía al fracasado modelo patriarcal, (con el que hemos implosionado), si no, transmutar y elevarnos a un sistema posthumanista, post antropogénico, que devuelva el equilibrio al planeta, revirtiendo el humano centrismo, como plantea Chantal Maillard, en el libro "La ira" (Vaso Roto).
Su interesante solución es recuperar el poder femenino, pero sin “ismo”, que como ideología tiene su antagonismo. Donde lo femenino es la capacidad de crear vida, y ante el desastre que hemos creado en el planeta, la responsabilidad de cada mujer de poner fin al sufrimiento de la madre Gaia, y decidir, dejar de materializar hijos e hijas en su vientre. Lo cual, me recuerda al mantra que práctica felizmente mi amiga Esmeralda Giraldo, el HOC, (Huelga de Ovarios Caídos), que en su momento eligió para no perder su carrera profesional, y le ha ido de lujo.
El formato del libro engaña porque es un tamaño bolsillo, y con un centenar de páginas donde en cada una de ellas paladeo el análisis semántico de cada palabra, para volarme la cabeza, como en la página 45, "Comprender es aprender a percibir sin juicios preconcebidos. Comprender es desnudar, des-anudar, des-vincular los elementos que conforman el texto que hemos aprendido , para luego poder re-anudar de otro modo”.
Así mismo, este libro no es para todos los públicos, solo para aquellos que refiere Aristoteles, que en las antiguas democracias, se expulsaba al inteligente para no poner en peligro el gobierno de las mayorías, a la vez que a la mujer sabía, se la alejaba a un lugar de difícil acceso, cual, sacerdotisa mediadora con los dioses, consejera, profetisa, pero nunca rival.
Maillard explica cómo hacen falta millones de mujeres que reconozcan en ellas a Medea y la primigenia diosa india Kali, pero no bajo la manipulada versión patriarcal que hemos adoptado como ignorantes que nos cuestionan nada. Ambas, ejercen una responsabilidad porque el equilibrio del planeta que el patriarcado no concede a lo femeno.
Chantal hace un meticuloso análisis de la mitología anterior a la que nos hemos contado los europeo, donde no había una dicotomía entre los masculino y lo femeninos, sometido el segundo por el primero, donde ambos, eran parte de un ciclo, en el que también entraba con igual valor, lo neutro. De esta manera, lo de abajo, (las femeninas tierra y agua), son parte de lo de arriba (aire y fuego), estando en perfecto equilibrio.
Un ejemplo de esta manipulación semántica de la que somos, es el miedo que nos han inculcado a las serpientes. En cambio, la serpiente representa el conocimiento profundo, la profecía, al no tener oído externo, pero el interno es como el radar, al ver lo que no se ve. Dos serpientes entrelazadas representan la energía vital tanto en Mesopotamia como en India entre los sivaistas. Sí el símbolo de la medicina, o de las farmacias, quitando una serpiente. Pero el potito mental que hemos heredado es el cetro de Apolo de un águila (aire, lo superior), sobre estas dos serpientes, el triunfo del patriarcado sobre las culturas anteriores.
La propia filosofía europea es una amalgama de conceptos amoldados en torno al cristianismo. Resulta curioso, como no se plantearon cuestiones que ya se analizaron hace 4.000 años en oriente.
Es hora de responsabilizarnos cada ser de nuestra existencia, y abandonar la cultura de economía de la violencia, donde el hambre se sacia matando a otros, y cuando se sacia el cuerpo, el hambre se convierte en ansía. Frente a ello, está la economía de la subsistencia, de una sociedad orgánica plural, educado en la compasión y no en la confrontación.
¿Eres parte del problema y vas a morir (analogicamente) con el patriarcado, antes de 2028, o te atreves a transmutar y volver a vibrar para ser parte de la solución que reequilibre el planeta y su clima?
GO!