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¿Dejará Pedro Sánchez su cargo de presidente?

28 de Abril de 2024
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Esta es la pregunta que se plantea la mayoría de ciudadanos del país a raíz de la carta que el propio Pedro Sánchez ha dirigido a la ciudadanía.

Se trata de un caso insólito y sin precedentes en España. El presidente ha anulado los compromisos que tenía en su agenda y se ha dado unos días -hasta el próximo lunes- para reflexionar si en las circunstancias actuales merece seguir en el cargo o plantearse su dimisión.

¿Cuál es el motivo de esta situación? La denuncia promovida por el mal llamado sindicato Manos Limpias que, basándose únicamente en unos artículos periodísticos, ha arremetido contra la esposa del presidente, un ataque más de los que sufre desde hace seis años y que colman su paciencia como persona.

El terremoto político que la investigación contra Begoña Gómez ha supuesto para la política española y catalana en las últimas horas podría tener su origen en fake news. Manos Limpias ha admitido abiertamente este jueves que la denuncia que presentó contra la esposa de Pedro Sánchez por presunto tráfico de influencias, y que ha llevado al presidente español a plantearse dejar el cargo, está basada en unas noticias que podrían ser falsas.

En un comunicado, el líder del sindicato ultraderechista, Miguel Bernad, afirma que se limitaron a trasladar a la justicia informaciones que afirmaban presuntas irregularidades que podrían ser presuntamente delictivas y afirma que será el juez quien tendrá que comprobar si estas informaciones periodísticas son ciertas o no. Pero si son ciertas entendemos que la causa judicial tendrá que proseguir, añade en el texto, donde califica de inaceptable la reacción del presidente del gobierno y le reprocha que, en lugar de dar explicaciones haya optado para insultar a su organización.

¿Qué sabemos de Manos Limpias? Siempre hemos escuchado ese nombre vinculado a denuncias contra dirigentes progresistas o del entorno independentista y, sobre todo, de denuncias que no llevan a ninguna parte. La última fue contra Pedro Sánchez por la ley de amnistía, que el Tribunal Supremo inadmitió. El líder de este pseudosindicato, es una figura controvertida no sólo por su ideología, fue dirigente del Frente Nacional constituido por el franquista Blas Piñar y también fue nombrado caballero de honor de la Fundación Francisco Franco.  En una palabra, demócrata de toda la vida.

Pocas instituciones se han escapado de una querella de Manos Limpias, que utiliza la acusación popular, reservada para quienes no son perjudicados, por personarse en casos con relevancia mediática. Arremetieron contra el PSOE en el caso de los ERES andaluces, contra el PP por los papeles de Bárcenas, han señalado la familia real en el caso Nóos y tienen obsesión por los nacionalismos periféricos: logrando la condena del presidente del Parlamento vasco, Juan María Atutxa, y fueron acusación popular en el juicio del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya contra Artur Mas por el 9-N.

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De las cosas que manifestó Pedro Sánchez el miércoles tres son clave. La primera no aparece escrita en la carta que publicó en las redes sociales, sino que la dijo en la tribuna del Congreso de los Diputados: “Incluso en un día como hoy, sigo creyendo en la justicia de mi país”. Tal vez sea la forma menos elíptica, más clara, que puede tener un presidente de gobierno de expresar que España tiene un problema con su justicia. Un grave problema. Que el juez titular de un juzgado de instrucción admita a trámite una denuncia de una organización ultra como el falso sindicato Manos Limpias es una anomalía, con independencia de si la persona denunciada es Begoña Gómez o cualquier otra.

Una anomalía que lo dice todo sobre un poder judicial en el que encontrar magistrados que actúan de parte a favor de la derecha ultranacionalista es frecuente. Un país en el que, en el juicio por el Proceso, que se presentó como un test de resistencia de la democracia española, la acusación particular la ejercía el partido de extrema derecha Vox (con el que el PP gobierna en varias comunidades autónomas, con un estilo confrontativo y autoritario).

Las otras dos cosas sí están en la carta. Una es la denuncia de una “galaxia digital ultraderechista” dedicada a fabricar y difundir mentiras y tergiversaciones sobre sus adversarios políticos y, en su caso, sobre sus familiares y personas más cercanas. Unas cabeceras que se presentan a sí mismas como periodísticas, pero que sólo son aparatos de propaganda que sirven para justificar los ataques políticos más chapuceros.

El jueves en la 1ª de RTVE, la vicesecretaria del PP intentaba justificarse ante la periodista Silvia Intxaurrondo, tan odiada por la derecha española, aduciendo que las mentiras contra Sánchez y su entorno habían sido publicadas, como si esto fuera un argumento consistente. El propio sindicato Manos Limpias ya ha reconocido que su denuncia está basada meramente en recortes de prensa, que evidentemente pueden ser (son) falsas.

Tampoco esto es nuevo: ya Valle-Inclán se enfadaba, en una carta famosa a Azorín, de lo que llamaba “esa cochina prensa madrileña”. Lo hacía en referencia a las mentiras que se publicaban sobre Cataluña y sus políticos, instituciones y ciudadanos.

¿Qué piensan ustedes, amables lectores? ¿Les parece bien la campaña de acoso y derribo contra Pedro Sánchez? ¿No creen que se ha llegado demasiado lejos por parte del PP y Vox? ¿Existe en verdad un estado de derecho donde sean independientes los poderes del estado? ¿Debería dimitir Pedro Sánchez o… plantar cara a este caos provocado por quienes no han recuperado el poder en seis años? No se que pensaran ustedes, en mi opinión no debería dimitir.

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