Una amiga octogenaria de familia acomodada, muy española y mucho española y también, sobra decirlo, muy religiosa, católica, apostólica y romana; y que vive en una céntrica y lujosa residencia madrileña solo para mujeres, regentada por monjas, me suele enviar mensajes, todos ellos incendiarios, con un hedor a golpismo y fascismo que echa para atrás, con que la bombardean a diario en su WhatsApp y sus redes sociales. La casi totalidad de estos apocalípticos mensajes son bulos, falsedades y calumnias, algunas especialmente peligrosas y destructivas; y todas ellas amenazadoras, inquietantes y perturbadoras, fabricadas por gente sin escrúpulos que, siguiendo la consigna de Aznar: “el que pueda hacer que haga” no buscan otra cosa que echar al gobierno de coalición para ponerse ellos, porque la derecha siempre ha tenido a este país como su cortijo particular, y no pueden soportar que otros estén gobernando lo que ellos creen que les pertenece por la “G” de Dios, es decir, por la gracia de Dios, según rezaba en las monedas del franquismo: “Franco, Caudillo de España por la G. de Dios”. Aunque hay que decir que más que la “G.” de Dios, fue la decisiva ayuda del régimen nazi de Hitler y el régimen fascista de Mussolini, la que hizo triunfar el golpe de Estado fascista del 1936.
¿Qué hubiera dicho el vil, el indecente Aznar, el miserable que lleva jubilado desde los cincuenta años, y quiere que el resto de ciudadanos se jubilen a los setenta, como mínimo, si ese llamamiento al golpe de Estado lo hubiera lanzado Pedro Sánchez?. La incendiaria arenga cuartelera de Aznar a dejarse de miramientos y derribar al gobierno de coalición con todos los medios disponibles, sin reparo alguno, se ha notado mucho en el aumento de los ataques sin tregua mediante la incesante difusión de bulos, de tergiversaciones y manipulaciones con las que la maquinaria mediática de propaganda de la ultraderecha está bombardeando de forma implacable a la ciudadanía. Y lo peor que es que todos esos bulos, esas falsedades, calumnias y mentiras, ahora rebautizadas como “realidad alternativa” un nuevo concepto acuñado por Trump, ese engreído alcornoque, ese peligroso charlatán de feria que, increíblemente, ha conseguido vender su fraudulento remedio curalotodo, está calando entre la población, especialmente entre la gente de derechas y, sobre todo, entre la gente mayor como mi amiga, que después de atiborrarse día y noche con ese venenoso pienso elaborado según la receta Trumpista, se está convirtiendo en una fanática, una exaltada, una talibana de la derecha que no deja un momento de repetir, como una cansina salmodia, todas y cada una de las consignas que los medios de propaganda de derechas se encargan de propagar.
Tanto y tan dañiño veneno en forma de crispación, exasperación, odio y furia, han hecho que tanto ella como sus compañeras que, naturalmente, cojean de la misma “pata”, ha conseguido que todas ellas vivan en un permanente sinvivir, una inacabable ansia, desazón, inquietud y zozobra porque dan crédito, creen a pie juntillas, palabra por palabra, sin ningún asomo de duda o desconfianza, como si fuera una extensión del sermón de la misa que escuchan a diario, todo lo que dicen, o en muchos casos eructan y ventosean, los políticos, periodistas, tertulianos, politólogos y demás personajes y personajillos que aparecen en la Cadena COPE y Trece TV. ¿Pero cómo van a dudar ni por un momento los que dicen estos medios, si ambos son propiedad de la santa madre Iglesia? Sería un pecado mortal de necesidad, un terrible sacrilegio, una horrenda blasfemia, casi una apostasía, poner en duda la verdad de todo lo que dicen tan píos medios de comunicación. ¿Y qué decir de periódicos igualmente píos, cuyas páginas desprenden, exhalan, beatitud, verdad verdadera, gracia, virtud y olor a santidad como los periódicos La Razón y El Mundo. Y aunque se les escapara alguna “mentirijilla” no se la tendrían en cuenta porque no dejaría de ser una mentira piadosa.
Mi amiga es una buena y bien intencionada mujer que viene de una familia muy conservadora y perfectamente adoctrinada durante toda su ya larga vida en el más puro, duro y rancio nacionalcatolicismo, donde no existe otra verdad que la suya propia, y solo tienen como españoles dignos de ese nombre a los que piensan como ellos. El resto de ciudadanos son gente poco o nada de fiar, de la que hay que guardarse y mantener a raya porque no solo no son españoles de bien ni de orden sino, muy al contrario, son gente perversa, maligna al servicio del mal absoluto que no es otro que Pedro Sánchez, apoderado general, hombre de confianza, CEO para España del mismísimo Satanás. Sánchez y su gente que no tienen otra cosa que hacer, y ése es su único objetivo, que destruir, arruinar, aniquilar, asolar, minar, demoler...etc. a su querida España. Y esa es la verdad, la única, la verdadera, la santa verdad, porque así lo certifican desde sus púlpitos mediáticos los adalides, los profetas, los elegidos de la verdad como Trece TV, COPE, El Mundo, La Razón, y otros santos depositarios y expendedores de infalibles dogmas de fe.
Uno de los últimos mensajes que me envió ponía, una vez más, el grito en el cielo por, entre otras cosas, la inminente destrucción de la familia como institución, y los permanentes ataques del gobierno a la Iglesia. Dos muy socorridas mentiras que por mucho que las repitan no se convertirán en verdad. La verdad es que los fieles católicos no tienen ningún motivo para quejarse ni menos para atacar al gobierno de forma inmisericorde como le atacan sino que, muy al contrario, deben estar agradecidos a Pedro Sánchez que, digan lo que digan, no es más que un socialdemócrata muy respetuoso con el poder, aunque, eso sí, con cierta querencia por la justicia social, por mantener las cuantiosas subvenciones, exenciones y prebendas del Estado a la Iglesia Católica Española. Pero aunque Sánchez y su gobierno triplicara las subvenciones a la Iglesia, ésta seguiría la consigna, el mandato del profeta Aznar, de hacer todo lo que esté en su mano para desprestigiarlo, difamarlo y denigrarlo.
También conozco el caso de unos vecinos, hermanos por más señas, todos ellos jubilados, también muy españoles y mucho españoles que viven en permanente agobio, en continua tribulación y congoja por las noticias que reciben a diario por la radio, prensa, televisión y hojas parroquiales que claman amargamente contra el apocalipsis al que España está a punto de sucumbir. Siempre está a punto pero no termina de llegar ese terrible momento en que las trompetas de Jericó, la legendaria orquesta de viento con un más que potente directo, inicien su concierto. Al igual que mi amiga, estos vecinos no dejan de entonar su doloroso réquiem por una España que está a punto del desastre, del caos, de la hecatombre...etc. Este permanente “estamos al borde del desastre, de la ruina, de la destrucción” pero, sin embargo, no termina de llegar ese fatídico momento, debería darles darles una pista de que los medios de comunicación, ese “comedero” único del que se alimentan a diario, les están mintiendo y manipulando descaradamente. Hace poco, la mayor de los hermanos estuvo a punto de sufrir un infarto porque no pudo dominar la permanente ansiedad, el incesante sufrimiento que le producían las continuas arengas, las incendiarias soflamas de los medios de comunicación de los que es ferviente seguidora.
Últimamente la mujer ya casi no podía ni salir a la calle pensando, con infinita angustia, que en uno de sus paseos a la parroquia, al supermercado, al ambulatorio o a la cafetería, podía sorprenderles el estallido de la inminente revolución anarquista, comunista o algo así, con que son amenazados a diario tanto ella como sus hermanos. Una revolución que, sin duda, les reclutaría a la fuerza, les obligaría a vestir el uniforme revolucionario, llevar fusil Mauser con bayoneta, hacer barricadas en el barrio y parapetarse tras ellas esperando el momento de entrar en combate.
Esta insoportable ansiedad, este continuo sinvivir que sufren muchas personas conservadoras por toda la corrosiva y abrasiva y, sobra decir, irresponsable e insensata propaganda que reciben a diario, me recordó a un amigo de mi padre, un buen hombre, mediano propietario de viñas y tierras que, después de las primeras elecciones democráticas tras la espantosa dictadura que no parecía acabar nunca, y salir elegidas las izquierdas, fue a casa de mi padre, que acababa de ser nombrado concejal, para preguntarle, muy serio y preocupado, si le iban a quitar sus viñas y sus tierras. Su honda preocupación por el futuro de sus propiedades, su profunda angustia, venía de toda la propaganda franquista, de todo el adoctrinamiento nacionalcatólico que había recibido a la largo de su vida, donde se aseguraba que los rojos eran todos malvados por naturaleza y que su única misión en la vida, además de aruinar y destruir España, era quitarles sus propiedades.
Mi padre tranquilizó a su amigo diciéndole que nadie iba quitarle nada, y que el único objetivo del nuevo ayuntamiento era mejorar la vida de los vecinos y las vecinas. De todos ellos, sin distinción alguna. Y lo cumplieron haciendo, entre otras muchas cosas, el alcantarillado y terminar de llevar el agua corriente a todas las casas del pueblo, dos obras fundamentales que todavía no se habían hecho como castigo al pueblo por su pasado comunista. No en vano mi pueblo era conocido, y todavía se le conoce como “La pequeña Rusia”. Y el nuevo ayuntamiento, tal y como prometieron, no dejó de trabajar para mejorar la vida de sus habitantes. Y esa mejora fue tan evidente, tan incontestable, que nadie, ni siquiera los más fanáticos nostálgicos de la dictadura la pudieron negar.
Dicho todo esto, solo queda pedir, por favor, a las derechas que dejen de asustar a viejas y viejos, que dejen de esparcir sus bulos y mentiras diarias que tienen a la gente sumida en una permanente desazón y pesadumbre. Dejen de anunciar el inminente apocalipsis, la destrucción de España, la ruina de España, el caos, el cataclismo, la hecatombe, el desastre al que nos está llevando este gobierno al que no dudan de calificar como “tiránico” a sabiendas que el régimen tiránico de verdad fue el que muchos dirigentes del PP, a los que todavía les pone cachondos la música del NO – DO, se niegan a condenar.
Sean responsables y dejen ya de asustar a viejos, dejen de hacerles sufrir, de maltratarlos con sus apocalípticas proclamas, sus mentiras sin fin; dejen de hacerles padecer por algo que no existe ni va a existir, y lo saben. Dejen de actuar como malvados niños de patio de colegio que disfrutan metiendo miedo a los demás con historias inventadas. Y jueguen limpio, respeten a la ciudadanía aparcando su permanente recurso al insulto, a la descalificación, a la crispación y al enfrentamiento como único argumento. Hablen alguna vez, para variar, de su proyecto político. Ilumínennos con sus brillantes ideas, con sus grandes medidas, sus visionarias soluciones de todo tipo, sus maravillosos planes para mejorar la vida de sus conciudadanos.
Aunque sea por una vez, sean responsables y digan la verdad. Reconozcan que la economía va muy bien, mejor que la de los países vecinos; que a los empresarios, en general, les están yendo muy bien sus negocios; que nunca había cotizado tanta gente a la Seguridad Social como hasta ahora; que el número de parados sigue descendiendo. Que las pensiones están subiendo con arreglo al IPC..etc, etc. Y recordar que los trabajadores nunca han tenido siete subidas del salario mínimo seguidas como han tenido con este gobierno. Unas subidas a las que siempre se han opuesto los partidos de la oposición: la derecha y la ultraderecha, PP y Vox, aunque al PP ya se le queda corto lo de partido de derecha sin más y está ganando puntos para ser considerado un partido ultraderechista de corte Trumpiano. Digan que este gobierno que ustedes insultan y denigran a diario, porque no tienen más argumento que la mentira y el insulto, está reponiendo la llamada “hucha” de la pensiones que el último gobierno de la salvadora, la providencial, la milagrosa derecha rompió para rescatar a la banca, sesenta mil millones, un dinero que aseguraron que la banca devolvería “hasta el último euro” y todavía estamos esperando.
Ésta sí fue una de sus más sonadas y acreditadas mentiras, y no las que a diario difunden contra el gobierno actual, como el que echa pienso a las gallinas. Un “pienso” muy tóxico y peligroso que está haciendo mucho daño a sus propias “gallinas”, y que puede volverse en su contra porque las mentiras, tarde o temprano, siempre acaban sabiéndose. Porque la verdad, a pesar de todas las cortinas de humo, de todo el ruido y la furia, de todas las trabas, obstáculos y dificultades que le pongan, siempre acaba abriéndose paso.